domingo, 31 de mayo de 2020
LA CONDICIÓN HUMANA
”La condición humana no es un tratado antropológico, sino político. Sin la referencia a Los orígenes del totalitarismo, que apareció en 1951, la obra quedaría incompleta. Hannah Arendt, que prefería el calificativo de publicista al de filósofo, no subordinó los acontecimientos a una escatología ni se identificó con un programa definido de reformas. Sabía que el hombre no está sujeto a leyes históricas o naturales. La condición humana es imprevisible y lo imprevisible no procede del azar, sino de la libertad. De convicciones liberales, Arendt siempre abogó por el imperio de la ley, el constitucionalismo y la razón política. No se puede obligar al individuo a involucrarse en la vida pública, pues eso es lo que hace el totalitarismo, pero se debe subrayar que la defensa del bien común es una obligación ciudadana. Si cada uno se dedica exclusivamente a cultivar su jardín, algún día la maleza penetrará en su hogar, destruyendo su existencia idílica. Hannah Arendt es una humanista. De ahí su firme oposición al poder totalitario, que considera al individuo superfluo: un cuerpo que se puede destruir y un alma susceptible de ser manipulada.“
viernes, 29 de mayo de 2020
NARCISOS MARCHITOS
Después del Ulises, dicen quienes han leído a Joyce a fondo, no se ha avanzado mucho más. Y es que no resulta fácil. Joyce, Faulkner y Beckett dieron un paso de gigante, obligaron a la literatura a abandonar el relato del paisaje que se había practicado hasta comienzos el siglo XX. Ellos introducen el cultivo del corte entomológico, reducen el área de atención, pero la describen y analizan con todas las técnicas de la microóptica, haciendo retratos muy complejos de pequeños fragmentos de realidad.
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“La Naturaleza y los Griegos”, de Edwin Schrodinger
La realidad física (lo visible) está determinada por una necesidad intrínseca a la Naturaleza (visible mas invisible)
Esta necesidad es susceptible de ser conocida por la razón. Mediante la técnica la razón explora esa necesidad que tiene la Naturaleza, reductible a los límites de la razón matemática
Es, por tanto, un postulado optimista pero limitado
La Naturaleza se deja conocer, pero no se deja transformar por el conocimiento de la razón matemática
El conocimiento transforma al ser humanos que conoce, pero no a la Naturaleza.
El motor de la realidad física es la inteligibilidad, si no hay inteligibilidad, es decir, exactitud o precisión no hay física.
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Los impulsos creativos de aquellos autores no son ajenos a la investigación de la naturaleza profunda de la realidad física de su época (Einstein, Schrodinger), al intentar descubrir cual es el lugar, por decirlo así, del alma de la humanidad en relación con aquella nueva realidad física.
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Si los físico abandonan el jardín de la realidad física superficial, nosotros haremos lo mismo con el jardín narrativo de lo observable donde mas o menos se ha movido la novela durante todo el siglo XIX. Metamonos hasta el fondo con alguna de las partes de la realidad espiritual profunda (lo invisible)
El motor de la realidad espiritual profunda es la verdad. Ahora bien, como dice Karl Jaspers, la verdad ha de poder diluirse en lo temporal, en caso contrario permanece sin mundo. el mundo se ha vuelto tan árido porque callejean una multitud de pensamientos fabricados, carentes de lugar e imagen.
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A mi entender muchas de las ideas o pensamientos vanguardistas del pasado siglo que hemos heredado, que abandonaron el paisaje de lo observable les ha ocurrido eso, infectando víricamente el mundo en su deambular errático.
miércoles, 27 de mayo de 2020
NARCISOS SIN FLOR
Dice Constantino Bértolo, en el libro “La cena de los notables”, que nos gusta pensar el nacimiento de la escritura como un acto para dar honra, voz y cobijo a la memoria, pero que, sin embargo, lo más acertado es pensar que la escritura nació ligada al poder. Sin embargo, paradójicamente, la lectura nació como un acto de libertad frente a ese acto de poder. Cuando lo suyo hubiera sido continuar, por decirlo así, con la sumisión en la que se basaba la cultura de la sociedad oral, en la que unos hablaban y otros escuchaban, para seguir hablando y escuchando. El salto del mito al logos produce esa escisión del ser que ha conseguido impulsar, digamos, el espíritu vanguardista (voluntad decidida por sacar a la luz lo nuevo) de la cultura escrita (y en general) de Occidente hasta nuestros días. Ahora bien, el que leer sea una conquista irreversible de esa Libertad, lo es porque el lector es leal a la actitud de su antecesor el oyente, aunque no fiel a su transmisión obligatoria dentro de una tradición que necesitaba esa fidelidad para subsistir como sociedad. El lector lee en los libros, solo y en silencio, palabras y usos lingüísticos que pertenecen al comunidad donde vive (al igual que el oyente los oía, acompañado y con algo mas de ruido, salir de la boca del chaman visible y determinado), aunque escuchando, por este orden, la voz de una metáfora que se llama narrador invisible, que da forma a una una estructura que se llama campo narrativo también invisible, que está sujeta en un soporte visible que se llama papiro, libro Gutenberg, libro digital. El salto del mito al logos es, por tanto, un giro también de lo que es visible e invisible, determinado e indeterminado, en la nueva sociedad escrita respecto a lo que fue en la antigua sociedad oral. Lo cual le permite al lector individual, a diferencia del oyente colectivo, desplegar libremente todo el potencial de la creatividad que atesora en su intimidad. Le permite no tener que obedecer a la tradición (como el oyente) y ser, por decirlo así, vanguardista. Es ese potencialidad de lo nuevo en quienes vivimos en la modernidad lo que olfatean o intuyen, con mejor o peor tino (no solo que escriban o creen algo para que nadie los entienda), los escritores y creadores en general cuando construyen sus propuestas aparentemente descarriadas o descarriladas. Pues el lector solitario, ahora si, es quien en ultima instancia puede dar honra, voz y cobijo a la memoria individual y colectiva dentro de una subjetividad que se desarrolla organizada y amparada dentro de las leyes de la polis democrática.
