jueves, 19 de marzo de 2020

CAUTIVIDAD

Según iba leyendo un cuento que me había recomendado la directora de una revista digital a la que estoy subscrito, que con buen tino trata de abrirse un hueco entre los lectores que buscan una acorde de la lectura con la vida a base de perseverancia en el trato con la primera, oí decir al narrador que lo que estaba ocurriendo era como si la vida se hubiera convertido en eso (se refería a lo que las películas y las series actuales muestran como representación del mundo actual). Este narrador, que te he de advertir que no participaba en la acción narrativa del cuento (luego es de suponer que no tenia mayor interés que contar bien lo que estaba contando) siguió diciendo que eso era como si la vida hubiera salido repentinamente de sí misma, como si se hubiera convertido toda ella en un bicho. Entonces fue cuando caí en la cuenta que eso a que se refería el narrador, y que yo estaba leyendo, lo hacía el día de hoy, es decir, el día del padre, o también según el calendario vaticano, el día de San José, que fue, según manifiestan los exegetas del Nuevo Testamento, el padre carpintero del primer profeta y mas alto predicador de la cristiandad a la que ha dado tal nombre. Lo primero que me vino a la cabeza fue que el encierro que padece una gran parte de la humanidad este día de San José no tiene nada que ver con el encierro de san Fermín, que se celebrará dios mediante, y si el virus que nos sitia lo permite al retira sus huestes de nuestras frágiles fortalezas, en los primeros días de julio. Es un hecho empíricamente constatable, desde la época de los romanos, que a todo el mundo le gusta el circo antes que cualquiera de las actividades que las autoridades culturales y los suplementos dominicales de los periódicos organizan semanalmente. Lo que de veras está poniendo en jaque las embestidas del virus de marras es que a la gente le deje de gustar el circo debido al prolongamiento del encierro. Piensa por un momento, ahora que estás encerrado, que si te dieran a elegir entre ir al circo o pintar un cuadro, ¿qué elegirías? No lo pongo en duda, elegirías, como el resto de los mortales, ira al circo. Pero piensa también que, si debido a un tiempo prolongado de encierro, o por decirlo de una manera más antropológica, piensa que si se prolonga mas de lo deseable e investigable, fatalmente investigable, este estado de cautividad nos puede ocurrir lo que a otras especies que han pasado por este trance. A saber, que nuestro régimen alimenticio, propiciado en parte por la falta de actividad y el aburrimiento subsiguiente que conlleva el encierro, se verá alterado sin remedio, lo cual hará que engordemos de forma descontrolada, con el consiguiente problema de salud añadido al del virus. Subirá el colesterol y los problemas cardiovasculares se añadirán a los pulmonares del bicho. Has de tener en cuenta que la mayoría de la población, ahora en cautividad, ayer mismo solo tenia una frase como santo y seña de su paso o lugar en el mundo, “no tengo tiempo” o en plan mas cheli “es que voy de bólido”, que en verdad me parece, esta última, una de esas frases que representa, como ninguna otra, lo que los filósofos llaman el vacío de significado que tienen las mayoría de las expresiones que se utilizan en las conversaciones coloquiales actuales. El deshielo de marzo ha inflingido a los habitantes del hemisferio norte, en contra todos los buenos augurios tradicionales de los idus de este tercer mes del año, el lacerante e invisible dolor de un ser invisible, que venía anunciando su sonata de muerte desde enero, en pleno invierno, allá en el lejano oriente. Per nosotros a lo nuestro. De repente, todo el mundo se ha puesto a toser y le ha empezado a faltar aire en los pulmones. No escupan en las aceras, no se amontonen en las esquinas, han empezado a gritar, megáfonos mediáticos en mano, los responsables sanitarios, no salgan a la calle si no es estrictamente necesario. ¿Que es lo estrictamente necesario?, se preguntaba ayer por la noche un influencer en su canal de YouTube. Lo que pida el cuerpo para que no se muera antes de que le toque la sonata el virus. Algunos propagandistas antigubernamentales empiezan a vociferar en contra de la cautividad porque, dicen, es un atentado contra libertad individual. Si aplicamos a la especie humana, le ha contestado un experto afín a ls autoridades sanitarias, el hecho demostrado de que los animales domésticos comen más para suplir la falta de libertad, los humanos hemos perdido la libertad por nuestra cuenta y riesgo, si tenemos en cuenta los índices de obesidad en ascenso que padecen cada vez más las personas en la actualidad. Bien entendida, ha concluido el experto gubernamental, esta invasión vírica sólo puede ser entendida como una bendición del cielo.