No se si es mejor que te adulen y se peguen a ti como una lapa, que te digan que no te entienden y pongan la distancia de la indiferencia respecto a donde te encuentras. Adulación versus indiferencia es una tensión que no se resuelve dentro de ti. Probablemente porque las experimentas en su sentido más absoluto. Mira que te tengo dicho que los que somos de letras tenemos que ir con mucha precaución a la hora de tratar con el mundo que nos rodea, que es de inspiración matemática, y con los tipos que lo habitan, que funcionan esencialmente como números. Fíjate, yo tengo una amiga que lleva dando clases de matemáticas toda la vida y fuera de eso tiene una única afición, catar vinos. Asiste asiduamente a los eventos que organiza el gremio de bodegueros para dar a conocer sus novedades vitivinícolas. Incluso, creí oírle el otro día, se ha apuntado a un curso avanzado de sumilier, pues cuando hizo los trámites de inscripción le dijeron que, dados sus conocimientos, no hacia falta que hiciera el curso introductorio. Te cuento todo esto porque mi amiga cuando nos habla, en las reuniones habituales que tenemos, no lo hace con ánimo de que la adulemos o con el temor de que seamos indiferentes a sus palabras. Sencillamente ella habla como si estuviese dando una clase mas de matemáticas y, por consiguiente, su relación con el mundo del vino es básicamente numérica o algorítmica, que, por otro lado es como lo enfocan los equipos propagandísticos de los bodegueros. Lo que quiero decirte es que las personas de números no necesitan adulación o temer la indiferencia ajena, son exactos. Mientras que los de letras siempre padecemos por lo que decimos ya que intuimos que la verdad no está exactamente en lo que decimos, pero la astucia de nuestra razón nos hace hablar, una y otra vez, como si así fuera. Lo cual no quiere decir que mintamos a los otros, ni que nos mintamos a nosotros mismos. A mi amiga solo le interesa saber si la graduación del vino que ha catado es de 14 o de 15 grados, o si la diferencia de alcohol se debe a que la uva ha sido cultivada en un terreno de latitud 5 grados superior o inferior a una uva más corriente, o si ese terreno tiene un porcentaje de salinidad inferior a un índice establecido previamente por las autoridades del sector, o si la diferencia de la inclinación del sol ha sido de 6 o más grados en función de la hora de la mañana o de la tarde y de la estación del año. Cuando a veces le pregunto que le ha parecido el vino que hayamos pedido en la cena en que coincidimos, me contesta, sin la menor variación, que es interesante e intenso, o no tan interesante ni tan intenso como otro que hayamos pedido en una cena anterior. Su memoria, como puedes ver, es reducida pero de una precisión encomiable. Los bodegueros se han enfadado mucho porque en un anuncio publicitario el protagonista sueña un mundo sin vino, al igual que un mundo sin humos y un mundo sin ruidos. Esta asociación de que para tener una vida sana lo mejor es hacer desparecer de la dieta la bebida del vino, les ha parecido a los bodegueros una mentira además de “una traición histórica desde el punto de vista científico”, así reza en el comunicado conjunto que han emitido en todos los diarios nacionales para manifestar su protesta contra el anuncio de marras. Lo que no quieren entender los bodegueros y los sumiliers (mi amiga, como puedes suponer, ha estampado su nombre entre los abajo firmantes del comunicado) es que los sueños, independientemente de que no se produzcan avalados por fórmula alguna, contienen un saber riguroso y exacto del mismo rango que el saber de las matemáticas.