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¿Platon estaba más preocupado al escribir en ejercer su poder intelectual sobre sus contemporáneos y seguidores posteriores, o en salvar la honra, la voz y la memoria de Sócrates? ¿O son los lectores modernos de Platon quienes, al no querer ejercer el poder de la escritura publicada, es decir, ser solo los lectores que quieren ser, están en mejores condiciones de dar a conocer la herencia de Sócrates dentro de la sociedad democrática en la que leen a Platon y a la que pertenecen sus palabras y sus usos lingüísticos?
martes, 26 de mayo de 2020
BLOOM, SIEMPRE
CARTA A UN JOYCEANO RECIENTE
A mi también acabaron hartándome los juegos lingüísticos del experimentador Joyce, sin embargo Leopoldo Bloom me ha acompañado desde entonces (1986), bien a través de otros lectores de Ulises o porque lo he visitado brevemente alguna vez que otra. Fue importante para mi que a mi mujer le encantara la novela desde el principio. Ella leyó mas de la mitad del primer tomo y lo dejó sin aspavientos de que abandonaba una obra maestra y todo eso, pero mientras estuvo a su lado, digamos, noté que fue una lectora feliz. Yo creo que descubrió con agrado que podía compartir sus propios devaneos mentales con los de Bloom mientras ambos pasean por Dublin, ciudad que visitamos años después el mismo día, 16 de junio, en que suceden los hechos de la novela. Con el tiempo me he dado cuenta que ella no leyó tratando de instalarse inútilmente en la estructura enrevesada y endiablada que construye Joyce, sino desde el sentimiento original de la lectura, a saber, una conquista individual irreversible. Es decir, se leen los discursos lingüísticos, o las conversaciones que dentro de la comunidad emplea cada individuo de un modo determinado; la lectura individual, por decirlo así, usa la literatura. Esto que parece tan fácil me ha costado lo suyo entenderlo.
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Todo lo cual no impide que se mantenga con plena vigencia la pregunta fuerte y principal ligada a la idea original de la lectura. Si se leen usos lingüísticos adscritos al comunidad de pertenencia (entendida comunidad en sentido amplio, no restringido o tribal o familiar), ¿por qué los novelistas de vanguardia (y por extension todos los vanguardistas de otras artes) cambian radicalmente la forma o la estructura de lo que cuentan, si al final acaban contando lo de siempre?
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La recreación del tiempo interior, mediante el monologo interior (Molly Bloom en el último capítulo) y el flujo de la conciencia, es una de las innovaciones más fructíferas, a mi entender, de Ulises, ya que los utilizan muchas de las novelas que ahora leemos. Lo que quiero decir es que no hace falta leer las peripecias de Leopoldo Bloom para que hoy seamos todos potenciales lectores joycianos, como no hace falta leer las tribulaciones Don Quijote y Sancho para ser hoy, sin darnos cuenta, lectores cervantinos. Es lo que pasa con las novelas que nacen cuando sus lectores todavía no lo han hecho. Es aquello tan querido por los vanguardistas de que, al adelantarse, el arte funda las nuevas formas de vida.
lunes, 25 de mayo de 2020
EBRIEDAD EXISTENCIAL
La democracia cultural hace inviable e ineficaz seguir viendo la lectura con ese ultimo empeño vanguardista, que iniciaron e impusieron los románticos, y que consiste en hacer prevalecer la forma sobre el fondo. Lo cual significa que solo leemos si nos acomodamos antes a una estructura, nunca leemos para vernos leyendo. O dicho con otras palabras, la estructura donde se enmarca el fondo del relato y por donde corre el flujo de la lectura sirve para que el lector se acomode, no para que ese fondo y su flujo no se desborden. No es lo mismo. O para que los académicos y otros corporativistas se apropien del flujo y del fondo, y digan aquello de que esta obra es una obra maestra o aquella otra no lo es tanto o la de más allá es una obra menor.
