En una cena entre amigos y conocidos (ahora no me acuerdo cual era la exacta proporción entre unos y otros), uno de los comensales en un momento en que la conversación había subido el tono existencial y, por tanto, se aproximaba el momento en el que había que decantarse sobre el asunto y todo lo demás, dijo: mirad, no os comáis mas el coco, la vida solo es, en el mas largo y completo de los casos, nacer, crecer, reproducirse, envejecer y morir. Nada más. De repente, me dio la impresión de que la realidad había dejado de concernirle o lo hacía al nivel que lo puede hacer a un perro su existencia. Y tu, ¿por que no ladras en lugar de hablar? No se lo dije, pero me quede con todas las ganas del mundo regurgitandome en el cerebro. Hay mucha gente, demasiada gente, que en las reuniones sociales tiene una rara habilidad para neutralizar, o ningunear, situaciones como esta, en las que parecen, al fin, diluirse todas esas convenciones hechas de querellas estériles y expectativas ilusorias, mediante las que evitamos tratar con lo que tiene de penetrable y misterioso la realidad, efrentandonos, así, a la perspectiva que ello genera. Surfistas sobre la cresta de la ola que mejor los balancea, creo que es un buena frase con que bautizarlos.
Fue el (conocido, ahora me acuerdo, era un recién conocido que me acababa de presentar uno de mis amigos), quien, al hilo de las disquisiciones sobre la vida y sus misterios, nos había puesto a todos, minutos antes y gracias a los bucles por donde derivan estas charlas sociales, al borde del abismo existencial al confesar, sin remilgos y con toda franqueza, que en la visita que había hecho hacia una semana al museo Marmottan de Paris no pudo evitar, una vez mas, que se le saltasen las lagrimas delante de uno los cuadros de la pintora impresionista Berthe Morisot.
Si superando todas las trabas educacionales que hemos padecido, y padecen, pensadas para que la vida educativa tenga el efecto de un erial sobre el alma de los educandos en cuestiones de investigación y creatividad, fue capaz el llorón de emocionarse delante del cuadro de la Morisot y, ademas, decirlo, ¿a cuento de que se puso a ladrar en los tramos siguientes de aquella reunión? ¿Nos vio a todos los asistentes miembros de la especie canina?
Aunque dejaban ver su fácil emotividad, aquellas lagrimas me colocaron, muy a pesar de su dueño, en un territorio nada habitual, en el que me sentía concernido infinitamente mas que en el que delimitaba la cena organizada alrededor de la mesa. Sin pretenderlo, vistos así, los cuadros de la Morisot me colocaron ante esas interrogaciones que, por imperativos sociales, nos vemos obligados a repudiar siempre. Yo le hubiera preguntado, sin dilación, el por que se le saltaban las lagrimas. No por hacer chanza ni porque me parezca la mejor manera de ver un cuadro, sino porque me sugerían una veneración primordial semireligiosa, que intuyo siempre anda danzando en nuestro interior en lucha constante contra el estupor que nos produce la vida, contra su precariedad y el limite de nuestros destinos. Se me ocurrió, así, una forma elegante de no clausurar y seguir por los caminos existenciales a que nos había llevado la conversación. Pero no tuve tiempo. Le dio por ladrar y ya todo fue, hasta los brindis, a cara de perro.
Que quiere que le diga. Lo difícil de todas las proclamas cargadas de buenas intenciones es que se den las condiciones sociales de su cumplimiento. Pierda ya toda esperanza. Para sobrevivir al año que viene deje de exigir respuestas y soluciones y aupese al carro de las interrogaciones. No es lo propio de los perros, pero si de los seres como nosotros, tallados a base de razón y de lenguaje. En verdad somos unos ignorantes, por mucha información a la que tengamos acceso. Y dada las fechas me disculpara que me ponga pomposo, la felicidad, si es algo, es una actitud interrogativa ante la realidad.
sábado, 31 de diciembre de 2011
jueves, 29 de diciembre de 2011
LA CABALLERIA ROJA. CREACION Y PODER EN LA RUSIA SOVIETICA DE 1917 A 1945, exposición.
LO QUE CURA EL RESENTIMIENTO
Continuará aumentando la enfermedad entre la poblacion durante los próximos años. Por ello, convendría entre todos buscar formulas de curación. Con el resentimiento por bandera y vitola no vamos a salir de ésta. Recomiendo de forma apremiante, a quien se vea afectado ya por este virus, que se de una vuelta por la exposición "La caballería roja. Creación y poder en la Rusia soviética de 1917 a 1945", que hasta el 15 de enero de 2012 se puede ver en La Casa Encendida de Madrid. A quien se encuentre en zonas anímicas menos febriles, también lo invito a vivir la experiencia, ya que nunca se sabe como puede evolucionar la epidemia.
