ESTA LLUVIA…(fragmento)
miércoles, 28 de diciembre de 2022
UNO-BIEN-BELLO-JUSTO
El Uno-Bien-Bello-Justo se celebra en cada una de las particularidades en que se despliega sobre la vida y la civilización, lo que a estas no les impide conservar en su intimidad la procedencia de ese Uno-Bien-Bello-Justo originario.
Sin embargo, la Universidad (unidad de la diversidad) que tiene la misma raíz, ha convertido sus facultades en un choque de identidades, destinos, tiempos y sentimientos. Rompiendo la mirada, riéndose de quienes aún confiamos en que la vida y la civilización hablen con una sola voz, y busque una armonía sensible entre las partes al alcance de los corazones sensatos. ¿Es esto lo que más se parece al inmediato futuro?
lunes, 26 de diciembre de 2022
LAS EMOCIONES GOLPISTAS
Karl Jaspers considera como una tarea cotidiana del ser humano la clarificación de su existencia, del Ser y su relación con el mundo en tanto que Posibilidad. Debemos esforzarnos, dice, por buscar la verdad y encontrar un lugar en que actuar y que esté a nuestra disposición.
¿Desde que legitimidad se le puede exhortar a lo anterior al sujeto moderno? Teniendo en cuenta que su ideología adanista e intrascendente le impulsa disrruptivamente a ser autosufciente, autocomplaciente y a entenderlo todo aquí ahora sin ayuda de nadie. Así cuando tiene 20, 30, 40, 50, y no digamos a partir de los 60 en adelante. Le impulsa a pensar que el mundo empezó el día que él nació, lo que le exime de la tarea de ser heredero y albacea de la tradición cultural de la civilización a la que pertenece. Único e Inmortal, que me quiero único inmortal y eterno adolescente, dice en voz alta el mencionado sujeto. Como Luis XIV, el sujeto moderno cree que el mundo es él y todo lo demás está a su servicio.
Cualquier intento de acercarse al monarca absoluto del yo moderno hace aparecer en su boca el lenguaje belicoso propio de quien se siente amenazado: “eso es lo que tú piensas, cada uno lo ve a su manera”. En ningún caso aparece el lenguaje creativo de las posibilidades propias y conjuntas, que abren caminos comunes y universales: “ahora que oigo tus palabras, entiendo mejor lo que leí el otro día”
¿Son las emociones golpistas que nos asedian (o sitian) en lo más íntimo - como dice mi amiga - las que impiden que la amenaza se trasforme en posibilidad? ¿Que la parálisis amenazante se transforme en acción posibilitante? ¿Es la intimidad de esas emociones golpistas algo sin más, como también dice mi amiga, o es una potencia de algo que pide tener forma y presencia activa entre los otros en el mundo? ¿Es la salida al exterior, disimulante o enmascarada, de esas emociones golpistas del sujeto moderno un efecto inevitable de las mismas?
viernes, 23 de diciembre de 2022
DOS TITANES Y UN ÁNGEL
“Solo un Dios puede salvarnos, la única posibilidad de salvación la veo en que preparemos con la poesía y el pensamiento una disposición para la aparición del Dios.”(Martín Heidegger)
“La técnica moderna o el camino a la incredulidad.
La base más profunda del malestar en la existencia, del malestar en la cultura del que ya hablara Freud, reside en que las propias herramientas con las que el hombre moderno aspiró a la omnipotencia (es decir, a sustituir a Dios) le traen permanentemente la más precisa noticia de su impotencia.” (Karl Jaspers)
“No se que es el alma. Pero me imagino que nuestros cuerpos de algún modo rodean lo que siempre ha sido.”
(“Piezas en fuga”, de Anne Michaels)
jueves, 22 de diciembre de 2022
LA VIDA ES SUEÑO
Algunas preguntas antes de ir a ver la obra “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, en adaptación de Deglan Donnellan, que unos dicen que se ha cargado el original y otros que lo ha modernizado.
¿Por qué en una sociedad oficial laica y en la práctica llena de narcisistas extremos, se postula por el estado la necesidad de relacionarse con los autores clásicos de la época teocrática?
¿Es auténtica o inducida esa necesidad, como si fuera un producto mas de consumo? “Compre compre lo que no necesita…”, según palabras del cantautor Rosendo Mercado. El sesenta por ciento de la población compra más, mucho más, de lo que necesita. Correlato de otro sesenta por ciento de la población que se vanagloria de no haber leído nunca un libro. Se nutren solo con los 140 caracteres de twiter. Digamos entonces, que en justa correspondencia con nuestro narcisismo extremo, somos un país de extrema Anorexia espiritual.
¿Por qué una época donde domina con mano de hierro la ebriedad del Ego, tiene necesidad de relacionarse con otra época donde dominaba con igual empeño y ahínco la ebriedad de Dios?
¿Por qué la celebración y representación de la navidad produce consenso y la representación por el inglés de “la vida es sueño” produce disenso o enfrentamiento?
¿A los ciudadanos de un país como el nuestro nos conviene hacer un uso de nuestros clásicos para seguir ahondando en nuestras heridas cainitas? ¿No sería más decoroso e imaginativo hacerlo para encontrar, al fin, la necesaria armonía entre nosotros? ¿No es esta de nuevo, y después de las catástrofes de 1945, la misión irrenunciable de la creación humana? Venga, inglés, si te sientes mejor llámate artista si quieres.
