jueves, 27 de octubre de 2016
EL HEREDERO
Desde que se marchó hace dos años no se ha ido todavía, porque todo lo que dejó aquí le pesa - incluso más - como si lo llevara cargado encima como un fardo. Le debe pesar como le estará pesando lo que me dijo, igual que un aullido, sentado en el borde de la cama, aquella noche antes de marcharse: ¿qué quiere mi padre de mi? Nunca le perdonó que hubiera renunciado a hacerse cargo de la empresa, que con tanto ahínco había construido en los últimos treinta años. Cuando me levanté encontré una nota suya en la cocina. En ella me decía que yo soportaría mejor el papel de heredero del viejo.