martes, 11 de octubre de 2016

LA INVITACIÓN

Iba vestida de negro, pero su cabeza era una sola luz que marcaba las líneas de sombra de los corros en que se iban agrupando los otros invitados. Afuera se notaba su manera inconsecuente de hablar. Al fin y al cabo, habían venido a pasar un buen rato. Sin embargo, con su copa en la mano, no veía como atravesar esas líneas que los separaban. Iban vestidos con un estilo informal, ya que así lo solicitaba en su invitación el anfitrión. Un escritor al que, de repente, le había llegado la gloria. Se acercó al piano y tocó unos acordes. Le pareció el único ser de la habitación dotado con sentimientos.