miércoles, 20 de julio de 2016
CON UN PIE DENTRO Y OTRO FUERA DE LA PECERA
Todo lo que tiene que ver con los relatos de ficción, no es propiamente verdadero o falso, mejor o peor, rápido o lento. Esas magnitudes o variables son las que determinan la calidad del "agua" que llena la pecera donde vivimos. No podemos vivir fuera de la pecera, pero dentro nuestros cuentos y nuestras cuentas nos acaban ahogando. Necesitamos el aire renovado de los cuentos de ficción de fuera, pero si salimos de la pecera ese aire nos acaba igualmente matando. De los relatos de ficción de fuera de la pecera buscamos aquellos que nos dicen lo que queremos oír, o los que se nos presentan más perfectos y acabados para compensar el cuento imperfecto y a medio cocer de nuestra naturaleza dentro de la pecera, y la falta de oxígeno en el agua que la llena. También porque todo lo perfecto y acabado nos remite de inmediato al principio. A sentir la experiencia irrepetible de su conmoción y compenetración. De su lectura originaria. Sin embargo, el miedo inherente a toda persona adulta, a diferencia del niño o el adolescente, hace que acabemos resguardando nuestra vida en la pecera. Pero ninguna lectura de un relato de ficción se puede sentir con sentido únicamente dentro de la pecera. Ni únicamente fuera de la pecera. Sino dentro de la pecera como si estuviéramos fuera de la pecera, a la intemperie. Esto de estar con un pie dentro y otro fuera de la pecera es lo más característico de la lectura adulta de relatos de ficción. Nuestra realidad como seres humanos y como lectores adultos de relatos de ficción son importantes debido a esa simple paradoja. Que es también la más difícil de ver y la que más nos cuesta explicar, pues la cubre el velo de las apariencias. No se trata de verla y mostrarla como una máscara más, sino como una experiencia única e irrepetible con las palabras del relato de ficción en cuestión, que llevan incorporadas la posibilidad de ser comunicadas a los otros lectores. Antes de que se nos seque el agua de la pecera. Por cierto, ¿en qué medida estar asegurado en la pecera perjudica a la calidad del agua que la llena?