Tengo para mi que gran parte del resentimiento acumulado (social, político, económico, anticlerical, antiamericano, etc....) en el continente europeo viene de los efectos, todavía no superados, que supuso el fracaso estrepitoso de la revolución bolchevique, cuyo último capítulo quedo escrito con la caída del muro de Berlin. Como es público y notorio aquella quiso ser la partera, de una vez y para siempre, del Hombre Nuevo. Quiero resaltar esta idea, porque creo que es la que le queda al espectador cuando acaba de ver toda la exposición. Ella es, en efecto, la que otorga el sentido a toda la muestra. Todos los materiales (carteles, videos, peliculas, cuadros, libros, rotulos, maquetas, objetos varios, etc...) están, incluso los que ya colaboran a maquillar su imposibilidad, a servicio de mantener esa idea fundacional en todo lo alto. Para que así lo pudieran ver los propios soviéticos y, como no, para que sirviera de ejemplo al mundo entero.
La exposición se vale de un riguroso orden cronológico para presentarse ante el espectador, sin que se vean de forma tan explícita los acontecimientos externos de Europa y del mundo, que acompañaron a la Revolución en su itinerario. Sabido es que tuvo mucha oposición externa, que hizo lo suyo para que esa idea del Hombre Nuevo no triunfara. Todo lo cual distrajo la atención de estudiosos e imitadores posteriores sobre el proceso de implantación de esa suprema idea, que como es fácil deducir no fue visto de la misma manera por quienes, sin embargo, si coincidieron en su necesidad para conseguir la justicia terrenal, universalmente añorada desde el principio de los tiempos.
No por conocidas es interesante constatar, y eso es mérito de como la comisaria de la exposición, Rosa Ferré, ha organizado los materiales en los distintos ámbitos, dos cosas. Una, que en todo proceso revolucionario hay un breve momento, normalmente en sus inicios, en el que la ficción se hace realidad, lo que a mi entender convierten a estos sucesos en efímeras e inusuales practicas artísticas a la inversa. La segunda es creer que esa fascinación experimentada durante la primera, pueda durar para siempre, es decir, que esa sea exactamente la sustancia verdadera que dará vida al Hombre Nuevo. Su alma, por fin, definitivamente inventada. Y que, por tanto, se haya de llegar hasta el final, se mire como se mire y caiga quien caiga. Así ensimismados, ¿como abominar, entonces, de la explotación del hombre por el hombre, que, pasados esos breves instantes, ya había empezado de nuevo a producirse?
Esta es la gran tragedia a que esta abocada toda Revolución, independiente de la labor de zapa y socabamiento a que se vea sometida por las diferentes fuerzas contrarrevolucionarias, que la acosan con la determinante intención de derribarla.
¿Somos todavía herederos de la Revolución de Octubre? No, probablemente, de su tenebrosa y terrorífica metodología para conseguir sus propósitos, pero si creo que todavía seguimos soñando de la misma manera y, lo peor, insistimos en nuestros sueños con igual y perverso ensimismamiento ¿Como entender, sino, el carácter de eternidad que le queremos otorgar a algo que se ha atenido a las imperiosas fuerzas ocultas que han jugado sus bazas segun las contingencias históricas? Me estoy refiriendo a lo de nuestro bienestar y todo eso. ¿Como no atisbar lo que, pasado ese momento de magia inicial antes aludido, hay de soborno en todo lo que ha venido a continuación?
Nota: la ilustración de arriba es una foto del cuadro de Kasimir Malevich (firme partidario de la revolución hasta su muerte en 1935), titulado "La caballería roja", que da nombre a la exposición. Fijese el parecido que tiene, en la composición y el punto de vista, con muchas escenas cinematográficas posteriores, que a buen seguro lo han tomado como fuente de inspiración.
domingo, 18 de diciembre de 2011
LO QUE NO CAMBIA NUNCA Y LO ACTUAL
Hay películas, novelas, cuadros, sinfonías, en fin, obras de arte, que son testimonios de la eternidad, de lo perdurable, de lo que no cambia nunca. Las hay, sin embargo, que son testimonios de la actualidad, del instante. Y con su presencia ayudan a llenar su vacío. Para saber cuando una obra de arte es perdurable tiene que pasar tiempo, el tiempo de su actualidad. Dejar de ser actual, es decir, dejar de estar sometida a los imperativos del instante y de lo efímero, es una condición irreductible para saber si es algo mas que una pieza de entretenimiento o de información, con lo cual no entro a valorar su calidad, o no, que va por otro camino. Una obra actual puede ser de calidad, pero tal atributo no nos da pistas de su perdurabilidad. Da cuerpo y sentido a un ranking de actualidad, en competición con otras piezas actuales.
