lunes, 4 de mayo de 2020

LA MONTAÑA MÁGICA 12

LO INFINITO 2
El gordo Arteta, así llama Telmo al librero de su barrio, le proporcionó una lista de libros para comprar en el día del libro. En la contraportada de una de ellos, titulado “la infinitud en época de confinamiento”, su autor, una tal Antolín Esparza, profesor de filosofía y critico literario, decía en el primer capítulo que, contra todo pronóstico, lo que ha descubierto es estos días de encierro obligatorio ha sido que la infinitud es más real y mas cercana. A Telmo le vino de inmediato su experiencia lectora con la montaña mágica, pues, efectivamente, la expresión del profesor Esparza daba en la diana respecto a lo que le estaba sucediendo a el mismo con los personajes del sanatorio del Berghof, sin que hasta el momento en que se encontraba de la lectura supiera darle forma a lo que sentía, sobre todo, al escuchar la voz del narrador sabelotodo, que ahora la reconocía gratamente como una voz infinita. Y es que a determinadas alturas, por ejemplo allá arriba en el Berghof, parece lógico pensar, así al menos lo dicta el sentido común tradicional piensa Telmo, que se está mas cerca de lo infinito, aunque nada mas sea porque, debido a esos pocos metros de altura, los asuntos propios de la finitud de allí bajo no te rozan con su descaro e impiedad. Dicho de otra manera, si hay enfermedad y muerte allí arriba, es decir limitación e imperfección, tal y como aceptan con resignación, unos mas que otros también se ha de decir, de forma constante los enfermos del Berghof, tiene que haber lo ilimitado y lo perfecto en algún sitio que, es obvio, que  no está situado allá abajo que es de donde surgen todas las enfermedades que llenan los pulmones de los inquilinos de las habitaciones del sanatorio. Esto es algo, reconoce ahora Telmo, que lo sugieren también constantemente las palabras del narrador sabelotodo. O su delegación en las interminables conversaciones que llevan a cabo los dos grandes conversadores, Settembrini y Naphta, como no podía ser de otra manera. Lo infinito se acerca a lo finito al faltar el bienestar y la libertad de lo cotidiano, que nos crea una falta ilusión de inmortalidad divina. Con algo que se ha hecho viral (por utilizar la jerga de lo digital) desde que existe la publicidad y propaganda de distribución y acceso masivo, se pregunta Telmo, podemos seguir afirmando lo mismo respecto a nuestra relación con lo infinito, o sencillamente todo sigue igual pero lo que ha cambiado son las maneras de imaginar e imaginarnos. Alguien dijo, recuerda Telmo al comparar a los de arriba con los de abajo del Berghof, que hay dos cosas que se expanden de forma permanente, a saber, el universo y la estupidez humana. Allí arriba, sin embargo, Telmo puede asegurar que respecto a la segunda su expansión también está en cuarentena. Lo cual no deja de darle una brizna de confianza sobre el futuro de la humanidad. La enfermedad, contra toda la previsión mas optimista del progreso humano, entra a formar parte de naturaleza. O sea, deduce Telmo, El Progreso humano solo podrá recibir tal nombre si se contempla tanto en la salud como en la enfermedad, con un fondo de infinitud inalcanzable que le da las auténticas condiciones de posibilidad de su realización.