Lo que quiero decir es, que sólo se puede entender la frase del título de esta entrada en la ficción. En la lectura y la escritura. En la accion creativa. En ese otro mundo paralelo. Que la vida ya tiene bastante con sobrevivir, pues es lo único que sabe hacer, a trancas y barrancas, con sus velos y autoengaños. Y que leer, por tanto, no es ver a otro, tampoco es ver a través de otro, ni usar ni manipular ni disparar contra el otro, talmente como hacemos en la vida. Sino eso: leer es ver en otro. O "romper una lanza por el otro". O pensar que el otro, al fin y al cabo, puede que tenga razón. Ya digo, somos mundos, no somos islas. Cielo santo, si fuéramos capaces de entender esto, se imaginan la violencia que nos ahorraríamos, y la lucidez que, de repente, nos embargaría, aunque nada más fuera durante los breves instantes de la lectura. Sin importarnos que afuera, tal ver por ello, aún más negra será la noche. Al fin acompasados. Ni descompensados, ni desconfiados, ni acojonados, ni malcarados, ni enrabietados, ni anestesiados. Solo acompasados, sí, con la música de las palabras sensibles de los narradores y sus protagonistas, y de los otros lectores. Ahí, en el lugar donde habita misterioso el Otro. Justo ahí, es donde yo les viera.
Pienso que ya no hay camino transitable con sentido en nuestro mundo, que no sea conocer y reconocernos en las palabras del Otro, que son también nuestro consuelo y única salvación posible. Dialogar, de eso se trata. Pero, ¿qué hay de los míos, y de lo mío? ¡Ególatra enajenado! No dudes que te lo agradecerán. Hasta que no te pongas a ello, hasta que no "leas viendo en el otro", no te puedes imaginar todavía como te lo agradecerán.