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Otra cosa es por qué a los vanguardistas históricos, como los últimos románticos que eran, les molestaba tanto el orden y las estructuras burguesas desde donde miraban el mundo. ¿Por qué sintieron la necesidad de dislocarlo todo y salirse del carril de la tradición? ¿Por qué la tradición de la mimesis dejó de ser interesante ante sus ojos?
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Aun así, todas las obras de los vanguardistas históricos fueran escritas o pintadas o compuestas para nosotros, para quiene si no. Es la primera vez en la historia de la humanidad que tenemos las habilidades creativas que aquellos “descerebraos” propusieron al alcance de la mente y de la técnica humanas, pereza y arrogancia a parte. Las vanguardias son, como decirlo, como lo son en nuestra experiencia los campos de exterminio, el gulag o las bombas atómicas, ademas de McDonalds y Bill Viola. ¿Cómo no reconocer en la expresión moderna de cualquier contribuyente actual: voy de bólido, la mente zascandil de Leopoldo Bloom?
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Somos, por decirlo así, los herederos de algo (vanguardismo cultural) que es inviable en el mundo de la democracia cultural en el que vivimos, que se rige por la vulgaridad no por la excelencia o la supuesta excelencia de los vanguardistas. Que sus propuestas heredadas sean aparentemente inviables, no quiere decir que esa herencia no nos constituya. Yo pienso que somos vulgares demócratas culturales por cuyas venas corre toda la herencia vanguardista de nuestros antepasados. Lo que nos falta es cuadrar ese aparente oximeron o contradicción existencial.
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Ahí esta el Anuncio Publicitario para intentarlo, como ejemplo cabal de lo que digo. Acapara dentro e sus pocos minutos toda la tradición vanguardista plástica, filosófica, narrativa, cinematográfica, envuelta en papel de celofán de la mas absoluta vulgaridad: compra este coche o ponte estos tampax. De nuevo vuelve el orden burgués renovado.
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Sin estructura no sería posible hacer visible ese fondo y el discurrir por él del flujo narrativo del relato, cierto, sin embargo una vez que la estructura finaliza su cometido el flujo continua. Esto ve muy bien en algunas novelas del momento presente, que representan un mundo donde no hay estructura creíble que pretenda abarcarlo en su totalidad, cosa que si lo hacia la estructura narrativa decimonónica, cuando el mundo se creía inteligible y sus crisis eran como paréntesis para volver fortalecidos a la perenne e inteligible seguridad.
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Lo cual si nos atenemos al hecho concreto de la lectura, dentro de esa democracia cultural, el romanticismo vanguardista desdibujó lo que es el sentimiento original de la lectura, a saber, una conquista individual irreversible no de una forma concreta, sino del uso de discursos lingüísticos que dentro de la comunidad emplea cada individuo de un modo determinado; la lectura individual, por decirlo así, usa la literatura.
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Su imagen exterior mas recurrente lo dice todo: leer es ver a alguien leyendo. Es ver a alguien con la mirada fija sobre algo que ha sido escrito por otro y que está impreso sobre un soporte llamado papiro, libro, dispositivo electrónico. Es una imagen invariable en la larga noche del analfabetismo, que se ha dio abriendo paso lentamente, hasta hacerse visible de forma masiva en la polis de la alfabetización democrática moderna.
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La democracia cultural, de la mano de la globalización, ha venido para quedarse entre nosotros. La democracia lectora también. Es un efecto retardado de la revolución neolítica que comenzó hace ya mas de 8500 años. Pero no podía pasar de otra manera, toda vez que decidimos colgar los aperos nómadas y asentarnos de manera estable a la vera de un río. Ponerse a leer debajo de un pino como conquista irreversible, era cuestión de tiempo. Solo con el cuerpo, o con el cuerpo y el alma al mismo tiempo. Como preguntaría el poeta, ¿donde ponemos el don de nuestra ebriedad existencial? Eso es lo que seguimos decidiendo.
jueves, 21 de mayo de 2020
EMIR KUSTURICA
Forastero en el matrimonio… es una colección de seis narraciones extensas -un par de ellas, de cincuenta páginas-, que transcurren en Sarajevo y sus alrededores, en los años 70 y 80. Aunque no van todos ni seguidos ni en estricta continuidad cronológica, cuatro de estos relatos tienen como protagonista a la familia formada por Braco Kalem, Azra Kalem (su esposa) y, junto a otros parientes, su hijo Aleksa, que ostenta como protagonista el punto de vista, narra en primera persona y tiene trece años en el primer cuento. Sin constituirse como cuatro partes de una novela, estas narraciones conforman una unidad y, por lo que se narra en la última, terminan por describir el proceso de crecimiento y descubrimiento del joven Aleksa, su iniciación a la vida, su paso a la madurez, todo ello en la Yugoslavia heterodoxamente comunista de Tito, telón de fondo -como las calles, el vecindario, los amigos- contemplado en un tono más irónico, zumbón y faltón que agriamente crítico, incluso tal vez con algo de nostalgia, punto de vista acorde con las opiniones políticas de Kusturica -en las que no voy a entrar aquí-, disconformes con el comunismo, pero favorables a la conservación del carácter unitario del estado yugoslavo y combativas respecto a su consumada división y al rebrote de los nacionalismos en las partes resultantes.