Inglés, tienes que leer y representar “La vida es sueño” como si tuvieses a Dios delante, su misterio e inabarcabilidad. Fíjate, inglés, que he dicho como si, no he dicho teniendo a Dios delante. Tu Dios anglicano si quieres, el que se peleó, hasta la escisión, con el Dios del Vaticano. No lo hagas nunca, inglés, como si fueras un ingeniero (epítome de la sociedad digital hiper tecnologizada en la que vivimos), que todo lo controla, todo lo sabe, todo lo manipula, no lo hagas como si hubieras sustituido a Dios, al Dios de tu tradición si quieres, es decir, como si fueras tu un dios mismo. El único Dios. Además de increíble e inverosímil, inglés, queda feo. Y desprende un abstruso tufo de intereses, no de amor incondicional al teatro.
martes, 20 de diciembre de 2022
LIBERTAD, DIGNIDAD, VULGARIDAD
¿Que es el alma en una sociedad aristocrática y teocrática con la figura de dios como ordenadora del universo? ¿Que es el alma en una sociedad de masas, nihilista, escéptica, con él yo como único ordenador del mundo del caos que nos rodea? ¿Entendamos el alma como como algo pegado a la vida, algo que tiene que ver directamente con la vida? ¿Entonces el alma es un símbolo? Si es así, ¿simboliza todo aquello que desconocemos? Cómo el azar, ¿lo mezcla y es lo que produce un carácter?
En la época romántica, incluso ilustrada, la inspiración del genio venía del cielo, venía de Dios. En la época de la sociedad de masas, la inspiración ya no viene del cielo sino que viene de la propia vulgaridad que ha generado la libertad individual sin trabas, que, a su vez, va ligada a la dignidad incondicional del ser humano. A ellas Libertad, Dignidad, Vulgaridad se les plantea entonces la pregunta: ¿cómo se entiende ahora estar inspirado por la gracia? ¿Según entendía Simone Weil la relación con Dios? ¿Viene de la relación que mantienes con los demás?
sábado, 17 de diciembre de 2022
EL FILISTEO: HOMBRE MASA
*Como pensar después de muerte de Dios, lo que significa que todo es posible: la Shoah talmente
*Como emitir juicios de valor después de la Shoah
*Nada resulta tan fácil como destruir el mundo interior de quienes no piensan nada más que en salvaguardar la imagen aparente de sus vidas privadas.
Escribe Hannah Arendt en “Los orígenes del totalitarismo”,
LEER Y APARENTAR
INSTANTES CAPTADOS:
Un libro es una ventana abierta al alma de otro ser humano, un mirador que permite contemplar una intimidad y fundirse con ella, una cima que exhibe sus escarpaduras. Las palabras componen círculos que nos permiten subir o bajar, alcanzar las alturas o descender hasta el abismo. Así lo entendió Dante, que viajó por geografías nunca vistas, buscando la salvación mediante el amor.”
¿Por qué a veces nos empeñamos en aparentar lo que no somos? Pienso que por miedo a ser heridos. Nuestra piel es una corteza muy fina. El trato con los otros puede ser tan doloroso como abrazar un espino. Me detengo un instante ante la estatua de Vallé-Inclán, el otro manco ilustre de nuestras letras, y me pregunto si él también fraguó una máscara para protegerse del mundo, casi siempre áspero y desconsiderado.
miércoles, 14 de diciembre de 2022
¿POR QUÉ SE AMOTINAN LAS GENTES?
Este cuento corto de Flannery O’Connor, está narrado por un narrador No Identificado que no participa en la acción, pero donde todo es significativo. Es decir, hay una distancia respecto a lo narrado. Una distancia que es lo que el lector tiene que leer. Lo he propuesto porque es eso lo que podemos compartir los lectores, no la parte mecánica de nuestra vidas profesionales, familiares o sociales políticas, sino su parte simbólica o significativa. Porque es eso lo que nos levanta un estado de ánimo (del alma) que propicia el hecho de compartir, no la mera voluntad de querer hacerlo vía publicitaria o ideológica. Lo que leemos en el cuento no ha sucedido, sucede porque alguien No identificado lo cuenta así. Los estados del ánimo de los personajes hay que contraponerlos al nuestro como lector, propiciado por el acto de la lectura. No lo he propuesto solo porque se adapta a nuestra vida de zascandil de estar siempre ocupados de aquí para allí, sin un respiro o como si no hubiera un mañana. No. Todo lo que aparece en el cuento esta ahí, como he dicho, porque significa algo de forma intensa, no está ahí por capricho o porque el narrador no tenia otra cosa que decir. Por tanto, el lector tiene que poner en el acto de su lectura la máxima atención para activar toda su memoria del pasado y proyectar toda su capacidad de espera del futuro. Atención, memoria y espera. El tiempo de la poesía y de la vida, opuesto al tiempo del reloj el tiempo de la muerte.