¿Y que le importa todo eso a un espectador o lector de hoy, que vive instalado en la mismidad de su presente? ¿Que le importa, podrá decir, el posible testimonio de la eternidad de una obra que disfruta, o no, hoy, si no va a estar allí cuando eso se produzca? Me atrevería a responderle de manera poco periodística o histórica, con una convicción que creo haber mencionado en alguna otra ocasión: los seres humanos no estamos hechos y necesitados solo de actualidad, por muy evidente que parezca, y por mas que sea eso el santo y seña de la industria mediatica y todos sus terminales, sino que escondemos algo poderoso y desconocido bajo el nombre de practica y experiencia de las artes. Es solo una sospecha y, me temo, que indemostrable (de forma periodística o histórica, claro esta), pero con suficiente fuerza para entender la vigencia que tienen entre nosotros, de repente, practicas y experiencias artísticas que fueron actuales hace ya muchos años o siglos. No es necesario que le diga nombres. Y no me refiero a las que están inducidas por la propia industria mediática. Léase esas exposiciones de autores mundialmente conocidos con sus interminables colas. Estoy hablando de practicas y experiencia artística, no de marketing. Lo cual no quiere decir que a través del marketing no se pueda acceder a la practica y la experiencia artística.
Todo lo anterior viene a cuento, porque mientras vi la peli de Hansen-Love "Le pere de mes enfants" me di cuenta, de forma inusual, de que estaba asistiendo a una experiencia exclusiva de actualidad. Una mas. Con su intensidad y anhelo de complejidad, con la voluntad firme por parte de su autora de hacer bien su trabajo, todo lo cual, sin embargo, no me saco del campo de acción y tiempo narrativo propio de tantos productos artísticos actuales, que hablan de lo mismo de parecida manera. Ese algo poderoso y desconocido, que dije antes, no apareció en ningún momento. Y existe, porque lo he sentido y experimentado.
Se me podrá argüir, con razón, que esas experiencias son muy personales y que con los medios tecnológicos actuales pueden quedar satisfechas de inmediato, sin esperar a que nadie me las programe. La cuestión no es desmentir esos razonamientos, sino de intentar dilucidar que es lo que los sostienen. Y sin son de índole actual o eternos. Y que significa eso. Entre los testimonios de la actualidad (imperiosos y apabullantes en su dominación) y los de la eternidad (silenciosos y fatalmente destinados a estar recluidos en los rincones oscuros de su desolada intimidad) tiene que haber un lugar común, visible y compartible, de encuentro. Y no me refiero solamente a las practicas y experiencias artísticas. Igualmente pasa con la vida. No estaría mal que, por una vez, aquellas ayudaran a esta a curar la indigestión que padece, debido al atracón de actualidad que se esta metiendo.
¿Y que le importa todo eso a un espectador o lector de hoy, que vive instalado en la mismidad de su presente? ¿Que le importa, podrá decir, el posible testimonio de la eternidad de una obra que disfruta, o no, hoy, si no va a estar allí cuando eso se produzca? Me atrevería a responderle de manera poco periodística o histórica, con una convicción que creo haber mencionado en alguna otra ocasión: los seres humanos no estamos hechos y necesitados solo de actualidad, por muy evidente que parezca, y por mas que sea eso el santo y seña de la industria mediatica y todos sus terminales, sino que escondemos algo poderoso y desconocido bajo el nombre de practica y experiencia de las artes. Es solo una sospecha y, me temo, que indemostrable (de forma periodística o histórica, claro esta), pero con suficiente fuerza para entender la vigencia que tienen entre nosotros, de repente, practicas y experiencias artísticas que fueron actuales hace ya muchos años o siglos. No es necesario que le diga nombres. Y no me refiero a las que están inducidas por la propia industria mediática. Léase esas exposiciones de autores mundialmente conocidos con sus interminables colas. Estoy hablando de practicas y experiencia artística, no de marketing. Lo cual no quiere decir que a través del marketing no se pueda acceder a la practica y la experiencia artística.
Todo lo anterior viene a cuento, porque mientras vi la peli de Hansen-Love "Le pere de mes enfants" me di cuenta, de forma inusual, de que estaba asistiendo a una experiencia exclusiva de actualidad. Una mas. Con su intensidad y anhelo de complejidad, con la voluntad firme por parte de su autora de hacer bien su trabajo, todo lo cual, sin embargo, no me saco del campo de acción y tiempo narrativo propio de tantos productos artísticos actuales, que hablan de lo mismo de parecida manera. Ese algo poderoso y desconocido, que dije antes, no apareció en ningún momento. Y existe, porque lo he sentido y experimentado.
Se me podrá argüir, con razón, que esas experiencias son muy personales y que con los medios tecnológicos actuales pueden quedar satisfechas de inmediato, sin esperar a que nadie me las programe. La cuestión no es desmentir esos razonamientos, sino de intentar dilucidar que es lo que los sostienen. Y sin son de índole actual o eternos. Y que significa eso. Entre los testimonios de la actualidad (imperiosos y apabullantes en su dominación) y los de la eternidad (silenciosos y fatalmente destinados a estar recluidos en los rincones oscuros de su desolada intimidad) tiene que haber un lugar común, visible y compartible, de encuentro. Y no me refiero solamente a las practicas y experiencias artísticas. Igualmente pasa con la vida. No estaría mal que, por una vez, aquellas ayudaran a esta a curar la indigestión que padece, debido al atracón de actualidad que se esta metiendo.
