viernes, 29 de julio de 2016

ENTENDERNOS O NO ENTENDERNOS

Hay una visión del uso del lenguaje, jaleada y aumentada por los medios de comunicación de masas, que sostiene el axioma que nosotros, los hablantes de una lengua determinada, nos entendemos. Su esfuerzo se orienta en encontrar los elementos comunes a todas las prácticas lingüísticas que permitan verificar ese axioma. Cuando observan discrepancias proponen una norma correctora pretextando el peligro de la inteligibilidad.

Hay otra visión del uso lenguaje, mucho más restringida, que duda razonablemente sobre nuestras capacidades comunicativas y se inclina más bien hacia la idea de que los seres hablantes no nos entendemos. Debido fundamentalmente a que cada uno de los hablantes traduce de manera inevitable, al hacer su uso habitual, el lenguaje común. Es lo que se llama un  idiolecto, un forma del lenguaje que, aunque formalmente se parece al lenguaje común de donde parte, en términos de potencia, alcance y aliento significativo se convierte por efecto de esa traducción inevitable en algo privado. Paradójicamente, partiendo de ese lenguaje común, cada ser humano acaba hablando y pensando el mundo que lo ha acogido a su manera.

¿Qué hacer ante estas dos visiones del uso de lenguaje que más que contradictorias son contrarias? ¿En qué medida afecta, por ejemplo, primero al acto de la lectura individual y silenciosa? ¿Acatamos la corrección mediática de las desviaciones del carril común del lenguaje? ¿O aceptamos que no nos entendemos, pero también aceptamos que no dejaremos nunca de intentarlo, pues el no hacerlo nos metería de coz y hoz en una incomunicación irreversible, es decir, en la locura? ¿Acatamos el lenguaje común, es decir, hablamos como habla todo el mundo? ¿O aceptamos que, ante el peligro de la inteligibilidad y el uso del corrector para volver al redil del lenguaje, hay una salida que pone en marcha lo mejor de cada uno de nosotros como seres de razón y de palabra: entender que la comunicación humana es una ficción, y que desde ese entendimiento no nos conformamos ni nos arredramos ante la fatalidad del no nos entendemos?