lunes, 6 de mayo de 2019

INTUICIÓN SENSIBLE

Subrayo lo de intuición sensible, para recalcar que no he dicho certeza exacta. Ahí va: hay una parte de tu vida que no la es de tu ego, y que habita fuera del tiempo donde ese se encuentra. Por eso tus intuiciones son completamente inútiles, lo que hace que tus certezas sean frecuentemente impertinentes. Sin embargo, si la exactitud de tus certezas es siempre pertinente consigue que la sensibilidad de tus intuiciones sea inexistente. Es es lo que te pasa con el miedo, que a medida que pasa el tiempo es en ti creciente, pero siempre lo ahuyentas con operaciones de aliño estético exactas, aunque tengan un trasfondo diabólico. Para ti lo importante es la novedad, porque crees (no sé de donde lo sacas) que lo nuevo es lo mismo que lo bello y envuelto el conjunto con la vitola de lo joven, todo opuesto, como no, a lo antiguo y lo feo y lo viejo, fuente única para ti de todos los males, sobre todo, al comprobar que la vida tiene como único fin acercarse a la muerte. La madre de todos los males. Por ello no hay cosa que más te lleve los demonios, permíteme este tuteo, que oír las palabras del filósofo cuando te dice que al segundo después de haber nacido ya eras demasiado viejo, lo cual es lo mismo que decir que te pongas como te pongas, y lo que te pongas y donde te expongas, has sido un viejo todo lo que llevas de vida. Para salir de ese destino angustiante solo te fijas en las formas de las personas y las cosas, así mantienes a raya al miedo dentro de esa emoción primaria, que surge, más o menos, dos o tres segundos después del primer llanto, poco antes del primero cuento. Así consigues que el miedo nunca llegue a ser un verdadero sentimiento adulto. Para entendernos, así sigues teniendo miedo al hombre del saco o al lobo feroz, como epitomes de todos los miedos infantiles. Solo se trata de que el hombre del saco vista a la última moda y que el lobo se disfrace de cordero, para que tu miedo se transforme en confiada y pueril alegría.