sábado, 17 de diciembre de 2011
EL LADO OSCURO DE LO QUE NOS PASA
No conviene conformarnos con lo que escupen cada dia los medios de adoctrinamiento de masas. Ya sabemos que según quien los unten sus lapos tendrán unas irisaciones u otras. Lo que nos esta pasando, lo de la burbuja financiera y todo eso y todo lo demás, ya está suficientemente descrito y argumentado desde un punto de vista informativo en libros como el de Taibbi o documentales y películas como "Inside Job", "Los últimos días de Lehman Brothers", "The Corporation" o "The Flaw". Y tal y tal. Aparentemente lo han dejado claro. Pero aun así, la mentira permanece. Y la culpa se disuelve y, de paso, se reparte entre el personal. Al fin y al cabo, la avaricia, la soberbia, la lujuria, el egoismo, el individualismo, el consumismo son pecados de la condición humana, se alojen en las oficinas de la City, de Wall Street o en un piso de veinte metros cuadrados sin calefacción de los suburbios de la ciudad. Resumiendo, esto no hubiera pasado si no hubiéramos comprado lo que sabiámos que no íbamos a poder pagar. Sin embargo, yo creo que hay gorrinos y gorrinos, y no todas las pocilgas son iguales.
Sabemos que todos esos pecados los mueven impulsos callados, lo cual hace que a primera vista tiendan a hacerse ininteligibles. La luz de la razón informativa se muestra insuficiente. Cuando uno ve o lee aquellos documentos acaba siempre con un regusto inevitable de insatisfación. Sabe que la justicia no ha sido saldada y, lo peor, que no lo será nunca. Superado el primer efecto de la perplejidad, el segundo abre ante en el lector o el espectador la posibilidad de otras lineas de investigación o de aprendizaje. Sin embargo, las preguntas que acompañan a tal descubrimiento son, así mismo, desalentadoras, ¿tradíamente investigables? ¿inúltimente aprendidas?
Hay que intentarlo de otra manera. Tenemos la antropología a la antigua usanza, o de mesa camilla: las estructuras familiares y de parentesco, los ritos de paso (por ejemplo, de la juventud a la madurez, que, por cierto, alguien se lo ha comido, ya que nadie quiere ser adulto porque esta mal visto), los dioses de la tribu, las instituciones de transmisión de valores, la legitimidad y justificación de las estructuras de poder, doméstico y del estado, con todas sus razones apabullantes. Así a lo mejor nos podemos enterar de que el problema arranca de la familia, o de la escuela, o del sexo, o de la muerte, o de que la peña está mas colgada que las polillas por todo lo anterior.
Tenemos, también, la experiencia personal, que, en verdad, es lo único que tenemos. Así nos daremos cuenta de que llamamos amigo a alguien con el complejo de Scarlett O’Hara. O a ese otro que antes de la vida a todo tren que lleva ahora, tuvo otra en el Tibet de la que dice es consecuencia por transubstantación. O a ese que lleva seis divorcios a los cuarenta, y sigue diciendo como mola en las fiestas de cumpleaños. Todos envueltos, eso sí, en esa propension al riesgo y al liderazgo tan propio de los emprendedores actuales. Entonces, como las agencias de calificacion financiera, podremos decidir rebajar su estatus al de simplemente conocidos, con tendencia a la baja.
Intentemos lo que sea con tal de evitar caer, otra vez, en la tentación explicativa del pecado original o en la de que Dios juega a los dados. Vale que la cosa esta muy jodida, pero no nos dejemos abrazar por el aburrimiento en nuestra forma de pensar y de conversar. Y si, para ello, hay que cambiar de amigos, se hace.
Sabemos que todos esos pecados los mueven impulsos callados, lo cual hace que a primera vista tiendan a hacerse ininteligibles. La luz de la razón informativa se muestra insuficiente. Cuando uno ve o lee aquellos documentos acaba siempre con un regusto inevitable de insatisfación. Sabe que la justicia no ha sido saldada y, lo peor, que no lo será nunca. Superado el primer efecto de la perplejidad, el segundo abre ante en el lector o el espectador la posibilidad de otras lineas de investigación o de aprendizaje. Sin embargo, las preguntas que acompañan a tal descubrimiento son, así mismo, desalentadoras, ¿tradíamente investigables? ¿inúltimente aprendidas?
Hay que intentarlo de otra manera. Tenemos la antropología a la antigua usanza, o de mesa camilla: las estructuras familiares y de parentesco, los ritos de paso (por ejemplo, de la juventud a la madurez, que, por cierto, alguien se lo ha comido, ya que nadie quiere ser adulto porque esta mal visto), los dioses de la tribu, las instituciones de transmisión de valores, la legitimidad y justificación de las estructuras de poder, doméstico y del estado, con todas sus razones apabullantes. Así a lo mejor nos podemos enterar de que el problema arranca de la familia, o de la escuela, o del sexo, o de la muerte, o de que la peña está mas colgada que las polillas por todo lo anterior.