Somos seres simbólicos en tanto en cuanto somos seres de palabra y de razón. Se entienda esto o no, es una verdad que nos constituye desde que nacemos hasta que morimos. Siendo entre estos dos símbolos, palabra y razón, entre los que a parte de su función mecánica e instrumental transcurre la significación de nuestra existencia. La literatura (y el arte en general, la ciencia incluida) es el espacio donde se da el tiempo de la significación, a través de las palabras.
Todo el mundo ha tenido, o ha oído a alguien cercano que la ha tenido (experiencia, distinto de biografía) alguna vez en su vida una conversación, al menos una, con su madre o con su padre o con sus hijos, en la que le han dicho: que ya está bien, que tienes que ser alguien en la vida, que tienes que ser una mujer o un hombre de provecho. Casi todo el cuento, menos la última página va de esto. Es, por tanto, perfectamente reconocible para cualquier lector o lectora del siglo XXI. Hagamos primero memoria de ello, porque es ahí donde interpelan o llaman las palabras del narrador del cuento. Ya sabéis que la vida es eso que sucede cuando no tenemos miedo. ¿En que habría cambiado nuestra lectura si en lugar de el texto que encuentra en el baño, la madre de Walter se hubiera encontrado un relato, pongamos, en contra de la discriminación racial? ¿Por qué no lee algo de Martín Luther King, Malcom X, Angela Davis, Rosa Parker,…?
“El amor debe estar lleno de ira”, así dicen las primeras palabras del texto subrayado por el hijo, que se encuentra la madre tirando en el cuarto de baño. ¿Es una buena forma de hacer el bien o de propagar el mal? No tratéis de explicarlo, sino en la medida de vuestras palabras tratar de decir primero lo ha habéis sentido con lo que ahí dentro sucede y lo que se dice y hace con lo que sucede. Y si no sentís nada entonces, ahora si, explicar porque padecéis esa carencia, que puede tener forma de calamidad o de virtud. La ficción une a la madre y al hijo. Pero una ficción que no es del siglo XIX de la madre, ni del siglo XX del hijo. Es una ficción de un pasado remoto, para afrontar un futuro inmediato.
¿De donde saldrá la verdad de este cuento? No de mirarlo como se miran las células a través de un microscopio en el laboratorio, no a través de la lente de una ideología o de una religión, no después de la resolución de una ecuación matemática. No. La verdad es este cuento, como la de todos los cuentos y novelas, saldrá, como dice Javier Gomá, del consenso de los lectores, del consenso, digámoslo así, de su desnuda experiencia lectora con el lenguaje del cuento. Para eso existen, a mi entender, los Club del lectura, ese es su valor fundamental de uso. La creación de consensos sobre esas lecturas. Y sobre esas experiencias que nos dan una promesa de sentido en la vida, que el propio trajín de la vida misma nos niega una y otra vez. Un consenso que es un acorde entre las palabras escritas en el cuento y las palabras habladas de los lectores. Entre la oralidad y la escritura.
jueves, 1 de diciembre de 2022
BLUE JAY
Así como otras películas, desde la primera escena no temen ser lo que quieren ser: películas que apelan sin tapujos ni demoras a la emoción básica del espectador, en la película Blue Jay de Alexandre Lehmann, sin embargo, las demoras no se producen a base de tapujos o falsas apariencias. Se producen, a mi entender, a partir de un ejercicio inhabitual de imaginación con el tiempo.
El argumento de representar el reencuentro, muchas años después, con el primer amor de juventud, si fue en el instituto (“insti”) mejor, es un asunto muy querido, debido a su eficiencia narrativa, por el cine y la literatura. El peligro de ello estriba en el proceder mecánico de quien maneja la cámara, a saber, como si volver al tiempo de aquellos años fuera un atributo propio de los seres humanos sin más. Y eso lo da, pienso yo, el hecho de que aquellos años del “insti”, por seguir con esta imagen tan querida, están bendecidos por el espíritu de la época, a saber, con la idea absoluta de que la juventud es eterna además de un divino tesoro incorrupto, como el brazo de Santa Teresa. Por ello los amantes del “insti” que se encuentran de nuevo un día inesperado creen permanecer intactos, como si no hubiera pasado el tiempo, en su proceder como antiguos jóvenes sabelotodo y despreocupados.
Sin embargo, algo detectan los protagonistas de Blue Jay en su encuentro fortuito en el supermercado de su pueblo natal, Crestline en California, algo que no entienden, que les anima no tanto a recordar de forma mecánica como a representar el recuerdo. Antes muestran sus cartas actuales sobre la mesa de la cafetería, donde han ido a charlar después de la sorpresa del supermercado. Amanda no ha sido madre de sus hijos, sino de los de su marido veinte años mayor que ella, que ahora han abandonado el hogar; está en el pueblo para atender a su hermana embarazada y ella ve su futuro como cuidadora de un marido anciano. John no ha creado una familia, sigue soltero y con un carácter de perros pues dirime sus diferencias profesionales dándole una paliza a su tío; está en el pueblo para hacer algo con la casa de su madre, que acaba de fallecer hace poco. No sabe que hacer con su vida.
