Como “vampiro” convicto y confeso, quisiera saludar a este “cazador” que anda por ahí, apostado detrás de la pantalla dispuesto a hacer click a lo que mejor se ponga por delante. Hay que tener mucho olfato para eso, y mejor tino. Sabía que existías pero no sabía que lo hicieses de esta manera, que es la que me impulsa a salir de forma entusiasta a tu encuentro. El lado insoportable de la vida se debe a tanto cazador y vampiro que no dejan de amenazarla ni un instante. Pero gracias al esfuerzo y la tenacidad de los “cazadores y vampiros”, que nos enfrentamos al miedo que produce tanta amenaza, es posible crear espacios donde recuperar “la calma y la confianza” hacia los que nos rodean. Imaginando, ahí, un mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan. No hay que insistir mucho en ello, todos somos más o menos cazadores y vampiros, y todos somos, también, “cazadores y vampiros”. Todo depende del lado de la trinchera que ocupemos, del cómo y el para qué, en cada momento. Y de que tipo de “piezas” (o piezas) queremos apropiarnos y de si "la sangre que queremos chupar" tiene el color y la textura de una imagen o un sonido, o literalmente es roja y sabe dulce. La linea de separación es casi invisible. Y no es nada improbable que uno, creyendo que esta “cazando y chupando”, lo que realmente hace es cazar y chupar fuera de veda, aniquilando todo lo que se mueve sin piedad, como si participara en una carnicería.
El vuelto a ver algunos capítulos de la serie afamada "Homeland". Es, sobre todo, una historia para “cazadores y vampiros”, sobre cazadores y vampiros, a la que estamos invitados a “cazar y a chupar”. Creo que sería un error, al ponernos delante de la pantalla, caer en la trampa que ponen siempre los que dedican su vida a cazar y a chupar. Anteriormente, por ejemplo, Emily Bronte “cazó y chupó” todo lo que se movía en los páramos de Yorkshire y luego vomitó esas cumbres borrascosas, donde todas las fuerzas de la naturaleza aparecen desatadas y chocando unas contra otras en un frenesí planetario. James Joyce se “comio” todo lo que vivía en Dublín, hasta que “devolvío” a Leopold Bloom y todas las fuerzas internas que le hacían ser el mas universal de los mediocres, mostrando su grandeza en un solo día. Y así Cervantes, Mozart, Faulkner, Cezanne, Melville, Bethoven, Picasso, Conrad, Malher, Proust,... y todos los grandes “cazadores y vampiros” que han hecho que la vida en este planeta no sea un coto privado de la Bestia Parda que conservamos dentro. La amenaza de cazadores y vampiros continua, hoy más si cabe. No hay disculpa para no estar atentos a “las piezas de los cazadores y vampiros” de hoy o de ayer, de siempre, y a las que nosotros mismos “cacemos y chupemos”. Todo estriba, como bien saben, en “afinar el olfato y saber atinar” para que donde “se ponga el ojo se ponga la bala”.