martes, 22 de enero de 2019

SIN EMPATÍA

En septiembre de 2008, pocos días después del derrumbe de Lehman Brothers en la bolsa de Nueva York, el peluquero López adquirió en propiedad la peluquería del pueblo donde vivía, Artiles, mediante una operación de traspaso de su dueño anterior, a la sazón su jefe desde que entró a trabajar como aprendiz nada más cumplir los dieciocho años. En diciembre de ese mismo año nació su tercer y último hijo. Los dos mayores tenían entonces siete y cinco años de edad respectivamente. Al día de hoy el negocio del peluquero López goza de una envidiable salud avalada, sin duda, por su riguroso quehacer profesional. Sin embargo, como muchos otros padres de su edad, no está consiguiendo como él pensaba, en justa correspondencia con su éxito profesional, el éxito educativo y familiar que esperaba darles a sus hijos. Le sorprende comprobar, cada día, que la lógica de su trayectoria profesional, consistente en buscar actos para unas consecuencias, no tiene utilidad práctica para ordenar, dentro del ámbito de la familia, la vida educativa de sus hijos. Ni siquiera puede echar mano de lo oculto que existe en todas las relaciones amorosas, pues la falta de empatía que han desarrollado sus hijos en los últimos dos años, en relación con él y con su mujer, le hace pensar que aquellas ya no existen si es que alguna vez lo hicieron. Tampoco el peluquero López puede acudir a la comunidad educativa a la que pertenecen sus hijos, formada por sus profesores y los padres de sus compañeros de aula. Ninguno de los actos que surgen de los distintos comités o comisiones que, a tal fin, se constituyen nada más comenzar el curso, necesitan otra consecuencia que no sea esa vaguedad que repiten invariablemente sus promotores, a saber, todo sea por el bien de los niños, lo cual está consiguiendo, justo por el hecho de que nadie en su sano juicio podría decir o hacer algo en contra de semejante aseveración, que el peluquero Lopez prefiera la justicia al amor de sus hijos. Un sentimiento que se manifiesta de manera indiscriminada y exclusiva a través de los dispositivos que cada uno de sus tres hijos. Lo cual lo sumerge en la inseguridad en que se encuentra actualmente, ya que si el amor de sus hijos expresado a través de sus cacharros borra, como él piensa, todas las percepciones y sus matices, entonces ese amor filial estaba lleno de la más absoluta de las indiferencias. Por recomendación de su mujer, que en esto es una firme seguidora de los preceptos de la comunidad escolar, si tiene que hablar con sus hijos, dado el bloqueo conversacional que tienen en el cara a cara, mejor que lo haga por whaspp. Por el otro lado, la jefa de estudios de su hija mayor dijo en una reunión rutinaria que su hija los adoraba. El peluquero López contestó que le parecía bien, teniendo en cuenta la guerra que les había dado, aunque no ha perdido ni un minuto en pedirles que le subvencionaran los estudios en USA.