martes, 17 de marzo de 2020

EL HUESO

A medida que pasan los días se van acumulando indicios de que la pandemia actual es de origen íntimo no de procedencia exógena, una apartada provincia de China, Wuang, como se pensó desde el principio. La intimidad de cada cual lleva viviendo siempre con cada cual y a eso nadie parece darle importancia. El otro día entrevistaron por el canal de televisión de ámbito nacional al que, según las estadísticas del ministerio del ramo, ha sido el primer infectado por el virus de marras. Como no podía ser de otra manera es un ciudadano de origen chino que vino a nuestro país a buscarse la vida, mucho antes de que saltara a la opinión pública global la alarma del contagio generalizado. Wang Hu, así se llama el ciudadano contaminado, dijo a la periodista que lo entrevistó que se encontraba tranquilo, pues nunca ha temido a la muerte ya que siempre ha vivido con ella dentro. Este tipo de percances no deseados, dijo Hu, me ha permitido tener un contacto permanente con la realidad. La muerte es el nacimiento, y al revés, eso es ser real y vivir en la superficie de la realidad, le contestó a la periodista mientras que con la mano señalaba a las calles heladas y llenas de nieve de la ciudad. Curiosamente, continuó Hu, los casos de mayor ansiedad como consecuencia del avance del virus se están produciendo entre quienes están más protegidos, que se corresponden con los que nunca han pensado en su intimidad, que donde se aloja el hueso de su muerte. Para que me entiendan los espectadores, la vida no es muy diferente de comerse un hermoso melocotón, mientras disfrutas de su carne sabrosa te vas acercando con el mismo impulso al hueso que la ha hecho posible. No hay nada trágico en ello, lo único que hay que hacer es tener conciencia de ello, que es lo mismo que moverse o tomar las decisiones pegados a la realidad. De otra manera, ser realista es morder el melocotón sin temor a que uno de los bocados toque el hueso. Caminamos hacia ese hueso haya o no haya virus en el ambiente, pero ustedes los occidentales, subrayó de forma enfática este extremo, se empeñan en creer y hacer ver lo contrario. En este sentido que usted acaba de apuntar, le parece bien el decreto del gobierno obligando a todos los ciudadanos a estar permanente conectados a través de sus dispositivos móviles, le preguntó la periodista a Hu. No creo que ese tipo de medidas tengan que ver con la supervivencia. Insisto, antes de ayer fue la guerra convencional, ayer fue la guerra nuclear hoy, contra todo pronóstico, es un virus que pone en jaque a la civilización occidental, que vuelve a estar en peligro. ¿Que han aprendido ustedes de todas esas experiencias? Yo diría que nada o casi nada. No han aprendido a llegar a morder el hueso del melocotón sin perder la cabeza. Todo en sus vidas subsiste como si nunca hubiera existido el hueso del melocotón, pero ya nadie cree en la carne que lo cubre, ni en la esperanza de sustituir un melocotón por otro con tal de estar siempre mordiendo su carne, o lo que es lo mismo, demorando inútilmente la idea de que una día, tarde o temprano, tendrán que hacerlo, pues ya no habrá más melocotones. Señor Hu, la gente empieza a sufrir insomnio de una manera preocupante, piensa usted que tiene que ver con que no pueden salir de casa o que si se duermen tienen miedo de soñar que el virus los alcance y no puedan despertarse nunca mas. Creo que fue uno de sus físicos más eminentes quien dijo que hay dos cosas que se extienden sin poder evitarlo: el universo y la estupidez humana. Lo saben los médicos mejor que nadie, nada se transmite mas rápido que el miedo, y no hay mayor caldo de cultivo para el miedo que la ignorancia. Créame si le repito lo que ya he dicho antes: celebrar el nacimiento de una persona es lo mismo que celebrar su muerte anticipadamente. La vida, mejor dicho, vivir la vida de eso se trata. Ir hacia el hueso del melocotón salvando las hebras con la lengua hasta tocar su dureza. Ah, y una esperanzadora información para sus lectores, yo estoy contagiado con el virus pero no estoy en peligro de muerte inminente. Ni usted tampoco, aunque haya mantenido cara a cara está conversación conmigo, lo cual le agradezco.