miércoles, 20 de mayo de 2020
LA MONTAÑA MÁGICA 15
ENFERMOS ADMIRADOS
Encuentra Telmo a un pariente preocupado, ya que acaba de enterarse de que el virus de marras esta aumentando la proporción de enfermos imaginarios de una manera alarmante. Telmo sabe que el temor de su pariente radica en que este tipo de enfermos son los que de forma mas insistente reclaman para sí la admiración de la sociedad. Si la tal admiración deja de lado, por decirlo así, a la naturaleza aristocrática de estos enfermos, y todo el mundo reclama democráticamente esa misma admiración, el pariente de Telmo, que sufre una enfermedad crónica desde hace años, ve peligrar el estatus que se ha venido labrando a pulso durante todo este tiempo. Telmo trataba de comprender lo que le dice su pariente cercano, al hilo o en paralelo de lo que ha ido aprendiendo de su vista diaria al Berghof, donde el gerente del sanatorio, ese hombre de rostro amarillo o azul, según le de la luz de las estaciones del año, que también tiene unas manos como palas, al decir del narrador sabelotodo, no tiene en demasiada estima a los enfermos que se creían con derecho a ser admirados. Y es que allí arriba la enfermedad no solo era o es, como allá abajo, una emisaria cabal y pragmática de la muerte, sino el lugar desde donde los internos del sanatorio miran y piensan el mundo. Es por ello que Telmo quiere identificar algo semejante en la actitud resistente de su pariente cercano. Es cierto que a ello se opone la larga historia de los enfermos imaginarios. Mas o menos todo el mundo sabe que el escritor Moliere les dedicó la última obra de su vida como dramaturgo antes de morir. Es una obra que en clave de humor y sátira se centraba no tanto en los enfermos, pues así lo hace suponer el título, como en los médicos. Ese tono humorístico es el que acompaña al doctor Behrens, gerente del sanatorio del Berghof, desde que Telmo lo conoció en las primeras páginas de la montaña mágica. A través, digamos, de su magisterio ha aprendido de la experiencia de tratar con los enfermos de allí arriba, que la enfermedad es una de las formas de la vanidad, sin duda, pero que hace mas auténticos a quien la padecen, en el sentido de nos estar vestida o acicalada con los fardos de la falsedad de una manera tan obsesiva como lo están los de allí abajo, sea entendido como el lugar donde habitan siempre los que las autoridades sanitarias diagnostican deportivamente como sanos Dicho de otra manera, piensa Telmo, Hans Castorp no hubiera llegado a ser en lo que se ha convertido como enfermo del Berghof, si hubiera seguido aspirando como sano a su plaza de ingeniero en los astilleros de Hamburgo. La panorámica que aparece, se estremece Telmo, cuando los de allí bajo se entregan únicamente a las palabras de la inquebrantable salud de su cuerpo es una anticipación del desierto que se avecina. Cuerpos contra cuerpos, vacíos de alma, o de seso, o de espíritu, pero llenos de estómagos, hígados y pulmones, sobre todo pulmones, con su capacidad intacta de prolongar el contagio.
martes, 19 de mayo de 2020
MUCHO PEOR
Resulta que mi panadera de cabecera me lo dijo el otro día: el mundo en el que viviremos después del virus de marras será peor que el anterior, hace solo un par de meses y medio. No dijo mi mundo, sino el mundo. Resulta, también, que mi panadera de cabecera tiene estudios, pero no encuentra trabajo. Tengo la sensación que el mundo le parece infinitamente grande cuando habla solo consigo misma.
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¿De quien es la experiencia de mi panadera de cabecera que le hace hablar con tal suficiencia? Hecha la pregunta así lo primero que me respondió mi panadera fue que su experiencia es suya, nada mas que suya. Aunque mas tarde me fijé con mas atención en sus palabras, y aunque me habló con máscara interpuesta, probablemente estuviera confundiendo su experiencia con el lado literal de su biografía: Mujer joven con estudios que vende pan por las mañanas de 8 a 14 horas. Desde este punto de vista no le discuto a mi panadera de cabecera que su biografía es solo suya y, por tanto, distinta de la mía, y la una y la otra distintas a su vez de las biografías de los distintos clientes que esperan cola en la puerta de la panadería para evitar el amontonamiento. Y que todas ellas entre sí, así vez, son intransitivas. Es decir, incomunicadas e incomunicables dentro de la jaula mental donde vivimos, la panadera y sus clientes.
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Ahora bien, si mi panadera de cabecera entiende la pregunta como el impulso para salir de esa jaula, y también como el punto de arranque de su aprendizaje fuera de ella, la experiencia de mi panadera de cabecera es básicamente delegada, es decir, la vivida por quienes elige como compañeros de viaje, que se convierten así en el itinerario de su viaje fuera de la jaula. Su aprendizaje será, entonces, saber que han aprendido los compañeros de viaje con sus ideas, prejuicios, creencias, etc. Ahora no cuesta nada deducir que lo que impresiona y percibe mi panadera de cabecera lo hace por relación con su aprendizaje fuera de la jaula, que no es otra cosa que experimentar lo de los otros. Pues cabe la posibilidad que descubra que le puede impresionar lo que le ha sucedido a otra persona con mas fuerza que si le hubiera sucedido a ella misma. Por tanto, forma parte de la panadera todo lo que experimenta, toda la experiencia que ha asumido.