Con estos mimbres, van y se ponen manos a la obra. Así representan la continuación de aquella historia del “insti” como si no hubiese pasado el tiempo: una película dentro de otra película, que es lo que el espectador contempla. Dicho de otra manera: prestan durante unas horas toda su atención en el presente a la memoria de un pasado remoto, para en la escena final quedar a la espera, conocidos aquellos mimbres recíprocos, de un futuro diferente a cómo era antes de volver a reencontrarse. Entre medias, ¿qué han aprendido? ¿Que ha aprendido el espectador? Lo que ya he dicho, que no es poco. Juntos hemos aprendido a recordar el pasado, a prestar atención en el presente, a esperar el futuro. En fin, a ver la vida en toda su humana complejidad. Es decir, que para llegar a la felicidad hay atravesar el campo minado del dolor. No está nada mal para unos seres humanos, como todavía somos.
viernes, 25 de noviembre de 2022
CERCA DEL ENEMIGO
Goethe, que no era muy dado a las exageraciones, calificó a la Revolución Francesa, guerras Napoleónicas incluidas, como una monstruosa experiencia. Es decir, el periodo que va desde el asalto a la Bastilla en 1789 a la derrota definitiva de Napoleón en Waterloo en 1815. Estos veintiséis años de monstruosa experiencia, al decir del escritor alemán, no impidió, sin embargo, que la modernidad que inspiraba se colase en las entrañas de la existencia europea hasta nuestros días, con sus episodios de luz y de sombras que hicieron palidecer, estas últimas, lo que de monstruoso tuvieron los hechos fundacionales de la Revolución Francesa y su secuela del Imperio Napoleónico. Nunca volvimos a ser de otra manera que modernos. El último de esos episodios fue la caída del muro de Berlín en 1989 que, frivolidades del calendario, coincidió con la celebración del doscientos aniversario del asalto a la Bastilla francesa.
La película “Cerca del enemigo”, del director alemán Jan Josef Liefers, va de esto. De lo que hay detrás de la caída del muro de Berlín. Entendiendo por caída del muro de Berlín (1989) el punto y final del arco emocional que nació con el asalto a la Bastilla (1789). Si nos fijamos bien, asalto y caída son palabras que no solo no se repelen sino que tienen, por decirlo así, una relación de atracción erótica. No hay asalto o abordaje que no presuponga la caída o el hundimiento. Como no hay vida que no signifique, entre otras cosas, el tiempo de descuento para la muerte. El caso es que Liefers nos muestra con su imaginación fílmica lo que las piedras del muro de Berlín, esparramándose por el asfalto de la capital alemana debido a los martillazos de sus ciudadanos, no nos dejaros ver. Detrás de esa ruina en que se convierte el ominoso muro un hombre y una mujer llaman a la puerta de un pastor protestante para pedir acogida. Quienes piden hospedaje son, ni mas ni menos, que el expresidente Erich Honecker del régimen comunista de la República Democrática Alemana y su mujer Margot, la eterna ministra de educación, los seres más odiados del lado este del muro recién caído. Volvemos al principio. El pastor protestante, Uwe Holmer, les da una cama y un plato encima de la mesa, cumpliendo con las obligaciones que le exigen su creencia religiosa. En el exterior, los vecinos del pueblo se han enterado de quién ha llegado y empiezan a mostrar su descontento con manifestaciones por las calles y concentraciones en la puerta de la casa del pastor protestante. Llegados hasta aquí, al espectador le surge el dilema de si seguir o no el periplo narrativo de la película, y si fuera que sí hacia donde. Pues al pastor protestante y a los manifestantes les asisten las razones de sus creencias, aunque no en el mismo plano. Al pastor protestante, como al médico, le asiste la razón de su código deontológico que no hace distinciones éticas, mientras que los manifestantes exigen, y con razón democrática, que se aplique la justicia a las tropelías de Honecker y su mujer. Justicia de Dios versus Justicia de los hombres.
La revolución francesa, asistida por la razón burguesa, y la revolución rusa, asistida por la razón proletaria, se imaginaron y se llevaron a cabo en nombre de la justicia de los hombres, como única justicia verdadera en la tierra, y en contra de la justicia de Dios que quedaba así deslegitimada para siempre en el ámbito terrenal. Eso creíamos. Y es que de la justicia de los hombres no entienden los dioses, y viceversa. Sea tal vez el error, o falta de perspectiva, que todavía perdura entre los teólogos del más allá y los laicos del más acá.
martes, 22 de noviembre de 2022
LOS AMANTES DE LA NOCHE
Alguien de la tertulia dijo, ante las imágenes de la primera película de Nicolás Ray, que deberíamos preguntarnos sobre el hecho, a la luz de la evolución del lenguaje cinematográfico, de lo que significa hoy volver a esas películas antiguas filmadas, pongamos, en los años 40 del siglo pasado. Otra espectadora, por contra, se puso desde el principio del lado del blanco y negro de la película y de las peripecias de los amantes, mientras trataban de sacar adelante su historia de amor en un ambiente rodeado predominantemente de espinos, dijo con una imagen acertada a su visión del asunto. El resto de espectadores resaltó, de forma diversa, la debilidad de la película no tanto por el lenguaje de la época, ni en la ausencia de color, como en la construcción misma de la historia. La debilidad de la película, vinieron a decir, está en el guión que la sustenta. Ese matrimonio, por decirlo así, entre la villanía inherente al mundo y la ingenuidad no aprendida o infantil de los amantes no acababa de funcionar del todo bien, igual que en la sabana africana no puede acabar bien la ferocidad de una manada de leones hambrientos y un par de gacelas que pasaban por allí. Había un desajuste entre las partes que, al fin y a la postre, afectaba al resultado final del conjunto, sí de lo que se trataba, como es lo propio del acto creativo, era abandonar la lógica implacable de la sabana africana e imaginar a ver qué pasa. Un desajuste que se traducía en una fatal determinación natural, que influía en cualquier destino que quedase atrapado bajo la influencia. Como así ocurre con todos los personajes que se dan cita en esta primera película del director norteamericano.
