viernes, 8 de noviembre de 2019

HERENCIA INMATERIAL

¿De que nos valen los bienes heredados de la educación, si no nos une, entre quienes dejan la herencia y quienes la recibimos, ningún tipo de experiencia? ¿De que nos vale si cada quisque quiere ser el Adan originario y su eden particular el primer Eden? De que nos vale, en fin, si cada cambio generacional volvemos a empezar de cero? Al coordinador le vienen siempre estas preguntas a la hora de enfrentarse a la lectura y la escritura (junto con el cálculo) como bienes primordiales de toda educación heredada. Cuando lo que llamamos modernidad se fundó lo hizo bajo los auspicios de la autorrealización individual basculando al unísono sobre la flexibilidad de su propia  autoconservación. Es decir, que ser moderno suponía la libertad de buscarse la propia vida y seguir vivo para contarlo. De ahí que la novela, junto con la democracia y la educación sean las tres patas donde se aguanta la modernidad.
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Sin embargo, todo ser existente puede tener la sensación de que democracia, novela y educación (lectura, escritura y cálculo) están unidas entre sí, tal y como lo material y visible de nuestra existencia tiene algún nexo de unión con lo que es inmaterial e invisible; ahora bien, el cómo sea esa sensación y esa unión no podemos entenderlo, en absoluto, de esa misma forma. Pero esto último ninguno lo concibe como algo necesario, si se quiere que el proceso de aprendizaje inicie su andadura.
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El coordinador esta muy atento, por tanto, mientras escucha a los asistentes a la tertulia, que el saber narrativo, y el saber en general, no tiene nada que ver con la locuacidad verbal (explícita o implícita) y el acompañamiento de la gesticulación no verbal a que invitan los fenómenos que le suceden a aquellos cada día de su quehacer democrático en la ciudad. Aunque ese saber acontezca o aparezca en medio de su ensordecedor tumulto urbano. Nunca como en la actualidad, internet y redes sociales mediante, los seres hablantes pueden desplegar toda la fuerza de que es capaz esa locuacidad y gesticulación adherida que los fenómenos reales y, sobre todo los virtuales, interpelan de forma incansable al ciudadano cada día. Lo que le lleva a pensar al coordinador que, nunca antes como en la actualidad, el como sea aquella sensación originaria y fundadora de la modernidad presenta una dificultad impar para el ciudadano ruidoso y multitareas, que decida ser lector atento y silencioso, es decir, que decida averiguar cuáles son esas otras formas donde acontece lo que no puede hacerlo en el ámbito de lo visible y determinado, sin que su acción lectora tenga como horizonte convertirse en un producto más.