lunes, 5 de marzo de 2018

LENGUAJES Y LITERATURA

Todo arte es una forma de literatura es, además del título de una exposición que adjunto, una frase que conecta con algunos de los miedos y autocríticas de los escritores cuando escriben, que es a su vez el título del artículo que también adjunto. En él “Jorge Luis Borges dijo que Antonio Machado era uno de los poetas más grandes de la lengua castellana y especificó que era bueno casi siempre: «Pero con serlo a veces basta, no hace falta ser un poeta todo el tiempo». Una muestra de solidaridad de Borges hacia el cantor de los caminos; una prueba de humildad: venía a romper ese falso vínculo que suele trazarse entre el genio y la perfección.” Nos debe costar entender, teniendo en cuanta la frivolidad o el atrevimiento con que nos relacionamos con el lenguaje en general y, sobre todo, con el lenguaje de las palabras en particular, que somos lenguaje y que nuestros límites como seres humanos viene determinado por qué marca ese lenguaje. Más allá del cual sólo ahí, para entendernos, no la nada lo cual es lo que hay en la acción creativa divina, sino plastilina más acorde con lo propio de la acción creativa humana. El lenguaje, tal y como lo entienden muchos de los que participan en el artisteo contemporáneo, no es una etiqueta que quitan y ponen a conveniencia encima y posteriormente a la obra que han creado, es la razón de ser, la sustancia y el límite de las competencias creativas de todo artista. Cuestionar los límites del lenguaje, en el sentido que les gusta decir enfáticamente a muchos artistas del artisteo contemporáneo, a saber, ir más allá del propio lenguaje, no es otra cosa que cuestionar la valía y profundidad humana de sus obras. Es el camino más corto para llegar a ninguna parte. No hay creación, ni obra creativa por tanto, ni posibilidad de entendimiento más allá del lenguaje que la acoge, que es con quien el espectador o el lector o el oyente se relacionan, su puerta de acceso a la obra que tienen delante. No otra cosa pasa con nuestra vida, que entra al mundo al que pertenece sólo y únicamente a través del lenguaje que hereda.