viernes, 28 de octubre de 2022

TIEMPO MUERTO O ENFERMO

 Luzdivina Cienfuegos, profesora de historia, suele ser cautelosa en sus apreciaciones, pero aquel día perdió los nervios y dijo que estaba harta de dar clase a alguien que no quiere aprender. Se lo dijo a su compañero, el profesor de ética Octavio Lavilla, después del último claustro, mientras tomaban el vermut en un bar cercano al instituto donde trabajaban. Estas salidas intempestivas no abandonaban el acomodo que le es tan querido al apresuramiento vital donde vive Luzdivina. A ella le gustaba calificarlas así, pero en el fondo es consciente que no pasan de ser una salida de tono momentánea. El canon revolucionario dice que los docentes se deberían lanzar a la calle a pedir un cambio radical en las costumbres educativas del país. Pero la realidad, que es tozuda como un buey y no entiende de modos y maneras revolucionarias, impone su inflexibilidad a los docentes, o mejor dicho, los docentes imponen su cobardía a la realidad.

El docente posmoderno, por llamarlo así, imita la imagen de dios creador. Antes del tiempo, se debió sentir aburrido y se puso a imaginar como crear un mundo, que a la larga ha sido nuestro mundo. Qué puedo hacer, no creo que la palabra imaginar estuviera a mi alcance, si antes de mi no ha habido nadie, en que creo si nada de lo que me rodea me interesa porque yo soy lo único que hay. Fue entonces cuando, sin saberlo, inventé la palabra ocurrencia. Y así, ocurrencia tras ocurrencia, a una por día, llegó al séptimo donde exhausto, tuve la última ocurrencia, descansar y desaparecer para siempre, dejando su obra a la intemperie o en manos de sus capataces, que no se que es peor. 


Luzdivina Cienfuegos dedujo que le pasaba algo parecido, cuando se despertó de la anterior pesadilla en la que ella ocupaba, contra todo pronóstico, un lugar de tiempo muerto en el desarrollo colateral de la escena. Con la única diferencia, respecto al Dios creador, que no puede desaparecer del todo, pues se tiene que buscar un sustituto y presentar en la ventanilla correspondiente los papeles oportunamente sellados, antes de empezar a disfrutar de sus intermitentes bajas laborales. Todo lo cual justifica ante su conciencia, según dice ella, los vaivenes de su crónica depresión.