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Llegados hasta aquí, fuera de la jaula y camino de la cabaña donde se supone que mi panadera de cabecera reflexionará sobre todo ello (las mejores ideas de siglo XX se imaginaron dentro de una cabaña, alejados su autores del síndrome de la jaula), ¿qué es lo absolutamente necesario para que los otros la escuchen y ella los escuche a ellos, para que el mundo, sin dejar de serle infinitamente grande, les sea a todos parcialmente inteligible? Que cada cual se sumerja en la experiencia del otro. Ya que la propia experiencia puede ser compartida con los otros, pero no se puede experimentar con otros, pues su carácter, como dije antes, es lo propio de lo estrictamente biográfico y básicamente intransitivo o incomunicable. Prueba a compartir, le dije a mi panadera de cabecera, un dolor de muelas o de cabeza con el ser que uno mas quiera, observaremos que el otro o la otra se pone triste, o se desespera, pero que no le duele en el mismo sitio y a menudo ni siquiera le duele.
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¿Que es el síndrome de la jaula?, me preguntó mi panadera de cabecera. Que te den un papel para que pintes lo que ves desde allí dentro y sólo pintes barrotes.
lunes, 18 de mayo de 2020
Ha DE UN MATRIMONIO 5
LO EXTRAÑO
Han pasado ya unos cuantos días desde aquella tertulia gloriosa, que Telmo compartió con sus amigos cinéfilos, y todavía quiere creer que la mayoría sigue soñando, secretamente, en los beneficios del amor sin atreverse a preguntarse todavía, ¿que es el amor? Y es que, a pesar de la experiencia compartida con Charlie y Noelia, sobre los espectadores, piensa Telmo, pende como una espada de Damocles la envidia latente que todos sentimos por la expresión personal elevada (ahí radica nuestra relación con lo infinito), involuntaria y poderosa, que nos abra las puertas de la excelencia de los sentimientos mas nobles (entre los cuales, sin duda, el del amor sigue ocupando prioritariamente nuestros corazones, así pasen otros dos mil años de militancia nihilista o desencantada). Todo lo cual no es otro asunto que esa casi automática ansia de una especie de testimonio y manifestación de la verdad, no respaldada por la familia, ni por la Academia, ni por ninguna otra institución gubernamental de nuestra sociedad, sino por el ímpetu inherente de aquella verdad acerca de uno mismo, eso que también lo conocemos con el nombre inquietante o amenazante de intimidad, aunque siempre lo confundimos o nos interesa emborronarlo, cuando se trata de rebajar su inquietud o amenaza, al hablar de ello en sociedad, o en familia o en el ámbito profesional, con la palabra privacidad o lo privado. Junto a aquella pregunta sobre el amor, que parece venir del cielo, o de algún lugar de la verticalidad respecto a nuestra existencia que siempre tiene los pies en la tierra, le acompaña lo extraño que constituye al sujeto amado, mas extraño si se quiere cuanto mas se descubre que es otro distinto a uno mismo, o dicho de otra manera, cuando los amantes pasan del estadio de arrobamiento propio del enamoramiento indiferenciado al estado mas reflexivo propio del amor propio de cada uno de los amantes, junto a la coordenada de aquella verticalidad, dice Telmo, aparece la abscisa horizontal de lo extraño del sujeto amado, que una vez que aparece se queda para competir o rebajar aquella otra imagen vertical elevada con la que empezó todo. Sin embargo, cree Telmo, no debería lo vertical comerse a lo horizontal, lo elevado de uno mismo pareciéndose a Dios a lo horizontal del extraño que debe seguir siendo extraño para que la cordura no abandone al sentimiento que une a los amantes. El aullido fundacional de Noelia significa, al entender de Telmo, una ruptura dolorosa en su intimidad de esa continuidad entre lo elevado, que creía haber conquistado ella misma, donde había adorado despreocupadamente a Charlie, y la extrañeza que le supone descubrir a su marido, dice ella, yendo toda la vida a lo suyo, sin ninguna consideración para con su persona. Lo extraño aquí abajo, de repente, para Noelia no es compatible con el amor que siente por Charlie allí arriba. En fin, dice Telmo, lo que Nicole descubre amargamente es que había estado dibujando su mundo, desde que abandonó Los Angeles para irse a vivir con Charlie a Nueva York, llenando los espacios con imágenes de las obras de teatro de aquel, pero también con las suyas propias. Imágenes que como las provincias, los reinos, las montañas, las bahías, las naves, los coches, los ensayos teatrales, las risas con los compañeros de profesión, los peces, los caballos, las islas, las habitaciones, los vestidos con se han disfrazado para salir al escenario, los astros, los cuentos que le han leído a Henry, Henry mismo, como no, llenan los mapas de los sueños y los de papel, pues son ambas cartografías del alma despreocupada de quien no ha pensado en si misma. Poco antes del aullido, cuando el bondadoso mediador primero le pide que lea lo que le ha escrito sobre lo que le ha parecido la vida con Charlie para hacer, digámoslo así, un suave aterrizaje sin turbulencias en la pista del divorcio, Nicole se da cuenta de que en todo lo escrito sobre su marido, quien realmente aparece es ella misma refiriéndose a Charlie. De otra manera, la única huella que encuentra es la suya y nada mas que la suya.
viernes, 15 de mayo de 2020
Ha DE UN MATRIMONIO 4
¿QUÉ ES EL AMOR?
