miércoles, 10 de abril de 2019

NO A LA MANO

La elección del tipo que sea, en contra de lo que te quieren hacer creer o tu quieres creerte, no lleva incorporada la comprensión de lo que has elegido. Creo que ya te lo he dicho, o si no es así te lo digo ahora. Para entendernos, esa comprensión no la tienes a la mano, ni es visible, ni está determinada, tienes que construirla fuera de ti mismo, que es donde están, vaya por dios, los otros. Solo cuando te comprometes con ese proceso de construcción, que tiene un significado diferente de ti mismo y de tu elección, podrás comprender lo que has elegido y sentirás la satisfacción por ello. Así la comunidad a diferencia a la tribu. Pero hay mucho ego en el ambiente, y mucha la rabia de impotencia que lo acompaña. Si por exceso de buscar la autenticidad solo en ti mismo cierras el camino que te queda por recorrer, si confundes la manera de tu elección con el contenido o meta que la dibuja y sustenta por contraposición (por tanto, no puede estar a la mano de donde tú te encuentras, o ser un espejo donde tu te reflejas) en un horizonte más o menos cercano, o más o menos lejano, dependiendo de si te dejas llevar por lo importante o por lo urgente respectivamente, en fin, si te dejas llevar por estos excesos le darás legitimidad a las peores formas de tu subjetivismo. Y tu bien sabes que no es que quieras o no, aquí no hay elección posible, es que no estás capacitado para retroceder a la época anterior a la de la autenticidad moderna. Por eso insisto en que ese es el camino que te queda por recorrer, no hay más. Al menos no entre los pretiles canónicos en que se mueve todavía tu padre, para entendernos. Entonces la pregunta es, ¿tu libertad de elección promueve tu bienestar? Así lo crees, o al menos, así quieres que los demás lo creamos. Pero, ¿y si no sabes encontrar su camino? ¿Y si no tiene ni idea al respecto? Esta es, sin embargo, la imagen que trasmites cuando no estás amparado o bajo la influencia consentida de los nudges o empujoncitos. Son ejemplos elocuentes de estos tutoriales digitales, que tu bien conoces, el de ver que te pasa si te comes una magdalena con chocolate con sus calorías adjuntas, o el de añadir a la cajetilla de tabaco que compras la fotografía del lamentable estado de los pulmones de un fumador empedernido. Empujoncitos para alcanzar el bienestar del cuerpo, bien. Pero, ¿quien es el que tiene que recorrer ese camino que te queda por recorrer, entre la manera de tu elección y la comprensión de la misma vinculada al contenido o la meta, que están fuera de ti mismo? ¿El cuerpo, que por su naturaleza conservadora siempre se mueve hacia si mismo, o esa otra entidad tan presente como desconocida en la época de la autenticidad moderna que, desde Aristóteles, se llama el alma? ¡Ah! Lo que quiero decir es que tu cuerpo ya ni se acuerda de aquella correspondencia entre la manera de elección y su meta o contenido que, pongamos, tu padre fijaba en la naturaleza. Fue, en ese sentido, un auténtico ecologista. Ello significa que tu alma puede evocar no tanto aquel orden paternal, como las resonancias que acontecen en la sensibilidad de la autenticidad que buscas. Pero para ello tienes que iniciar un camino, teniendo en cuenta que  al alma no le afectan el tiempo histórico del progreso, que si le angustia al cuerpo.