viernes, 11 de noviembre de 2022
AL FINAL DE LA ESCALERA
AL FINAL DE LA ESCALERA, de la Peter Medak
El protagonista principal de la película “Al final de la escalera”, John Russell, un destacado compositor y profesor de música, pierde a su mujer y su hija en un trágico accidente. Para recuperarse, abandona su residencia y acepta un puesto académico en Seattle en una fundación que posee, entre otras, la propiedad sobre una vieja mansión que ha permanecido desocupada durante largos años, con la condición de utilizarla como espacio de práctica profesional para los alumnos, además de vivienda. Hasta aquí la sinopsis.
A mi entender, Medak, en el inicio de la película, sugiere al espectador en que medida lo fantástico es parte de la otra cara - la no visible o intangible - de lo moderno, y no un antigualla del pasado, tal y como dice Jacobo Siruela en su prólogo a la “Antología Universal del Relato Fantástico”, que el mismo ha hecho y publicado en su editorial Atalanta. Para corroborarlo fijémonos en la escena en la que John Russell le pregunta a Claire ¿qué quiere su hija de él, por qué lo llama?, asociando la voz que se oye dentro de la casa (y la pelotita que cae desde el final de escalera) con la voz de su hija muerta. Ante esa llamada caben dos respuestas. La propia de un compositor de música, ¿qué otra cosa es la creación artística en general y la música en particular, sino una llamada desde el más allá, es decir, una llamada desde lo que no entendemos pero queremos comprender, pues esa llamada nos atraviesa el alma, si es que en la modernidad todavía eso es posible. Es la respuesta que se enfrenta al misterio de la vida, a sabiendas que es inexplicable desde la razón lógica habitual en el más acá. La segunda respuesta es la de que todo lo oscuro, o ininteligible, según esa misma razón lógica aplicada ahora al suspense, debe ser hecho tangible y visible, ya provenga del más acá como del más-acá-un-poco-más-allá, pues desde esta visión todo está en el más acá, para poder medirlo y clasificarlo. Es la respuesta del detective empeñoso, y es la que elige John Russell. Fijémonos en la escena en la que con las mismas manos que toca el piano, se lanza con desesperación a quitar las maderas que ocultan el agujero de donde viene el estruendoso ruido que lo está sacando de quicio. Es la respuesta, después de la clase magistral de la médium, que mejor se adapta a la estructura de cuento de miedo que, a partir de ese momento, adopta la película. Cuento de miedo que entronca, como bien dijo Naxo en la tertulia del domingo, con los relatos y miedos infantiles del tipo: “que viene el lobo, que viene el lobo” o “cuidado con el hombre de saco…, etc”, que perduran placenteramente en nuestra intimidad adulta, como dijo Marga, pues, paradójicamente, refuerza nuestra seguridad en el presente. Y que a mí me parece bien que así sea, aunque me chirría un tanto la elección de un compositor de música para protagonizar semejante aventura.
viernes, 4 de noviembre de 2022
SEPTIEMBRE
Septiembre, de Woody Allen
Pongamos que “encierran” a un puñado de personajes en una casa de 200 metros cuadrados, más o menos, para que empiecen a hablar de por qué están enamorados, o no, en ese momento de su “encierro”. Y Allen pronuncia la palabra acción. Entren y vean.
N dijo en la tertulia del domingo que la peli tenía una estructura parecida a la del programa televisivo “Gran Hermano”, pero desde el punto de vista sociológico, es decir, diferentes caracteres encerrados entre cuatro paredes, donde tienen que convivir y donde los sentimientos necesitan expresarse sin que las personas que los viven (la propia persona donde se generan o aquellas en las que acaban siendo reflejados) tengan la opción de arrinconarlos en su intimidad. Aunque también le generó una serie de dudas, a saber, ¿es la razón capaz de controlar nuestros sentimientos? ¿O son los sentimientos imperturbables a la razón? Y lo que aún es más complicado, ¿la solución únicamente es para una de esta dos preguntas o es una red mucho más entrelazada?
M subrayó la cita de Rilke, que dice que los amantes en su etapa inicial de enamoramiento ocultan su destino futuro; antes se había preguntado: ¿podríamos dividir a las personas, tal como dice uno de los protagonistas, entre los que sobreviven y miran en positivo hacia el futuro y los que son incapaces de superar los golpes de la vida? Es decir, entre los que dejan de mirarse el ombligo y no necesitan preguntarse más para dejar atrás y los que necesitan, en cambio, entender y asumir los golpes para poder avanzar. ¿Esta dicotomía nos conduce irremediablemente al siquiatra?
