jueves, 29 de diciembre de 2016

CULTURA

En un contexto, cada vez cuesta más llamarlo polis o sociedad, cruzado de intereses espúreos donde brillan por su ausencia, la mayoría de las veces, la excelencia y el talento, o mejor dicho, donde la corrosión del carácter y la corrupción de la conciencia de quienes lo ocupan de forma privada o pública hacen imposible que brote la excelencia y el talento - ahora si podemos llamar a ese contexto selva, pero no referida a la de los animales salvajes, sino la selva de nuestra propia animalidad, que nada tiene que ver con la de los animales salvajes - tratar de construir ahí, digo, espacios pequeños de creación me parece un auténtico milagro. Por eso no apelo a tu ilusión, que es deudora más bien de la razón totalitaria y totalizante, sino que apelo a tu fe en tus propios milagros, es decir, en la capacidad que tú puedas tener de dialogar entre los otros, delante todos o rodeados todos por un mundo cambiante, con rigor y lucidez. Eso es ser culto.