viernes, 9 de noviembre de 2018

COOPERACIÓN ESTRUCTURADA

¿Hay buenas razones para que Ernesto Arozamena luche para darle un sentido a su profesión de docente en el tiempo que le ha tocado vivir? Si se deja llevar por la rutina daría la razón a Diderot que veía en ella una forma más de la memorización, un profesor necesario, añade el pensador ilustrado francés. Pero tendría la feroz oposición de sus compañeros de instituto, que en estos menesteres le dan la razón a Adam Smith que creía que la rutina embota la mente de las personas, en el caso de la docencia la de los alumnos y profesores. En ambos autores, como en las constituciones que alumbraron la era de la modernidad lo que se pone en juego es la felicidad de los hombres y las mujeres. Después de cientos de años de postergar la felicidad para después de la vida terrenal, por fin parecía posible que se podía materializar su alcance durante el tiempo que aquella durase. Sin embargo esta nueva andadura de la felicidad que fue recibida, al menos, sobre la lectura de los textos constitucionales francés y norteamericano con todo el alborozo de que podía disponer la humanidad en aquellos momentos, recién salida del lúgubre pesimismo e inclemente represión vaticana, se bifurcó desde los primeros pasos en esas dos maneras de enfocar la manera de administrar el tiempo que se dedicara al trabajo. Algo que empezó afectando a la vida económica y laboral, si era mejor trabajar en casa como en ningún sitio u optar por trabajar sin fiar nada al largo plazo, se acabó extendiendo a propia toda la cosmovisión de la propia modernidad, y así  cada camino se apropió de ser el mejor garante de alcanzar el paraíso de la felicidad en la tierra. La educación no ha sino ajena a estas tensiones, pasando de un extremo a otro de espectro, a saber, educación pública o privada, más el estadio intermedio de reciente creación, la educación concertada, que no gusta a nadie salvo a los beneficiados, normalmente las instituciones eclesiales. La vida laboral de Ernesto Arozamena ha transitado por las tres modelos de escuela y, al día de hoy, no ha acabado por satisfacerle ninguna. De ahí esa opción que ha elegido y que él llama, un tanto irónicamente, trabajo docente de alquiler mientras no me digan lo contrario. Solo le falta por trabajar en un cuarto modelo, la cooperación educativa estructurada, pero no acaba de convencerle ya que bajo su apariencia de alternativa a todas las otras, piensa que se oculta una verdadera síntesis de la deshumanización definitiva de la educación que las tesis de sus oponentes no se atreven a proponer. De un trabajo entre el alumno, los dispositivos electrónicos y la clase, interconectando armónicamente cada uno de sus movimientos surge un ser vivo virtual que los expertos en pedagogía, según sus manuales de instrucción que van predicando por los centros educativos con el beneplácito de la autoridad gubernamental vigente, dicen que apunta decidido hacia el futuro manejando con soltura y eficiencia lo que se conoce como una vida propia. Al parecer, según Arozamena ha oído decir a los defensores de la nueva pedagogía, el ergonomista D. Knoche interpreta a este ser bajo la influencia del concepto de espiritualización. Es, según él, en los acontecimientos deportivos donde mejor se aprecia su carácter; justo en los momentos culminantes de aquellos, cuando una especie de nube envuelve a los espectadores generada por ese fenómeno inolvidable.