L no acababa de entender la obstinación de Lane (Mia Farrow) contra su madre, al hacerla responsable de todos sus males a esas alturas de su vida.
A se fijó más en el egoísmo de cada uno de los personajes, al no tener en cuenta al otro.
R sufrió, una vez más, con los líos y contradicciones del alma humana, manifestando su desconcierto por no saber la intención del director - del que dijo no ser fan - para hacer esta película. Y no le falta intuición, ya que la casa que construye Allen se va convirtiendo, a medida que pasan los minutos, es una casa tomada: modelo Cortázar pero sazonada con el estilo irónico del director neoyorquino, con su tormenta exterior, su apagón de luz eléctrica en el interior de la casa, sus velas a media luz y sus espíritus por ahí danzando.
Yo me pregunté, si nos enamoramos de alguien por lo que nos falta o para saber lo que nos falta. Y sugerí que, al entrar en la casa tomada, sentir lo que allí está ocurriendo, antes que razonarlo, antes que las ideologías y demás ismos se apoderen de la casa y nos echen a todos fuera. Antes, incluso, que lleguen los compradores a regatear con la dueña Lane.
Pienso que al final no acabamos de entrar en la casa. Dimos vueltas a su alrededor, miramos a través de las ventanas, pero no quisimos o no supimos entrar a la casa por la puerta principal, como nos sugiere Allen. Ni tan siquiera, haciendo los okupas o los gamberros, nos atrevimos a entrar por las ventanas. Bien es verdad que Allen nos tiene acostumbrados a acompañar a sus personajes paseando por las calles de Nueva York. El Nueva York de la clase media formada por los profesionales liberales y otras tribus de creativos, con su forma de vestir, su forma de consumir y, sobre todo, su forma de hablar. Y al “aire libre”, o al menos no todo el tiempo respirando la atmósfera enrarecida de esa casa, las contradicciones de los protagonistas parecen menos que, pongamos, sentados en un restaurante de Brooklyn hablando sobre la infelicidad o el aburrimiento acompañados con un buen vino sobre la mesa, o en una exposición de arte contemporáneo, pongamos, de Willem de Kooning, o simplemente paseando por Madison Avenue. En la casa de la película, en la que Allen nos invita a entrar, aparecen las contradicciones de una clase media adulta de low cost, por decirlo así, surgidas de repente de no se sabe dónde, como una presencia oscura que los empuja sin rumbo de una habitación a otra, hasta echarlos fuera. Al menos, esa es la impresión que se detecta fuera de la casa, a través de los visillos de las ventanas. Todos parecen refugiados polacos, como le dice a Lane su madre. Es cuando la ironía de Allen alcanza el cenit en la intuición creativa de esta película. Y tal vez eso nos haya intimidado o despistado un poco. Hasta que llegan los compradores de la casa y le dicen a la vendedora Lane que por 175000 dólares se lo compara todo, incluidas las contradicciones adultas allí acumuladas. No hay nada que no se limpie con una buena mano de pintura, parecen sugerir. Para entonces, nosotros mentalmente ya nos habíamos ido a nuestros quehaceres cotidianos propios del final del domingo.
viernes, 28 de octubre de 2022
EVA GALLUD
escucho el crujido a mis pies
TIEMPO MUERTO O ENFERMO
Luzdivina Cienfuegos, profesora de historia, suele ser cautelosa en sus apreciaciones, pero aquel día perdió los nervios y dijo que estaba harta de dar clase a alguien que no quiere aprender. Se lo dijo a su compañero, el profesor de ética Octavio Lavilla, después del último claustro, mientras tomaban el vermut en un bar cercano al instituto donde trabajaban. Estas salidas intempestivas no abandonaban el acomodo que le es tan querido al apresuramiento vital donde vive Luzdivina. A ella le gustaba calificarlas así, pero en el fondo es consciente que no pasan de ser una salida de tono momentánea. El canon revolucionario dice que los docentes se deberían lanzar a la calle a pedir un cambio radical en las costumbres educativas del país. Pero la realidad, que es tozuda como un buey y no entiende de modos y maneras revolucionarias, impone su inflexibilidad a los docentes, o mejor dicho, los docentes imponen su cobardía a la realidad.
El docente posmoderno, por llamarlo así, imita la imagen de dios creador. Antes del tiempo, se debió sentir aburrido y se puso a imaginar como crear un mundo, que a la larga ha sido nuestro mundo. Qué puedo hacer, no creo que la palabra imaginar estuviera a mi alcance, si antes de mi no ha habido nadie, en que creo si nada de lo que me rodea me interesa porque yo soy lo único que hay. Fue entonces cuando, sin saberlo, inventé la palabra ocurrencia. Y así, ocurrencia tras ocurrencia, a una por día, llegó al séptimo donde exhausto, tuve la última ocurrencia, descansar y desaparecer para siempre, dejando su obra a la intemperie o en manos de sus capataces, que no se que es peor.
