miércoles, 3 de junio de 2020

HISTORIA Y MUNDO

Ya te he comentado que me cuesta seguir a Spinoza, así que  lo que hago de momento, hasta que me atreva a leerlo directamente, es leer a los lectores mas apasionados de sus proposiciones tan sorprendentes como deslumbrantes. Así voy descubriendo, de paso, por qué quiero leer la Ética. Sus lectores mas apasionados son de procedencia diversa: Gabriel Albiac (filósofo de estirpe francesa) John Berger (escritor y pintor británico), Antonio Damasio (neurólogo portugués), Juan Arnau (filósofo del sánscrito, español), Vicente Serrano (abogado y filósofo, español), Fernando Savater, como no, que yo creo que se averígüenza un poco, pues alardea de sus lecturas de Voltaire y no tanto de las de Spinoza, que me he enterado de manera indirecta que le fascinan tanto o mas que las de Voltaire. Todos, a excepción de Savater que yo sepa, tienen obras publicadas sobre sus sus lecturas de Spinoza. Así he llegado a la conclusión de que a todos (a excepción de Arnau, que creo que llega de forma natural al pensador holandés desde su filosofía oriental), Spinoza los ampara y les da cobijo de los desaires e intemperancias, por decirlo así, de una parte del pensamiento occidental, científico-técnico e historicista, que se practica, pongamos, desde Descartes. Spinoza impugna el racionalismo de Descarte pero no avanza hasta llegar al historicismo, que si construye brillantemente y sin reparos el gran Hegel. Yo pienso que esta frenada es lo que agradecen los desencantados del pensamiento hegeliano de izquierdas (los marxistas) y sus múltiples derivas posteriores. Yo también. Una vez muerto Dios, se inventa en el siglo XIX la HISTORIA con mayúsculas para sustituir la función teleológica del fallecido (el sacrosanto progreso), y también, con los años, disculpar sus fracasos y desencantos. El infinito desaparece como posibilidad del alma y como imagen del mundo, y todo se convierte en objetivos históricos científico-técnicos inaplazables del cuerpo. LA HISTORIA con mayúsculas se apropia del mundo. Y en cabal correlato, el cuerpo aniquila la posibilidad de imaginar del alma. Hasta hoy.
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Sin embargo, con Spinoza el infinito recuperado, o nuevamente imaginado, deja de ser una meta a cumplir, una función teleológica para salvarnos, y se convierte en las condiciones de posibilidad de lo finito, es decir, de lo humano. Hasta ahí llego, que para mi es mucho. Así el entender y el imaginar, que aparece en uno de los párrafos de la carta a su amigo, y que yo no los entiendo como el las describe en su escrito (Spinoza es un racionalista puro del siglo XVII), son las llaves para entrar, por ejemplo, en “Sobre el infinito”, de Anderson. Para Spinoza el entender es la linea fuerte de su pensamiento racionalista con demostraciones geométricas incluidas, mientras que el imaginar queda como subsidiaria de aquella. Sin embargo, para mi entender e imaginar son dos caras de la misma moneda. Como leer y escribir, mirar y ver, oír y escuchar. Son movimientos necesarios y complementarios de los que se nutre el alma y el cuerpo. El cuerpo y el alma.
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Así que con los escasos mimbres de Spinoza y fuera de la HISTORIA con mayúsculas (que creo es por donde circulan las pelis de Anderson y Tarkovsky, dos creadores tratando de imaginar un lugar para el alma en el mundo contemporáneo. En este sentido, son creadores fundacionales, como lo son Homero, Cervantes, Joyce, Beckett, Faulkner, Kafka, y demás creadores que desconozco pero que seguro han dejado esta huella fundacional en el alma del mundo; y así es, a mí entender, como hay que relacionarse con ellos), se puede decir que a ese mundo (como ha sido siempre en la cultura occidental, hasta la imposición deshumanizadora del historicismo tecno cientifico en el siglo XIX), y si se quiere que permanezca, se entra mediante la palabra y la música. Canto y cuento, original y originario. Parafraseando a Ortega y Gasset, en la imagen se está (creencia), las palabras y la música se adquieren y tienen (ideas) como llaves para entrar en esa imagen que se nos ofrece al nacer como herencia del mundo que nos acoje. Solo Dios no necesitó habitar antes una imagen primordial, porque creó el mundo desde la nada. Por tanto, sin las palabras de la narradora y de los protagonistas “Sobre lo infinito”, de Anderson, sería solo una estructura técnica mas sin mundo, aunque si una estructura técnica dentro de la HISTORIA con mayúsculas y fecha de nacimiento, lo que la libraría, como a tantas otras obras contemporáneas, de un destino errático y a la intemperie (Karl Jaspers, de nuevo). Así es como sobreviven “las señoritas Aviñón” de Picasso (1907) o “La fuente” de Duchamp (1917), y tantas obras del arte contemporáneo que son estructuras técnicas que buscan desesperadamente un lugar y una fecha en la HISTORIA con mayúsculas, antes que buscar su lugar en el Mundo. Por imitación, pienso que las personas del actual presente funcionamos de la misma manera. Sin querer reconocer el lugar de nuestra alma en el mundo del siglo XXI, acabamos siendo estructuras técnicas de consumo que nos movemos aceleradamente en el carril teleológico de la HISTORIA con mayúsculas del siglo XXI.
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Ahora bien, dicho esto el siguiente paso comenzaría en el momento en que se acaba, digamos, nuestra reunión oficial de cineforum. Es cuando acontece la posibilidad de ponernos a estudiar escena por escena, ver sus correspondencias o sincronicidades o contradicciones, si cierran un mundo y abren otro y por qué, o si es al revés y por qué, como volvemos del viaje y en que estado y por qué, si hemos aprendido algo o estamos como lo iniciamos y por qué, si hemos encontrado nuestra alma o seguimos siendo estructuras técnicas de consumo y por qué, si somos falsos o verdaderos espectadores y por qué. Etc. etc. Todo mediante nuestra imaginación adentrada sin miedo, pero con toda la atención de que seamos capaces, dentro de ese espacio o bosque infinito del que aquellas escenas son solo la llave de entrada o sus claros interiores de encuentro. 
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Utilizo la palabra creador en lugar de artista, cineasta, novelista, poeta, músico, pintor, etc. como homenaje al primer y único creador de la nada, ya fallecido, y también 
porque creador nos iguala a todos los humanos desde la cuna de nacimiento. Y así lo quiere Platón en La República.