No hace falta que conozca la naturaleza profunda del virus de marras y la de mi propia ignorancia para determinar hasta cierto punto sus relaciones y, también, ensayar asociaciones con su área de influencia. Ahí va una.
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Esto es una gripe gorda que ha producido un problema de salud pública inusual. La cuarta economía de la Unión Europea debería estar en condiciones de afrontar este tipo de imprevistos con rigor y eficacia. ¿Por qué no es así? Porque su forma de hacer política se parece más a la de cualquier país africano. Y porque la educación de los ciudadanos sigue atornillada, en lo fundamental, a los intereses propios del mundo del siglo XIX. ¿Por qué este desajuste entre economía, política y educación?¿Por qué la praxis democrática centro europea no forma parte ya de nuestras costumbres y hábitos habituales, cuarenta años después del Cuarentañismo del General? Podemos exponer los tópicos sociológicos y psicológicos que queramos pero en verdad, nadie lo sabe de manera convincente. Al igual que resulta inexplicable todavía que casi toda la Alemania Muy Culta apoyara a Hitler, y la mitad de la Francia Ilustrada fuera su aliado incondicional. Sin embargo no vamos más a la deriva que siempre, desde luego no más que después que se murió el General, que había llevado el timón del barco con mano de hierro durante tantos años. Después del General ¿qué?, era la pregunta inconfesable de todo bicho viviente, inteligente o no (fíjate como estaban las cosas), que se movía por aquellos años y por estos pagos. Nadie sabía qué. ¿El abismo? ¿Otro General? ¿Mas grande o igual de bajito? ¿Con su furia implacable o más atemperado? En fin. ¿La democracia? La demo...qué. La enorme ansiedad que nos produjo la orfandad real de aquellos años era de gigante. Ahora, con el virus, sus peores efectos son inviables, aunque el jolgorio de su puesta en escena la haga falsamente visible. Al menos ahora nuestra deriva es de cabotaje, casi como un juego de niños, la Costa Europea está siempre a la vista. Después del virus, ¿qué? Nunca como ahora hemos de pensar como centro europeos democráticos (la bibliografia es abundante y las experiencias también), aunque nada mas sea para no dejarnos arrastrar por las ansias africanistas (en el sentido que las entendió la ambición insaciable del General) que imperan en la praxis política y en los medios de información que la divulgan. Esos cómplices necesarios. No es una astracanada mas, es hacia donde debemos girar la mirada, dadas nuestra nula producción política teórica y nuestras inveteradas y acendradas prácticas políticas a garrotazos.