Lo que pudiera parecerle a los contertulios de Telmo la pregunta que el mismo les hizo como algo pertinente, a saber, ¿qué es el amor?, en el contexto de la conversación que estaban manteniendo sobre la película Historia de un matrimonio, del director neoyorquino Noah Bauchbam, no se hizo notar mediante alguna repercusión en el ánimo de los interpelados. Telmo hizo la pregunta no solo porque sabía que la callada por respuesta sería lo unánime, sino por el prurito, si se quiere coyuntural, de comprobar alguna variación en el rostro o en la comunicación no verbal de los contertulios que pudiera ser considerada de interés para el cuaderno de notas que Telmo tiene siempre abierto, digamos, a los latidos imprevisibles del mundo. La pregunta es evidente que no tiene respuesta en el sentido positivista, si se tiene responder, por ejemplo, que tres mas dos son cinco, o que la capital de Rusia es Moscú, o que la hipotenusa de un triangulo rectángulo es igual a la suma al cuadrado de cada unos de sus catetos. Es de esas preguntas que nos enfrenta, piensa Telmo, al océano o al desierto, según los casos, de nuestra ignorancia. Y sobre lo que quería explorar Telmo, comprobando la disposición que tenían sus queridos contertulios para responder a una pregunta de la que, por otra parte, tenían todos experiencia sobrada, ya que siendo todos mayores de cincuenta años todos habían tenido la experiencia de enamorarse y de desencantarse con experiencias similares. Pero eso no significaba, de ahí la oportunidad de la pregunta al hilo de la experiencia amorosa vicaria de Charlie y Noelia Barber, que supiéramos, Telmo mismo incluido, que esa experiencia hubiera contestado a la pregunta de que es el amor. Parece algo indiscutible que vivimos continuamente en un horizonte de nuestro propio saber. Sin embargo, vamos mas allá, el sentimiento del amor sea tal vez el mas audaz en este sentido, tratando de abarcar la perspectiva que hay mas allá de ese horizonte y que se nos escapa. Dicho con otras palabras, y sin que Telmo pretenda con ello dar una definición, el amor, mejor dicho el enamoramiento sería algo así como dar lo que no se tiene a alguien que no es. Sea como fuere, lo cierto fue que los contertulios no manifestaron el más mínimo interés no tanto por la pregunta como por la perspectiva de inteligibilidad que se les abría delante de sus narices o de sus ojos o de sus oidos. Eso era lo realmente interesante, no dar una respuesta precisa como así todos no lo entendieron, viendo Telmo sus caras de palo o de póker o de marcianos. Fue el caso que el aullido primero de Noelia y después los aullidos conjuntos de Charlie y Noelia, que, al entender, de Telmo, distorsionaron cualquier intento por parte de los espectadores presentes de ver lo que vino a continuación como algo, digamos, que cayera dentro del canon naturalista, o de la narración documentalista, aconteció ante sus ojos como un ruido de mal gusto, lo que provocó que pasaran de inmediato a la comodidad del salón de su jaula, que es donde querían instalarse para ver la película. Es decir, pasaron a conversar sobre la pelea de gallos que protagonizaron, después de los aullidos de los dos protagonistas, los abogados Nora y Jay. Y por mas que Telmo recordó al respetable, un par de veces por lo menos, que tuvieran en cuenta en sus reflexiones e intervenciones la pregunta qué es el amor, los aullidos de los abogados tomaron el protagonismo definitivo en complicidad explícita con los espectadores panza contentos, ya entregados con su copa en la mano al bienestar de su jaula. La tormenta incomprensible de los protagonistas era en todo caso, sugirió alguno, un asunto de la fase del diván una vez haya concluido la fase judicial. Telmo se dio cuenta que eso de dividir la película en fases es lo que estaban esperando los espectadores, pues a todos se les tranquilizó el semblante, en varios de ellos todavía bajo los fotos confusos e incompresibles de los aullidos de marras. Quizá la explicación se encuentre, al entender de Telmo, en el momento en que Charlie y Noelia Barber abandonaron su condición de amantes extraviados y a la deriva, pasando a convertirse en clientes de sus abogados respectivos. Fue ese giro hacia lo clientelar, por decirlo así, que toda película (y por extensión toda obra de arte tienen), pues forma parte de un entramado empresarial y de mercado, lo que consoló y calmó los ánimos de los espectadores, nada más tuvo que fijarse Telmo en sus rostros al fin seguros de cualquier amenaza inminente, ahora convertidos en leales consumidore de los avatares existenciales de dos almas en pena y a la deriva, como eran las de Charlie y Noelia Barber. Y es ahora cuando Telmo entiende la total indiferencia con que aquel espectador acogió la pregunta de Telmo, sobre si había visto algún vestigio de universalidad en la película. Era obvio porque no le interpelaba tal universalidad, ni nada que tuviera que ver con ella, pues tanto una hamburguesa como una película como un coche pueden consumirse, lo que se dice consumirse en el sentido gastronómico del término, lo mismo en Nueva York que en Los Angeles, o en Tombuctú que en Castrillo de los Polvazares.
