jueves, 9 de mayo de 2019

MATERNIDAD XXI

¿Crees que lo que habita en tus entrañas es fundamento de todo o es más bien una creación, entre otras, de esas fuerzas que te exceden? Hubo, y debe seguir habiéndola, una forma de entender la maternidad no vinculada al poder exterior, ni al poder del yo interior. Sino es inexplicable la permanencia y pertinencia de la especie humana sobre la faz de la tierra. ¿Todo lo que piensas es lo que está ahí en tus adentros, o lo de ahí adentro también te piensa aún sin haber nacido? En fin, déjame que me ponga a tu lado para visualizar juntos el abanico de las nuevas sensibilidades sobre este asunto, pues no son necesariamente sólo tuyas ni te afectan únicamente a ti. Los óvulos, por ejemplo, algo tan objetivamente femenino en su materialidad microscópica, ocupa otro lugar y pertenencia cuando, al igual que el cerebro, los vemos fuera de su función mecánica, abordar o dejarse abordar por un espermatozoide. Los óvulos forman parte de tu vida que se encarna en tu cuerpo, sin duda, pero los efectos de su manipulación, dentro o fuera de la tradición, se vierten sobre el mundo, que es una herencia de todos y no se remite a ese mecánica aludida. Que todo es trajín, visible e invisible determinado e indeterminado, al mismo tiempo, puede quedar, enteramente, dentro de la tradición, ahí tenemos la historia de nuestras abuelas, pongamos, por irnos muy atrás en el tiempo para coger suficiente perspectiva. O puede quedar, parcialmente digo yo, fuera de la tradición. Así tenemos: la congelación de los óvulos porque sus dueñas saben que no llegarán a tiempo de la fecundación, debido a otras preocupaciones que fundamentalmente tienen que ver con su protagonismo consciente y deseado en el mundo laboral; el surgimiento de empresas que están dispuestas a congelar gratis los óvulos de sus empleadas como medida de conciliación social, sin que esa emergencia altere el ánimo de una evidencia hace tiempo endémica: un déficit de guarderías, que no da continuación a esa conciliación laboral puesta en marcha por la congelación de los óvulos, o el otro correlato del que dan cuenta cuenta los odios e inquinas que siguen prevaleciendo entre los progenitores a la hora de dirimir la custodia de los hijos, una vez legalizadlo su divorcio; los embarazos deseados con los óvulos donados por otras mujeres; los embarazos deseados de mujeres que comparten su vida sentimental con otras mujeres. Etc. Para que no sea solo un taller de manipulación, sino que siga siendo el principio del acto fundacional de la creación de una vida, los encuentros de los óvulos femeninos y los espermatozoides masculinos no deberían dejar de reconocerse del todo en la tradición de donde proceden. No sería deseable que les ocurriese, en su afán por la novedad sin límites, lo que a los artistas vanguardistas que dejan de crear y se dedican a manipular todo lo que se mueve a su lado confundiendo, así, el arte con la vida. Debido a la misma obsesión por lo nuevo, aunque en dirección contraria, la manipulación de los óvulos podría acabar confundiendo la vida con el arte. No puedes reivindicar la manipulación de los óvulos, en nombre de la igualdad y la justicia social, y, al mismo tiempo, no tener en cuenta la tradición de la mímesis.