Tenemos, también, la experiencia personal, que, en verdad, es lo único que tenemos. Así nos daremos cuenta de que llamamos amigo a alguien con el complejo de Scarlett O’Hara. O a ese otro que antes de la vida a todo tren que lleva ahora, tuvo otra en el Tibet de la que dice es consecuencia por transubstantación. O a ese que lleva seis divorcios a los cuarenta, y sigue diciendo como mola en las fiestas de cumpleaños. Todos envueltos, eso sí, en esa propension al riesgo y al liderazgo tan propio de los emprendedores actuales. Entonces, como las agencias de calificacion financiera, podremos decidir rebajar su estatus al de simplemente conocidos, con tendencia a la baja.
Intentemos lo que sea con tal de evitar caer, otra vez, en la tentación explicativa del pecado original o en la de que Dios juega a los dados. Vale que la cosa esta muy jodida, pero no nos dejemos abrazar por el aburrimiento en nuestra forma de pensar y de conversar. Y si, para ello, hay que cambiar de amigos, se hace.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
¿POR DONDE EMPEZAR?
Bien, supongamos que se acabó el recreo. Que se acabó, llegado el caso, por decreto ley. ¿Por donde empezar a continuación? Pues por lo de siempre. Reclamando una educación prioritaria y rigurosa, no ideologizada ni partidista. Inversión urgente en I+D. Que investiguen, coño, que investiguen. Rechazar el intervencionismo estatal, el amiguismo y la subvención como norma de la vida cultural. Levantar la alfombra cinematográfica de una práctica canalla entre productores y exhibidores: comprar entradas a discreción (aunque las salas sigan vacías) para cumplir cuotas de audiencia y poder optar a la ayuda pública. Luchar denodadamente contra la impunidad de la corrupción, mas letal, cuando se generaliza, que una bomba de neutrones. Cambiar la ley electoral y toda la relacion entre electores y elegidos, a favor de los primeros.
Bien, muy bien, cojonudo y todo eso. Pero, ¿cual es la realidad, su espacio de acción y sus actores correspondientes, que se acerca a dar cobertura y proyección a todas esas aspiraciones tan bonitas? Es usted un anticuado, si se atreve a hacer esta pregunta. Eso se acabó con la segunda guerra mundial. Ahora todo desemboca en dos únicas realidades. Una que tiene que ver con el monopolio de los medios de formacion de masas a través de la opinión pública. Ya sabe, lo que no está en los medios no existe actualmente. Toda la tradición sobre la verdad filosofica y religiosa se muestra, por tanto, totalmente irrelevante dentro de esta nueva realidad. La segunda viene determinada por lo que genericamente se llama realidad virtual, que se acabará llevando por delante, cuando se desarrolle en toda su plenitud, al viejo paradigma definido por los señores científicos.
¿Hay alguien por ahí? De momento, y a la espera de una respuesta, dicen que el año 2012 sera verdaderamente espantoso. Antes de que empiece, le deseo felices fiestas.
Bien, muy bien, cojonudo y todo eso. Pero, ¿cual es la realidad, su espacio de acción y sus actores correspondientes, que se acerca a dar cobertura y proyección a todas esas aspiraciones tan bonitas? Es usted un anticuado, si se atreve a hacer esta pregunta. Eso se acabó con la segunda guerra mundial. Ahora todo desemboca en dos únicas realidades. Una que tiene que ver con el monopolio de los medios de formacion de masas a través de la opinión pública. Ya sabe, lo que no está en los medios no existe actualmente. Toda la tradición sobre la verdad filosofica y religiosa se muestra, por tanto, totalmente irrelevante dentro de esta nueva realidad. La segunda viene determinada por lo que genericamente se llama realidad virtual, que se acabará llevando por delante, cuando se desarrolle en toda su plenitud, al viejo paradigma definido por los señores científicos.
¿Hay alguien por ahí? De momento, y a la espera de una respuesta, dicen que el año 2012 sera verdaderamente espantoso. Antes de que empiece, le deseo felices fiestas.
martes, 13 de diciembre de 2011
SE ACABÓ EL RECREO
¡Que poco dura la felicidad en casa del nuevo rico! ¿Y en la de la lozana juventud?, ya no queda ni su natural petulancia. Han pasado treinta años de subvenciones, ambición voraz, juegos de trileros y fíjese como hemos dejado el vergel en el que creíamos ibamos a disfrutar de placeres eternos, como un desierto. Y las teles de las autoridades: publicidad, publicidad y publicidad. Que ha dado el siguiente método de aprendizaje: si es que llego a pensar algo, que mas da decirlo o no, pago mis impuestos para que me digan lo que piensan ustedes.
