martes, 29 de enero de 2013
ASÍ DE SENCILLO
Cuando iba a pagar al frutero me di cuenta que no llevaba la cartera encima. Le dije que me guardara lo que había comprado que enseguida volvía. Como una flecha me puse a correr hacia la cafetería donde había desayunado, esperando que la cartera todavía continuase allí. No se a cuento de qué, junto a la angustia natural que aparece en estos casos - no tanto por el dinero, como por las incomodidades administrativas que supone dar de baja a las tarjetas de crédito y tener que volver a renovar los diferentes carnets de identificación - me vino a la cabeza lo que le había oído días atrás, en la misma cafetería, a un tipo de origen senegalés que se encontraba apoyado en la barra hablando con la camarera: "no he venido aquí a darme la vuelta y perder el tiempo cada vez que digan eh tu negro, o peor aún, eh tu puto negro o negro de mierda. He venido a trabajar. Así de sencillo". Entonces me paré en seco. Recuperé el resuello y llegué con paso normal a la cafetería.