El significado y el sabor de las palabras del hablar por hablar cotidiano ya están dados, solo hay que elegir el menú diario. Y a veces ni eso. El significado y el sabor de las palabras de un cuento, o una novela, no están dados, hay que descubrirlos y hacerse merecedor de ellos, ganárselos, mediante el esfuerzo y la atención lectora. Si no es así, el lector puede deambular perdido por el texto durante mucho tiempo, lo cual es fuente de su incomodidad, que acepta resignado si está en compañía de los otros lectores.
El lector que ha decidido quedarse fuera del texto pero dentro de la tertulia (sentado alrededor de la mesa), se suele dejar llevar por el “a ver que pasa”. Este “a ver que pasa” puede ser una expectación sincera pero estática, aunque también se puede transformar en una repentina urgencia por "cuando acabará este latazo". El horizonte de la cena adquiere, entonces, un significado preeminente.