martes, 7 de junio de 2016

CUENTO DE NAVIDAD, de Paul Auster

Auggie Wren reconoce que el narrador es Paul Benjamin a través de una reseña que leyó de un libro suyo. Paul Benjamin reconoce a Auggie Wren mediante la historia que le explica. Por tanto, Auggie Wren y Paul Benjamin se reconocen a través de las palabras con que construyen sus historias. Antes se conocían a través de les palabras que daban forma al parloteo cotidiano en el estanco. Sólo comenzaron a reconocerse cuando prestaron atención a les palabras que cada uno decía en sus relatos. Eso quiere decir que las palabras dejaron de tener la naturalidad sin esfuerzo que les da el parloteo, y se transformaron en un problema, es decir, comenzaron a significar algo con sentido dentro de la historia que contaban. De esta manera formaron parte irrefutable de sus vidas.

Para entendernos, pasa lo mismo con los pulmones. Respiramos una y otra vez sin ningún tipo de dificultad como si ellos no existiesen, hasta que un día el médico nos dice que tenemos cáncer. Entonces los pulmones se convierten en un grave problema, y adquieren todo su significado y sentido en el complejo entramado de nuestro organismo. La enfermedad, paradójicamente, nos hace sentir mas vivos que nunca. Aunque al final la parca gane el partido.

Un vez más, solo cuando aceptamos que no entendemos nada de lo que nos pasa, comenzamos a leer. Es decir, comenzamos a escuchar y a reconocer al otro. Nos llega, entonces, la tentación de saber. De saber en compañía. Como Paul Benjamin i Auggie Wren.

Cuando un lector se pregunta sobre el por qué de la lectura quizá, sin saberlo, haya encontrado la respuesta. Quedan, pues, convocadas todas estas preguntas que nos acompañan y conviven con nosotros.