Lo que no podía imaginar Jean Paul Marat, una de las figuras relevantes de la Revolución Francesa, era que a través de la virulencia propagandística de sus artículos en el periódico El Amigo del Pueblo, del que era también director, estaba adelantándose y, por tanto, fundando el concepto de amistad popular o global actual en las redes sociales. En ellas el yo digital despliega toda la furia de su amistad sobre el campo minado de aquellas consiguiendo, día si día también, el efecto de las antiguas epidemias bíblicas. De momento, al contrario de lo que ocurrió en la época de Marat, la sangre no llega al cuello de los damnificados por la expansión enemistada de semejante amistad global y popular, pero su virulencia propagandística hace temer lo peor a quienes tienen el encargo de la educación, padres y profesores, de los que todavía no han alcanzado la mayoría de edad en esa red de amistades peligrosas, en la que se representan con acierto la continuación de aquellos años revolucionarios que fueron el inicio y el fundamento de la época en que vivimos en la actualidad. Para Ernesto Arozamena no está claro si los amigos de las redes sociales son una renovación de los amigos del pueblo del periódico de Marat, con sus condenas y linchamientos públicos incluidas, o son el inicio de otra cosa totalmente diferente de la que desconocemos absolutamente todo. De momento, con lo que Arozamena tiene que luchar cada día (en esto tampoco hay unanimidad en el claustro del instituto) es con que sus alumnos aprendan a vivir con su soledad y con el silencio añadido que la acompaña. Frente a la visceralidad enemistada de las amistades que se prodigan por las redes sociales, con sus ritos y orgías de linchamiento y adulación constantes, el silencio y la soledad no solo son el mejor antídoto contra esa marea que siempre está a punto de desbordarse de sus cauces virtuales y pasar a la acción directa, tal y como lo indicaba Jean Paul Marat en su periódico, o años mas tarde en la radio sus alumnos mas aventajados, Josep Goebbles o Laurenti Beria, sino que también dota a quien lo practica del aparato crítico que le permite resistir creativamente a los desmanes de aquella marea, que son los que se derivan del efecto no deseado por la hiperactividad de sus alumnos, a saber, el tortuoso y torturante aburrimiento. Que no es otra cosa que la queja, cada día mas airada e insolente, por la brecha, herida seria más correcto al decir de Arozamena, que se abre entre cada uno de ellos (sin dispositivos adjuntos) y la interacción que les exige desde su soledad silenciosa cuando entran cada día en su clase. Lo que pretende Arozamena es que habiten la clase como un espacio de diálogo conflictivo entre su soledad aburrida y el ruido estridente de donde viven, no que la que “okupen” como un lugar violento consumo de linchamientos y adulaciones diversas. Mediante esa combinación de soledad y aburrimiento pretende despertar en cada uno de sus alumnos la creatividad y la reflexión, pero antes que nada lo que pretende es desensimismarlos desde el ensimismamiento absoluto en que se encuentran. Quiere, en definitiva, que su clase sea el epítome de ese diálogo entre el ser humano y la polis que es de donde nacen todos los relatos.