Hubo un tiempo de sangre, moscas y barro. Pero nuestro carpe diem, pensaron los que empezaron a vivir de nuestros impuestos, se merecia un semblante mas alegre, imaginativo, tolerante y juguetón. Europa creyó, sin embargo, en la severidad y rigor que deberian haber producido tantos años de dolor y privaciones. Y abrió el grifo, pero nunca dejo de enseñarnos lo que iba registrando la calculadora. Pero nosotros solo nos fijamos en el grifo. Hubo entonces muchos malentendidos. Así se hiceron dueñas del cotarro la inconsistencia y la improvisación. Y al final nos quedamos sin visión. Sin ninguna visión. Al cabo, se acabó el sueño y empezó la pesadilla.
Los sacrificios van a ser descomunales y las reformas deben apuntar en la misma direccion para que aquellos no sean estériles. Pero allá a lo lejos, en las aulas de las escuelas, nadie se atreve a decir a los mas pequeños que el recreo se ha acabado. En el desierto, ni siquiera queda valor y fortaleza para eso.
Hubo un tiempo de sangre, moscas y barro. Pero nuestro carpe diem, pensaron los que empezaron a vivir de nuestros impuestos, se merecia un semblante mas alegre, imaginativo, tolerante y juguetón. Europa creyó, sin embargo, en la severidad y rigor que deberian haber producido tantos años de dolor y privaciones. Y abrió el grifo, pero nunca dejo de enseñarnos lo que iba registrando la calculadora. Pero nosotros solo nos fijamos en el grifo. Hubo entonces muchos malentendidos. Así se hiceron dueñas del cotarro la inconsistencia y la improvisación. Y al final nos quedamos sin visión. Sin ninguna visión. Al cabo, se acabó el sueño y empezó la pesadilla.
Los sacrificios van a ser descomunales y las reformas deben apuntar en la misma direccion para que aquellos no sean estériles. Pero allá a lo lejos, en las aulas de las escuelas, nadie se atreve a decir a los mas pequeños que el recreo se ha acabado. En el desierto, ni siquiera queda valor y fortaleza para eso.
lunes, 12 de diciembre de 2011
OQPACIÓN
Esto es una Oqpacion. Cambiamos la K por la Q ya que deseamos decir algo: estamos quemados y quemadas, queremos quejarnos, ¿que es el quid? Y ademas tenemos una sobrada razón, formamos quórum.
Así rezaba la pancarta que se extendía a lo largo de una de las estaciones de metro de mayor afluencia de publico. La sujetaban un hombre y una mujer sin ningún rasgo que contrariase su vulgar colmo de felicidad. Vigilaban la puesta en escena una docena de personas de parecido molde a los anteriores. Ninguno era capaz, con su presencia, de provocar algún tipo de estridencia entre los espectadores que iban y venían sin parar. Todos se encontraban muy bien aseados y manifestaban una inequívoca predilección por las marcas conocidas en su vestimenta. La placidez de su mirada hacia que nadie se viera impelido a llamar a las fuerzas del orden. Ningún usuario del metro temíamos en esos momentos por nuestra seguridad. Aquellos chicos y chicas se limitaban a escribir sus mensajes, que luego ofrecían a quienes se acercaban, en papel satinado, dejando los márgenes precisos. Uno de los usuarios del metro, un señor mayor muy bien trajeado, se acerco a preguntarles algo, que no logre entender. El chico que sostenía la pancarta le respondió en voz alta, para que los demás lo oyéramos, que buscaban la salvación que resultaba imposible encontrar en la superficie. Luego, en señal de agradecimiento, le entregaron una moneda de curso legal y una cartulina escrita con letra apretada hasta la mitad.
Así rezaba la pancarta que se extendía a lo largo de una de las estaciones de metro de mayor afluencia de publico. La sujetaban un hombre y una mujer sin ningún rasgo que contrariase su vulgar colmo de felicidad. Vigilaban la puesta en escena una docena de personas de parecido molde a los anteriores. Ninguno era capaz, con su presencia, de provocar algún tipo de estridencia entre los espectadores que iban y venían sin parar. Todos se encontraban muy bien aseados y manifestaban una inequívoca predilección por las marcas conocidas en su vestimenta. La placidez de su mirada hacia que nadie se viera impelido a llamar a las fuerzas del orden. Ningún usuario del metro temíamos en esos momentos por nuestra seguridad. Aquellos chicos y chicas se limitaban a escribir sus mensajes, que luego ofrecían a quienes se acercaban, en papel satinado, dejando los márgenes precisos. Uno de los usuarios del metro, un señor mayor muy bien trajeado, se acerco a preguntarles algo, que no logre entender. El chico que sostenía la pancarta le respondió en voz alta, para que los demás lo oyéramos, que buscaban la salvación que resultaba imposible encontrar en la superficie. Luego, en señal de agradecimiento, le entregaron una moneda de curso legal y una cartulina escrita con letra apretada hasta la mitad.
jueves, 8 de diciembre de 2011
INTERNET Y SU REBAÑO
Durante la Segunda Guerra Mundial, 131 ciudades y pueblos alemanes fueron tomados como rebaño trivial de las bombas de los Aliados, y buen numero de ellos resultaron arrasados casi por completo. No esta demostrado que tamaña decisión obedeciera a razones de estricta estrategia o táctica militar. A consecuencia de estos bombarderos murieron seiscientos mil civiles alemanes: una cifra que duplica el numero de las bajas de guerra sufridas en conjunto por los americanos. Durante ese conflicto conviene recordar también a las víctimas, que, igualmente, como rebaño trivial perecieron en el Holocausto nazi, en el bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki y, como no, en el gulag soviético.
