Todo lo que nos sucede está formado por hechos y por una reacción viva, la nuestra, frente a lo que nos sucede con esos hechos. Con estas palabras comenzó la clase Ernesto Arozamena el mismo día en el que iban a hablar sobre la Segunda Guerra Mundial, dentro del módulo de la historia del siglo XX. Era el 17 de marzo de 2018. Pretendía hacer experimentar a sus alumnos que los actos ominoso de aquellas catástrofes tenías consecuencias, no como las cuentan los historiadores o los periodistas o novelistas históricos, sino que son aquellas que parecen presentarse ante nosotros por su cuenta, sin necesidad de causa alguna, como si con ellas mismas pareciera que el mundo echó a andar por primera vez. Más que consecuencias parecen epifanías, tal como estáis acostumbrados a escucharlas, les dijo. Mucho antes de la escolarización obligatoria, al entender de Arozamena, sólo había una minoría de lectores complejos y una gran mayoría de analfabetos reales y, por tanto, pasivos e invisibles. Con la llegada de la era digital el asunto de la lectura mantuvo por un lado la minoría de lectores complejos, pero por el otro lado mutó hacia una gran mayoría de analfabetos funcionales (algo difícil de definir pues abarca a todos los estatus sociales) muy visibles ya que son unos activistas fanáticos del analfabetismo funcional, sobre todo a través de su éxito profesional y en las redes sociales. Estos últimos son los que, al fin y a la postre, han acabado imponiendo su ley gracias a su pertinaz militancia en el cotilleo mediático, por lo que la grieta con respecto a los lectores complejos no deja de agrandarse. Las grandes catástrofes de 1945, dijo Arozamena a sus alumnos, es el acontecimiento más relevante (lo que también quiere decir más complejo) desde la caída del imperio romano, y los efectos de su influencia llegan todavía hasta hoy en día, incluido al ámbito de vuestras vidas particulares. No vale decir, como soléis hacer, que lo que no tiene que ver con vuestra experiencia directa no os incumbe o, peor aún, no existe. Justamente porque las consecuencias de aquella colosal barbarie llegan por su cuenta, como si no tuvieran origen, a vosotros os parecen que tiene que ver con vuestros propios actos. Los hechos y sus consecuencias no se relacionan por la inmediatez de la vía mecánica, sino mediante espacios y seres intermedios e inviables. Esto es algo en lo que me interesa que prestéis mucha atención.