martes, 26 de febrero de 2019

MASA EDUCATIVA

El observatorio de la Masa Educativa, una institución creada por las autoridades del sector para poder tasar el estado de ánimo de estudiantes y profesores, sacó la conclusión en su último informe de primavera que aquellos encontraban la educación actual demasiado aburrida. Dentro de las aulas y en las reuniones de los claustros de profesores está apareciendo un desasosiego inaudito, puntualiza en una de sus catorce paginas el mencionado documento. Como en las épocas de preguerra todos quieran que suceda algo, aunque sea muy desagradable, pero nadie se atreve a dar el primer paso. Semejante indefinición provocada por un clima de enfrentamiento no declarado, hace que cada una de las partes vea el poder que ello da a todo lo que odian en quienes tienen delante cada día. Así a los enfrentamientos tradicionales entre profesores y alumnos, y progenitores contra profesores, se añaden ahora, según las mismas fuentes del informe, los enfrentamientos, digamos, de nuevo cuño, a saber, entre los profesores con plaza fija y los interinos, entre padres de alumnos aventajados contra padres de alumnos que van más atrasados, entre alumnos que quieren realmente aprender contra alumnos que solo van a clase a divertirse, entre alumnos y alumnas por razones obvias hoy perfectamente explícitas, entre profesores sherpas que entienden su función educativa solo como una guía sin interferencias en la creatividad del alumno y profesores convencidos de que deben ser ellos los que creen a las condiciones de posibilidad mediante las que pueda desplegarse adecuadamente la potencia creativa del alumno. En el apartado de anexos al informe principal, los redactores del mismo han colocado los enfrentamientos, nuevos también, entre el personal no docente contra el personal docente y entre los miembros del personal no docente entre sí. Una de las posibles causas de tal situación de violencia dentro de la comunidad educativa, que destaca el informe del observatorio de la Masa Educativa, son las diferentes percepciones que los diferentes protagonistas que constituyen ese conglomerado tienen respecto a la forma y alcance en sus vidas del pasado. Desde los que están a punto de entrar en la universidad para los que el pasado comienza en 2007, año en que Apple sacó al mercado el primer iPhone hasta los profesores que están apunto de jubilarse que ponen la raya del pasado en los turbulentos años de la segunda república. Fuera de esta percepción histórica se encuentra una minoría no desdeñable de profesores, sobre todo, subraya el informe, que viven instalados dentro de las perspectivas inigualables, según ellos, que siguen generando la paideia y mayeútica griega como mejor manera de salir del colosal atasco en que se encuentra metida la educación actual. El informe del observatorio de la Masa Educativa es, al parecer de Arturo Linares, una cabal representación de ese especie de agujero negro de donde surge el cansancio temible que siente últimamente con extraña frecuencia. Es como si todo ese mundo del que habla hubiera perdido su materialidad debido a ese tipología de cansancio, lo que hace que nadie sea ya capaz de escuchar a nadie tal es el grado de deformación que han sufrido los protagonistas de la tragedia. Ni si quiera la mentira puede enseñorearse sobre ese campo abierto de batalla, pues la fuerza de la verdad acaba por desdibujar los disfraces y máscaras del carnaval educativo. Arturo Linares, como alguno de sus compañeros, ha declinado su deber de oponerse. Piensa que quedaría reducido al papel de mono enfurecido y charlatán que respondería al odio ajeno con gritos de odio propio. Nada de eso impide, sin embargo, saber que lo que hacemos tiene consecuencias, dice Linares, que no llegan por mandato externo sino por su cuenta. Uno de sus alumnos de secundaria le confesó recientemente que disfrutaba matando pájaros y conejos. Desde niño lleva una cuenta detallada de cuantos estorninos, palomas y alondras ha matado. Eso fue lo que le presentó en clase cuando le preguntó a qué dedicaba el tiempo libre de que disponía.