Un informático cantamañanas, Jaron Lanier, ha escrito un libro, Contra el rebaño digital, donde dibuja un panorama y un futuro apocalíptico para todo ese mundo de Internet, que ya no es ese mundo, sino EL MUNDO.
En la era de los postbombardeos europeos que provisionalmente vivimos, también conocida por la era del consumo cibernético, bastaría con desenchufarse de todos los aparatos para dejar de ser rebaño trivial, yo mismo deberia hacerlo, transformandonos en ciudadanos anónimos, que es nuestra condición natural. La que nunca debimos abandonar, obsesionados como estamos en asomar el morro hasta en los entierros donde nunca nos dieron vela para acompañar al cadáver. Lo dejo escrito Pascal: el problema del mundo es que el ser humano que lo habita y domina, no es capaz de estarse quieto entre las cuatro paredes de la habitación de su casa.
Si no el hábitat físico y mental al que deberíamos limitar nuestros movimientos, esas líneas rojas de las que hablaba el otro día, ¿por que ocupa tan escaso espacio en nuestra memoria, y en nuestras reflexiones, el hecho de que el cielo lleve tanto tiempo sin escupir fuego directamente sobre nuestras vidas y haciendas? Lo dejo como propuesta de entretenimiento, que nos evite volver, una vez mas, a la monserga estéril de si somos, o debiéramos ser, mas apocalípticos que integrados, o al revés. Y tal y tal.
Un informático cantamañanas, Jaron Lanier, ha escrito un libro, Contra el rebaño digital, donde dibuja un panorama y un futuro apocalíptico para todo ese mundo de Internet, que ya no es ese mundo, sino EL MUNDO.
En la era de los postbombardeos europeos que provisionalmente vivimos, también conocida por la era del consumo cibernético, bastaría con desenchufarse de todos los aparatos para dejar de ser rebaño trivial, yo mismo deberia hacerlo, transformandonos en ciudadanos anónimos, que es nuestra condición natural. La que nunca debimos abandonar, obsesionados como estamos en asomar el morro hasta en los entierros donde nunca nos dieron vela para acompañar al cadáver. Lo dejo escrito Pascal: el problema del mundo es que el ser humano que lo habita y domina, no es capaz de estarse quieto entre las cuatro paredes de la habitación de su casa.
Si no el hábitat físico y mental al que deberíamos limitar nuestros movimientos, esas líneas rojas de las que hablaba el otro día, ¿por que ocupa tan escaso espacio en nuestra memoria, y en nuestras reflexiones, el hecho de que el cielo lleve tanto tiempo sin escupir fuego directamente sobre nuestras vidas y haciendas? Lo dejo como propuesta de entretenimiento, que nos evite volver, una vez mas, a la monserga estéril de si somos, o debiéramos ser, mas apocalípticos que integrados, o al revés. Y tal y tal.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
LA SOBERBIA
Contra todo pronostico - creímos que la democracia nos iba a hacer mejores - la soberbia, que era una cosa exclusiva de los poderosos y el peor de todos sus pecados, se ha extendido a todas las capas sociales. Se ha democratizado. Así hemos descubierto que ese patético fantoche en que nos convierte sale del movimiento pendular con el que se mueve nuestra existencia, el que oscila desde nuestra necesidad de sentirnos superiores hasta nuestra conciencia de ser inferiores. Y vuelta a empezar.
Aniquilados todos lo ámbitos de respeto, la soberbia se ha hecho dueña del cotarro social, intelectual y político, dando lugar a una de las épocas mas esperpenticas jamás conocidas, justo en el momento en el que mas humildad se necesita. No ya solo para salir del monumental lío económico en que nos encontramos metidos, sino para entenderlo en el mundo en que nos ha tocado vivir, que es la mejor de hacerlo, aprendiendo de paso a no volver a cometer los mismos errores.
El ser humano puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiera (Werner Heisenberg). Aquí nos teníamos que haber parado, pero no lo hicimos. Mal hecho. Dudar un solo instante de nuestra omnipotencia, nos hace creer que nos disolveremos como el hielo frente al sol. Aunque sigan cayendo fuera de nuestro control, los ámbitos de respeto tradicionales (la vejez, la muerte, la sabiduría, el amor, la belleza, el silencio, el sentido,...), son pasto de nuestra voluntad de poder transformar todo lo que miramos y tocamos. ¿En que? En un circo permanente de espectáculos, donde hacer valer nuestras cualidades de superioridad. Ocultando de paso la fragilidad a la que tanto tememos.
