sábado, 16 de marzo de 2019

AMOR

Pero su voluntad es firme; seguirá los preceptos de la ley de Dios y no los de su corazón, diciéndose que las reglas no han sido hechas sólo para cuando sea fácil cumplirlas.
le permitiría realizar la obra de Dios, un matrimonio por vocación, como le propone su primo, y no por amor. 
El párrafo anterior se refiere a la novela “Jean Eyre”, de Charlotte Bronte. En la actualidad, para realizar la obra del hombre moderno, se da un matrimonio por voluntad del Yo, y no, igualmente, por amor. Ergo, tanto en la obra de Dios (vocación) como en la obra del hombre moderno (voluntad) “el sentimiento del amor” (y por extensión cualquier otro sentimiento) tienen difícil, por no decir imposible, acogida sin la verificación notarial previa del anfitrión. Ayer Dios, hoy el Yo.