Noveno dia de encierro.
Pienso que es el momento de leer o releer "Casa tomada", de Julio Cortázar.
Y el aforismo de Franz Kafka:
«No es necesario que salgas de casa. Quédate sentado a tu mesa y escucha atentamente. No escuches siquiera. Limítate a esperar. Ni siquiera esperes. Simplemente quédate callado y solo. El mundo se te ofrecerá para que lo desenmascares. No puede evitarlo. Extasiado, se retorcerá ante ti».
No olvidemos que, como la cara oculta de lo que sabemos, es decir, lo que creemos que sabemos, el virus de marras en sí no existe, solo existe, ahora sí, la pandemia de sus interpretaciones y puestas en escena. Desde las micros hasta las macros, pasando por los interminables jolgorios ensordecedores de las interpretaciones y puestas en escena globales. Los puntos de vista de quienes lo han visto y se lo han contado a quienes no lo verán nunca. Parece mentira pero si nos fijamos con atención no hemos avanzado tanto, en esa dirección, desde Pitágoras. Todo sigue siendo, entre humanos, una asunto de confianza o sospecha o nihilismo extremo, de fe o mala fe. Lo que si ha existido siempre es el exceso de miedo. O el miedo incontrolado. Y los listillos y oportunistas agazapados, para saltar sobre su presa. Es entonces cuando las vidas se hacen virus y se contagian verdaderamente. No olvidemos, igualmente, que de la misma forma que el jabón ahuyenta el virus de las manos que nos lavamos, que así ya no contaminarán las cara que nos tocamos, las palabras de la literatura ahuyenta el rencor y el resentimiento que nos produce el uso cotidiano y contaminante de las palabras en la vida profesional, familiar, social, íntima, etc. En esas estamos.
Pienso que es el momento de leer o releer "Casa tomada", de Julio Cortázar.
Y el aforismo de Franz Kafka:
«No es necesario que salgas de casa. Quédate sentado a tu mesa y escucha atentamente. No escuches siquiera. Limítate a esperar. Ni siquiera esperes. Simplemente quédate callado y solo. El mundo se te ofrecerá para que lo desenmascares. No puede evitarlo. Extasiado, se retorcerá ante ti».
No olvidemos que, como la cara oculta de lo que sabemos, es decir, lo que creemos que sabemos, el virus de marras en sí no existe, solo existe, ahora sí, la pandemia de sus interpretaciones y puestas en escena. Desde las micros hasta las macros, pasando por los interminables jolgorios ensordecedores de las interpretaciones y puestas en escena globales. Los puntos de vista de quienes lo han visto y se lo han contado a quienes no lo verán nunca. Parece mentira pero si nos fijamos con atención no hemos avanzado tanto, en esa dirección, desde Pitágoras. Todo sigue siendo, entre humanos, una asunto de confianza o sospecha o nihilismo extremo, de fe o mala fe. Lo que si ha existido siempre es el exceso de miedo. O el miedo incontrolado. Y los listillos y oportunistas agazapados, para saltar sobre su presa. Es entonces cuando las vidas se hacen virus y se contagian verdaderamente. No olvidemos, igualmente, que de la misma forma que el jabón ahuyenta el virus de las manos que nos lavamos, que así ya no contaminarán las cara que nos tocamos, las palabras de la literatura ahuyenta el rencor y el resentimiento que nos produce el uso cotidiano y contaminante de las palabras en la vida profesional, familiar, social, íntima, etc. En esas estamos.