Luzdivina Cienfuegos dedujo que le pasaba algo parecido, cuando se despertó de la anterior pesadilla en la que ella ocupaba, contra todo pronóstico, un lugar de tiempo muerto en el desarrollo colateral de la escena. Con la única diferencia, respecto al Dios creador, que no puede desaparecer del todo, pues se tiene que buscar un sustituto y presentar en la ventanilla correspondiente los papeles oportunamente sellados, antes de empezar a disfrutar de sus intermitentes bajas laborales. Todo lo cual justifica ante su conciencia, según dice ella, los vaivenes de su crónica depresión.
miércoles, 26 de octubre de 2022
CAMINO DE CUENCOS
https://www.instagram.com/p/CjnKmGgowHv/?igshid=MDJmNzVkMjY=
Mi ceramista de cabecera, Roser, ha publicado en su cuenta de Instagram lo siguiente, fotos incluidas en el link adjunto:
“50 años de la escuela de cerámica de la Bisbal. Un camino de cuencos que une la nueva sede, dotada de unas magnificas instalaciones, con la antigua sede en el convento de la Bisbal donde todo va a comenzar.
25000 alumnos han pasado durante estos años, y hoy lo celebramos con un camino de cuencos torneados por muchas personas, incluidos mis alumnos del Cívico de Porqueres durante el verano. A las 4 haremos el camino y brindaremos con Dolors Ros, que ha hecho que muchos de nosotros gozásemos del arte y el lenguaje ancestral y contemporáneo de la cerámica.”
Al leer el escrito con atención, me hago eco de ese camino que marcan los cuencos, y del gozo que los ceramistas han experimentado con el arte y el lenguaje ancestral y contemporáneo de la cerámica. Y es que todo el gozo (no confundir con la urgencia del placer) que se experimenta haciendo un camino, viene precedido de un ideal común de perfección del que se desprenden las particularidades donde se encarnan el entusiasmo, el movimiento y la luz que suele emerger de quienes se encuentran haciendo ese camino. La cerámica tiene un origen suficientemente ancestral como para iluminar el camino del ideal moderno en el momento actual, que ya no alberga la promesa del progreso infinito, ni de felicidad asegurada en el trato con los objetos de consumo cotidianos. Y es que nuestra alma occidental se ha quedado obsoleta (no quiero decir seca, todavía) en el rincón de las penas sin gloria de este gran supermercado que nos rodea, donde todos los objetos nos explican como somos y como debemos vivir. Incluso quienes deben vivir.
Desde el Extremo Oriente, Soetsu Yanagi, el filósofo japonés de la Escuela de Kioto, piensa - al tiempo que nos recuerda algo que los modernos occidentales parece que hemos olvidado: vida y creación son dos caras del mismo ímpetu existencial en el lugar que ocupemos en el mundo - que los objetos de la artesanía popular, elaborados por artesanos anónimos que trabajaban sin la consciencia creativa propia de los artistas con nombre y apellidos, están imbuidos de un encanto inefable, fundado unas veces en su sencillez y, otras, en su audacia.
miércoles, 19 de octubre de 2022
PRINCESAS
¿Por qué se acerca Caye, punto de vista de la película “Princesas”, a Zulema? ¿Por qué la puta freelance española, controladora absoluta de su trabajo (así nos la muestra, sin chulo a la vista, su director León de Aranoa, desde la primera escena de la película), se acerca a la puta emigrante dominicana, que trabaja a la intemperie como puede o la dejan, palizas incluidas? ¿Se acerca por solidaridad y tal, por redimir algún tipo de culpa, o como una forma de conocimiento que a Caye le despierta la presencia inesperada de Zulema en su vida? Vaya por delante que no supimos discernir en la tertulia, lo que ocultan esas preguntas sobre la peli. Y tampoco sé, mientras escribo, si esas preguntas y las siguientes son pertinentes o no.
Seria deseable que fuéramos capaces de sobreponernos al dogma de la ideología feminista, que denuncia el dicho de la ideología masculina: “una mujer sin un hombre que la ame es un ser incompleto, de forma que toda mujer acepta tácitamente el papel de objeto de deseo, y en más de una ocasión se contentan con las migas de cariño de tipos que luego les producen sonrojo. ¿Cómo pude enamorarme de ese gilipollas?” Digo sobreponernos no porque lo que el dogma feminista denuncia sea mentira, y el dogma masculino defiende sea verdad, o viceversa, sino porque a parte de ser los dogmas de esas ideologías, son también un misterio para quienes no militamos en ellas. Enamorarse sin previo aviso es y ha sido siempre un misterio, y la pregunta posterior, ¿como me pude enamorar de ese gilipollas?, también. Nadie se enamora o desenamora si lo razona dos veces, eso se llama un apaño de conveniencia. Para poder convivir con estos asuntos irracionales, la astucia de la razón ha hecho cómplice del amor a la palabra amistad. Y me parece bien. Son un misterio, decía, porque enamorarse y desenamorarse forman parte de un mito eterno, el mito del Amor, que existe antes que el logos le ponga los signos y los significados (vacíos o llenos) y antes que las ideologías feminista y masculina lo puedan utilizar en beneficio propio. Mito y Razón, Religión y Ciencia constituyen, en todo tiempo y lugar, partes inseparables de nuestra naturaleza humana. Grandes temas para conversar juntos. Así os lo propongo.