jueves, 14 de mayo de 2020
Ha DE UN MATRIMONIO 3
LEVANTAR EL VELO
Cuando hoy se ha tirado de la cama, Telmo, que ya llevaba un par de horas despierto casi al mismo tiempo que la luz del nuevo día empezó a clarear sobe el cielo nuboso, lo que le rondaba por la cabeza en forma de circulo, como el que describe el burro al dar vueltas alrededor de la noria, era la escena por la que Laura Dern ganó el Oscar 2020 a la mejor actriz de reparto. Esta escena no es otra que la que la abogada Nora, que Noelia Barber ha contratado para ganar la custodia de su hijo Henry en lucha feroz, a veces, y más calmada en otros momentos, contra su marido Charlie Barber, se dirige a su clienta, después de quitarse los tacones de Guerra de los tribunales y, sentándose en el sillón se acerca a ella, ya no como abogada sino como su hermana mayor o su amiga del alma o su psicóloga gratuita, en fin, va y le dice que cuenta con ella porque sabe todo lo que está pasando ya que ella ha pasado por lo mismo etc, etc. Si en lugar de oír lo previsible, aseverado con las lágrimas por supuesto, a Telmo le gustó imaginar que Nora y los espectadores escucharan salir de la boca de Noelia algo que había leído días antes de la tertulia cinéfila, y que más o menos decía que nuestra vida interior entera es algo así como una frase única empezando desde el primer despertar de la conciencia, frase sembrada de comas pero nunca cortada por puntos; todo nuestro pasado, por tanto, está presente en nosotros, de modo que nuestra conciencia, para obtener su revelación, no necesita salir de sí misma, ni de una influencia externa; todo lo que tiene para hacer es levantar el velo. Al mismo tiempo que imaginaba esta escena, digamos, alternativa a la que Baumbach había filmado para dar entrada a los tecno abogados y con ellos al aparato judicial del estado en el mundo huracanado, momentáneamente apagado a la espera de una nueva erupción como se verá minutos mas tarde en compañía de su marido Charlie Barber, de Noelia Barber, Telmo se preguntó que se le estaría pasando por la cabeza a los espectadores que estaban a su lado compartían la conversación sobre las cuitas de estos norteamericanos talentosos, por decirlo así, entre costa y costa de ese continente. Como todos eran mayores de cincuenta años, Telmo dedujo que los asuntos del matrimonio, o de la vida en común o durante muchos años, no le eran ajeno a ninguno. No hacia falta que hubieran vivido la experiencia biográfica del divorcio, ya que era bien seguro que todos sabían de que iba el asunto. Y también era mas que previsible que lo aullidos e insultos, que se intercambian Noelia y Charlie, eran los mismos aullidos e insultos que seguro se habían intercambiado cada uno de ellos con su respectivos maridos y mujeres. Pues, efectivamente, el pasado de cada uno esta en su presente como si nuestra vida fuera una frase continuada desde que emitimos el primer llanto o aullido al nacer y, poco después, nos contaron el primer cuento que, sintácticamente, no fue muy diferente a ese primer llanto. Y, sin embargo, Telmo no se atrevió a interpelar con estas grietas existenciales a sus colegas de conversación, porque los detectó demasiado aferrados a las barras de su jaula como para ser capaces de aceptar unas palabras con las que únicamente podían conversar soltando las manos de los barrotes y, abriendo la puerta de la jaula, salir a enfrentarse con lo que había afuera que no era otra cosa que, las carantoñas de Nora y los exabruptos monetarios de Jay Minotta, el abogado que se pegó al bolsillo de Charlie Barber, que como el pasado de los protagonistas se había despertado de forma violenta en su presente dentro de la jaula cortando en seco, como si fuera la sierra de un punto y aparte, lo que había sido hasta ese momento su habitual y plácida existencia. Esa herida, no solo sangraba en lo mas intimo de Charlie y Noelia, sino que despedía desde sus adentros envenenados pedruscos de oido y rencor nunca antes vistos que lanzaban contra el enemigo. Telmo solo se atrevió a preguntar a uno de los contertulios si detectaba en la película, tal y como la había visto, algún signo de universalidad, que justificara nuestra presencia como europeos ante la pantalla. El tal contertulio dijo, sin pestañear, ni despeinarse, ni soltar las manos de los barrotes de la jaula, que no, que no detectaba en sus dos visonados de la película ningún signo de universalidad que le hiciera empatizar o estar mas cerca de lo que estaban pacediendo Charlie y Noelia. Telmo pensó que, una vez mas, ante semejante pregunta el espectador mintió piadosamente, pues no se atrevió a decir lo obvio, a saber, que si no ha detectado universalidad en la película, no ha visto una película sino una noticia o un documental sobre lo que se cuece entre bambalinas del mundo del teatro neoyorquino, algo completamente ajeno a los intereses de cualquier de los que estábamos en la conversación, océano Atlantico por medio, que según contabilizó Telmo no pertenecíamos en ninguna caso al mencionado gremio profesional. Por lo que Telmo dedujo que el interpelado con lo de la universalidad, al igual que Noelia o Charlie en sus respectivos aullidos, se negó en redondo a levantar el velo de la falsedad con que cubría su vida, vete tu saber desde cuando, pensó Telmo, si tenia en cuanta la colosal indiferencia con que se quitó de encima la pregunta de marras.
