¿Que tipo de lector o espectador quiero ser? Es una pregunta, reconoce Telmo, que solo se pueden hacer los lectores o espectadores perfectamente alfabetizados y constantemente informados, es decir, los lectores digitales del siglo XXI, en ninguna caso quienes eran analfabetos y vivían aislados del siglo XIX, la mayoría de la población, que es cuando aparecieron en el mundo urbano las grandes novelas que siguen siendo del interés y el afecto de la mayoría de los lectores actuales, muchas de ellas a través de su representación fílmica.
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¿No deja de ser el sentimiento de pérdida en el presente, es decir, la melancolía de ya no poder entender el mundo en su complejidad, lo que lleva a muchos narradores y directores a narrar? Siendo la ironía, como no puede ser de otra manera, la herramienta que, como últimos héroes de la modernidad, utilizan para llevar a cabo su última empresa. Pues, ¿no tienen las palabras y las imágenes y los demás personajes que acompañan a las historias mas conmovedoras de hoy un aura, no diré de funeral, pero si de lento acabamiento? La ironía es un sentimiento que ha descubierto no hace mucho el ser humano para vencer la astucia de la razón que siempre trata de intentar lo absoluto, a pesar de las calamidades que ha producido. La ironía no deja de ser un sentimiento de salvación, y también de redención, ante el peligro real del naufragio definitivo de la humanidad de aquel.
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¿No es la crisis del periodismo tradicional un consecuencia de esa auto expresión a la que todo el mundo se cree tiene derecho?, así lo ponen en práctica los miles de youtubers e influencers. Lo cual no es óbice para que, al mismo tiempo, esos mismos lectores y espectadores sigan siendo deudores y consumidores del narrador decimonónico que es capaz de entender el mundo que le rodea. Como así lo atestiguan el éxito incombustible que tienen la cantidad de novelas de estructura decimonónica que hoy se publican.
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¿No es el instinto de conservación y supervivencia lo que impera en la actitud del lector y el espectador, digámoslo así, “académico”? Escribir una novela o filmar una película tienen una relación inseparable con la acción lectora o espectadora y ambas con estar en el filo peligroso de las cosas. Escribir, filmar, leer y mirar (en fin, crear en general) son actividades que nadie nos pide y que se realizan íntimamente bajo una gran influencia de la precariedad y debilidad propias de nuestra existencia como seres humanos. Son las únicas actividades donde, así contemplada, nuestra existencia no corre peligro físico, aunque, por las resistencias y ofuscamientos de los lectores y espectadores, que Telmo ha observado en su larga trayectoria profesional como coordinador de clubs de lectura y cine forums, si parece que el psiquismo de los participantes en esas conversaciones queda permanentemente a la intemperie, lo que de forma reiterada haga que su integridad aquellos la vean en constante peligro. Con las consiguientes reacciones “académicas” por su parte, a veces violentas y de abandono, buscando desesperadamente la conservación y hasta la supervivencia, como si en un campo de batalla autentico se encontraran.