Sigamos con la peli. Caye, la prostituta española freelance de la película “Princesas” le dice, con su rostro más sincero, a su colega emigrante dominicana Zulema: “a mí lo que más me gustaría es que me vayan a buscar a la salida del trabajo.” Pero también le dice, con su rostro más ambiguo, las palabras que ha oído a su madre: “existimos porque alguien piensa en nosotras, no al revés, como dijo no sé quién.” Una de las mejores enmiendas que he oído al “Pienso, luego existo” de René Descartes.
Entonces me pregunto, ¿por qué es más prostitución entregar el cuerpo, pongamos, a las manos y las babas de uno que pasa por ahí, que entregar tu alma al diablo que llevas dentro? Porque en el cuerpo a cuerpo las manos y las babas se ven y se miden y tienen un precio, del que se hace cargo el logos económico político del momento, hay relaciones de poder. Así es la vida. Mientras que el alma entregándose al diablo no se ve, ni al alma ni al diablo, ni tiene precio, es pura espiritualidad. Así es el arte.
Sabemos de que está harta Zulema. Pero, ¿de que está harta Caye? ¿De qué no se le aparezca el príncipe azul a la salida del trabajo? Da la impresión que Caye no sabe qué es propiamente aquello que en ella se traduce lo que hace, en lo que cree. En todo caso, da la impresión que es algo distinto de lo que ella cree. Se encuentra, por así decirlo, en el punto ciego de sí misma, y el espectador a su lado. Punto ciego que es muy habitual en la mirada de nuestra vida cotidiana. Parece que está ante lo más grande de si misma o ante lo más pequeño. ¿Un dilema que la tortura tanto como para justificar su conducta? Ser consciente de que se gana la vida como puta, como le confiesa de sopetón al que quiere que sea su novio, no es lo mismo que tener conciencia de ser puta. Eso pasa en todos los trabajos. Volvamos al principio. ¿La confusión entre ser puta y estar trabajando de puta es la razón del acercamiento de Caye a Zulema? Valdría preguntarse que Caye está en ese momento de su vida en que todas las sospechas se le echan encima respecto a la manida frase: conócete a ti misma. Y Zulema, por tanto, ¿es una compensación a tal carencia, de la que, repito, es consciente pero no tiene conciencia de su alcance en su vida actual? De ahí el final feliz solidario de la película: Caye le paga a Zulema el billete de vuelta a su país. Sin que todavía el príncipe azul haya ido a esperarla a la salida del trabajo.
¿Ha sabido captar Leon de Aranoa, al filmar “Princesas”, la esencia de esas preguntas? Yo diría que no. Entonces, ¿que es lo me las sugieren? La belleza choni o barriobajera de la cara y el cuerpo de la actriz Candela Peña. Leon de Aranoa, a mi entender, no saca partido de ese diamante en bruto, no sabe mostrar lo que se dirime en el fondo del alma del personaje Caye: la pugna entre lo que le falta y le duele contra lo que posee y la soporta. A cambio saca a pasear la cámara por el ambiente del puterío callejero, dándole ese tono populista a su película, que es lo que verdaderamente le motiva.
jueves, 13 de octubre de 2022
HABLAR, QUE PEREZA
No se si esta expresión, hablar que pereza, que Casimiro Robles repite con frecuencia como un loro tiene que ver o es sinónima, yo creo que sí, de esta otra: pensar, que pereza. Cuando le respondo que forma parte de esa rancia tradición española, todavía hoy dominante incluso entre los sectores más progres, que no es otra que el anti-intelectualismo dominante o el que inventen ellos, etc., se refugia con gesto amenazante en la imagen de que es un tío campechano, al que le gustan las cosa claras y el dinero contante y sonante (esto es lo único que es cierto en su caso), para pasar a continuación a denostar a los intelectuales profesionales académicos, profesores, escritores etc. etc. de este país y del extranjero. Lo importante no es que no hables o que no pienses, sino en que te conviertes al actuar así. Cuando también le digo que milita con pasión en el anti-intelectualismo más rancio, lo hago mirándole a la cara y pienso en su propia incompetencia intelectual, no en la de aquellos, pues ha decidido no hablar, que pereza. Este el orden del asunto. Lo cual no tiene que ver con el uso estratégico del silencio. Lo que Casimiro Robles ha decidido de verdad al no hablar y no pensar, es convertirse intelectualmente en un incompetente. Con ademanes fantoches hace caso omiso de una relación insalvable de nuestra condición humana, a saber, que eso que sea nuestra inteligencia humana más básica esta íntima relacionada con nuestro uso cotidiano del lenguaje. En este sentido le digo que se ha convertido en un animal humano, que es menos que un animal como un gato o como un perro, animales intelectualmente incompetentes pues no tienen inteligencia humana, pero tienen el suficiente instinto como para anhelar y consumir solo lo necesario. Es decir, son más listos que Casimiro Robles. Un incompetente intelectual que no ha impedido o te ha alentado a convertirte en un caprichoso saltimbanqui, otro vínculo insalvable de tu singular naturaleza, que quiere anhelar siempre lo que no tiene. Algo a lo que no te resignas mientras tengas la cartera llena.