miércoles, 13 de mayo de 2020
Ha DE UN MATRIMONIO 2
NICOLE EXPLOTA
Telmo tuvo la intuición, después de asistir perplejo a la explosión de cólera de Nicole delante de su marido Charlie y del primer mediador que se iba a encargar de llevar por el camino amistoso su divorcio, de que era ahí, en esa especie de erupción volcánica, donde se encontraba el tuétano de la película, aunque nada mas lo intuyó ya que los propios efectos del ataque de cólera de Nicole lo dejaran, por decirlo así, en estado de shock. Ni que decir tiene que minutos más tarde, en el tramo final de la película, la violenta discusión verbal que mantiene Charlie y Nicole, confirmó a Telmo en lo que ya venia intuyendo desde aquella primera escena, aunque reconoce que tuvo que esperar aun segundo visionado para poder entender que estaba pasando delante de sus narices y sus ojos y sus oídos. Así que Telmo, días después, se puso, con papel y lápiz, a volver a ver “Historia de un matrimonio” por segunda vez. Y efectivamente, cuando volvió a explotar el huracán Nicole delante de sus narices y sus ojos y sus oídos, sintió que aquello no venia de la película ni de la realidad compartible a la que quería remitir al espectador (las cuitas de separación de una pareja de clase media urbana occidental, talentosa y en plena fase creativa), aquella ferocidad no venia de la modernidad ni de algo que tuviera que ver con lo que entendemos las personas educadas por la civilización, sino que venia de la antigüedad mas lejana. Y lo que dejaba Nicole ante su marido Charlie y el bienintencionado mediador, que amablemente les había pedido que leyeran lo que pensaban uno de la otra, que previamente lo habían puesto por escrito, como una manera, digamos, constructiva (por seguir el argot del mediador bienintencionado) de enfocar el divorcio con el que iban a dar por finalizado su relación de cerca de una década, lo que sintió Telmo que se coló en la pantalla al escuchar a Nicole, fue algo que además de antiguo depositaba sobre la mente del espectador el estigma de la consumación o acabamiento, no a la manera que había previsto el mediador mirando hacia el futuro, sino de esa forma que, como todo lo consumado, recae en el tiempo primigenio o de vuelta al origen. La explosión de Nicole era una verdad incuestionable, quedaba por comprobar si era capaz de diluirse en lo temporal donde se había producido, o permanecía deambulando por la rudeza y aridez del mundo de los Angeles o Nueva York, como tantas y tantas verdades que pueblan el mundo actual carentes de lugar y de imágenes. El relato de Baumbach, al entender de Telmo, le concede ese lugar y esa imagen al explosivo aullido inicial e iniciatico de Nicole y, de paso, le abre el camino para el postrer aullido de Charlie, esta vez junto a Nicole que repite su acción colérico, donde le escupe a la cara que no deja de pensar cada día en llegar a casa y verla muerta. Todo el intento de los contertulios que acompañaban a Telmo, tal y como confiesa el mismo, de llevar la película al ámbito de lo natural, que es lo mismo que al ámbito de lo que debe ser o lo que estamos acostumbrados que sea, es verla desde la confortabilidad de la jaula de oro o de hierro, según la nómina de cada uno de aquellos, pero que tiene los mismos efectos, todos igualmente poco alentadores, sobre el resultado final de la conversación.
(...)
Los homeristas (no se refiera Telmo a los seguidores del padre de la familia Simpson, de la serie del mismo nombre, sino al escritor de la antigua griega, autor de la Ilíada y la Odisea) defienden el origen, o pecado original, de la civilización occidental en la cólera de Aquiles frente a Troya ante el cadáver de su amigo Hector, negándole este privilegio a las añagazas de Eva para que Adan comiera del árbol prohibido del bien y del mal. Descanse por un rato, por tanto, el movimiento evista, pues, como no podía ser de otra manera, lo que puso en marcha, dándole la gasolina necesaria, la maquinaria depredadora de Occidente fue la violencia de un macho cabrio humano, demasiado cabrio y demasiado humano, cumpliendo con las tareas propias de la testorena de su sexo, a saber, luchar, derribar, conquistar y aniquilar al enemigo en el campo de batalla.
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