miércoles, 7 de noviembre de 2018

AMISTAD O AMOR

Cuando Alceo de Mitilene - un poeta griego de la Antigüedad, amigo de la poetisa Safo, natural de Mitilene, ciudad de la isla de Lesbos (nacido en 630 antes de Cristo y muerto en el 580 antes de Cristo) -, se anticipó a la mayeútica socrática al llamar la atención sobre el hecho de que todo aquel que está dispuesto a decir lo que quiere decir ha de estar también dispuesto a oír lo que no quiere oír, no pudo prever que esa fórmula iba a tener la oportunidad de desplegar todo el potencial que alberga en su interior, muchos siglos después, cuando la libertad de expresión alcanzara su apoteosis en la época digital en la que nos encontramos. O como dice Alexis de Tocqueville, cuando la libertad y la igualdad se dieren el abrazo definitivo, que sellaría una amistad tan deseada por lo mejor de los seres humanos como largamente postergada por lo peor. Estudios recientes de la universidad de Lovaina, llevados a cabo por un grupo de jóvenes investigadores que se ganan la vida con otros trabajos fuera de la universidad, han llegado a la conclusión, apoyándose  en las nuevas realidades abiertas por la neurología del profesor Antonio Damasio, que la fuerza del amor entre las personas civilizadas tiene su alojamiento oficial no en su interior, como hasta ahora se creía desde la época dorada del romanticismo decimonónico, sino entre la maraña que forman las miradas, movimiento de manos, cruce de piernas, formas de caminar juntos, silencios, etc. que surgen de manera espontánea entre las personas que mantienen una relación amorosa. Dicha red, dicen en las conclusiones de su trabajo, es más rica que todas las declaraciones de intenciones previas que se puedan intercambiar los aspirantes a ser amantes entre ellos, como nos han enseñado (no queda claro si aprendido) de forma reiterada la literatura y, sobre todo, el cine. Puede que debido a su propia ignorancia del asunto, Tocqueville no se atrevió a llamar Amor a la relación entre Libertad e Igualdad que detectó en su viaje a Estados Unidos, lo cual, leído al día de hoy puede que sea un acierto, pues esa falta de explicitud u obviedad respecto a cómo los norteamericanos manejan estos dos sentimientos tan queridos por ellos desde la declaración de independencia, otorga a su relato toda la perdurabilidad que se merece. Sea como fuere parece que Sendín Altamirano, natural de la provincia de Santa Cruz en Bolivia, vive ajeno a los sentimientos que inauguraron sus vecinos del norte hace ya más de doscientos años. En una carta a su amigo de toda la vida de la capital boliviana, La Paz, da fe de su decepción existencial siguiendo la traza del fracaso biográfico del pintor holandés van Goth, cuya obra conoció a fondo en un viaje que hizo por Europa poco después de acabar sus estudios universitarios. Su evocación del pintor holandés dice así,  “a pesar de mi torpeza, o tal vez por ello, por lo que aparento ser ante los demás: una nulidad, un tipo raro, un tipo desagradable sin un lugar propio en el mundo, deseo mostrar el verdadero corazón de ese ser extraño. Precisamente porque busco una amistad verdadera me es tan difícil resignarme a una amistad convencional. Más vale ser atrevido aunque se comentan muchos errores, que ser estrecho de mente y demasiado prudente.”