martes, 12 de mayo de 2020

Ha DE UN MATRIMONIO 1

TODOS LOS TEMORES
Cuando a Telmo le propusieron mantener una conversación sobre lo que había dado de el visionado de la película de Noah Baumbach, “Historia de un matrimonio”, dijo inmediatamente que si, porque nunca dice no a este tipo de invitaciones, aunque si notó en su interior un no se que indescriptible e inasible que, sin haber visto la película ni saber nada de su director, le remitía directamente al título. ¿Un matrimonio puede tener historia? ¿A que se refiere el director con la palabra historia vinculada a la de matrimonio, a un sumatorio de hechos y de fechas, a un encuentro de instituciones?La verdad a cerca de ese matrimonio, pensó Telmo antes de ponerse delante de la pantalla, no debe ser otra cosa que la verdad a cerca si mismos, eso que se llama intimidad, de quienes son marido y mujer, a saber, Charlie Barber y Nicole Barber. Para ser mas precisos la película debería haberse llamado redondeando al alza, pongamos, “diez mil días juntos” (los ocho años de su hijo Henry mas los días previos a su nacimiento) . Pues, al entender de Telmo, ese rótulo (en lugar de historia de un matrimonio, que se refiere más bien a lo que los protagonistas deben ser, o no ser, divorcio) coloca sin más preámbulos a los protagonistas frente a su condición de existentes (lo que son, sin mas), haciendo visible ante el espectador la precariedad que como tales les acompañará a todos durante el itinerario de ese viaje, pues la contundencia de la cifra hace que aparezca ante sus almas, como demasiado largo, o demasiado duro, mas acorde con la experiencia de existentes que un mero trámite burocrático en un juzgado de supervivientes. Es esa condición de existentes la que mejor facilita la labor del espectador (al reconocerse el mismo también como existente) para saber desde qué lugar tiene que pensar lo que irá apareciendo en la pantalla. Dicho de otra manera, el lugar desde donde se lo cuentan. Mientras que en la decisión, por parte del director, de haber llamado a la película Historia de un matrimonio, hay de forma implícita y probablemente no consciente, una criba anticipada, por decirlo así, de los espectadores que no se van a sentir concernidos por la peripecia de Charlie y Nicole. Y también, por ahondar una poco mas en el asunto, un desentendimiento absoluto de toda esa potencialidad que, por hacerse presente o acontecer en el mundo presente en el que vivimos, deja al descubierto toda acción creativa. Esa potencialidad no es otra que lo que los espectadores hacen con lo que ven en la pantalla (estoy hablando de su carácter existencial que define el destino de sus vidas) y de la necesidad que tienen como ciudadanos de que les cuenten cosas para saber cual es el lugar (en el interior de la polis, por supuesto, donde toda creación contemporánea acontece) desde el que libremente piensen el mundo al que pertenecen. Pero Telmo sabe que a pesar de la propaganda oficial y oficiosa, las cosas siguen como hace doscientos cincuenta años, cuando mas o menos empezó el capítulo mas acelerado de lo que se ha dado en llamar modernidad. Es decir, eso que genéricamente dentro de aquella se conoce como Academia, donde se concentran los enfrentamientos y alianzas de los intereses de todas las elites culturales y educativas, sigue trabajando con un único objetivo, a saber, mantener a toda costa la función que tiene encomendada, que no es otra que convencer a los ciudadanos de una falsa impresión respecto a todo lo que se crea, y que sigue llamándolo arte, a saber, bajo su palio y con las formas divulgativas que ella proponga la Verdad es mas asequible e inteligible a todos los ciudadanos de lo que realmente es, y menos o casi nada un asunto del valor y el coraje que ellos libremente deben desplegar para lograr una visión personal. Para tal empeño no tiene ningún empacho en fundamentarlo todo desde el punto de vista de la soberanía histórica, ya sea respecto a las obras como a la imagen de los artistas, que así siguen bendecidos por la aureola romántica. De esta manera no soloacercala verdad a los contribuyentes, que para eso pagan, sino que garantiza su supervivencia y pertinencia a lo largo de los años. No hace falta insistir demasiado, piensa Telmo, para darse cuenta que esa conglomerado de intereses de todo tipo que es la Academia en la Modernidad, es un trasunto secular de aquel otro que dominó el orbe te orbi durante casi dos milenios, y que sigue haciendo lo que puede, o lo que le dejan, con el mismo nombre de antaño, el Vaticano.