Nos teníamos que habernos parado cuando la frase de Heisenberg, porque nos señalaba una línea roja. No una frontera, como al parecer creímos. Las fronteras son para superarlas, las líneas rojas son para detenerse. Las fronteras estimulan el espíritu guerrero de conquista. Las líneas rojas el del ciudadano, que sabe lo que no se debe hacer nunca, aunque pueda. La frase de Heisenberg nos indica que podemos ir hasta los confines de nuestro universo y de otros universos, pero también la estela de oscuridad y sombra que ese hipotético viaje deja a su paso. De otra manera, la ciencia y la técnica han hecho el mundo exterior mas pequeño y asequible, pero el interior mas misterioso y oscuro. O también, la brecha entre nuestros conocimientos y nuestra ignorancia se hace cada vez mas grande, y a favor de esta ultima. Pero la necesidad de esa convicción de omnipotencia, sin la que el contubernio científico-militar-financiero se paralizaría y ya no podría seguir siendo posible, nos obliga a pasar por encima de cualquier línea roja, creyendo, estúpidamente, que todavía son fronteras. Haciendo desaparecer así todo ámbito de respeto, el único lugar que nos puede dar una medida cabal de quienes somos y que hacemos, y hacia donde vamos. En el único donde, humildemente, podemos encontrar el sentido de nuestras vidas.
Al no ser así, todo deviene, entonces, en forma de caricatura. Si se fija con atención, estamos rodeados de payasos sin fronteras (no me refiero, claro esta, a los abnegados miembros de la ONG homónima). La forma de expresión idónea en un mundo dominado por sus seres mas desvalidos, que siguen empeñados en la patética pretensión de imponer su irreductible omnipotencia.
Aniquilados todos lo ámbitos de respeto, la soberbia se ha hecho dueña del cotarro social, intelectual y político, dando lugar a una de las épocas mas esperpenticas jamás conocidas, justo en el momento en el que mas humildad se necesita. No ya solo para salir del monumental lío económico en que nos encontramos metidos, sino para entenderlo en el mundo en que nos ha tocado vivir, que es la mejor de hacerlo, aprendiendo de paso a no volver a cometer los mismos errores.
El ser humano puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiera (Werner Heisenberg). Aquí nos teníamos que haber parado, pero no lo hicimos. Mal hecho. Dudar un solo instante de nuestra omnipotencia, nos hace creer que nos disolveremos como el hielo frente al sol. Aunque sigan cayendo fuera de nuestro control, los ámbitos de respeto tradicionales (la vejez, la muerte, la sabiduría, el amor, la belleza, el silencio, el sentido,...), son pasto de nuestra voluntad de poder transformar todo lo que miramos y tocamos. ¿En que? En un circo permanente de espectáculos, donde hacer valer nuestras cualidades de superioridad. Ocultando de paso la fragilidad a la que tanto tememos.
Nos teníamos que habernos parado cuando la frase de Heisenberg, porque nos señalaba una línea roja. No una frontera, como al parecer creímos. Las fronteras son para superarlas, las líneas rojas son para detenerse. Las fronteras estimulan el espíritu guerrero de conquista. Las líneas rojas el del ciudadano, que sabe lo que no se debe hacer nunca, aunque pueda. La frase de Heisenberg nos indica que podemos ir hasta los confines de nuestro universo y de otros universos, pero también la estela de oscuridad y sombra que ese hipotético viaje deja a su paso. De otra manera, la ciencia y la técnica han hecho el mundo exterior mas pequeño y asequible, pero el interior mas misterioso y oscuro. O también, la brecha entre nuestros conocimientos y nuestra ignorancia se hace cada vez mas grande, y a favor de esta ultima. Pero la necesidad de esa convicción de omnipotencia, sin la que el contubernio científico-militar-financiero se paralizaría y ya no podría seguir siendo posible, nos obliga a pasar por encima de cualquier línea roja, creyendo, estúpidamente, que todavía son fronteras. Haciendo desaparecer así todo ámbito de respeto, el único lugar que nos puede dar una medida cabal de quienes somos y que hacemos, y hacia donde vamos. En el único donde, humildemente, podemos encontrar el sentido de nuestras vidas.
Al no ser así, todo deviene, entonces, en forma de caricatura. Si se fija con atención, estamos rodeados de payasos sin fronteras (no me refiero, claro esta, a los abnegados miembros de la ONG homónima). La forma de expresión idónea en un mundo dominado por sus seres mas desvalidos, que siguen empeñados en la patética pretensión de imponer su irreductible omnipotencia.
lunes, 5 de diciembre de 2011
ENTRE LO QUE NO SE Y LO QUE IMAGINO
En la semana que hoy comienza, una vez mas, el continente europeo se la juega a una sola partida entre lo real y la ficción. Entre la dolorosa realidad de miles de seres humanos sin trabajo y sin nada que inventar ya; el altísimo paro juvenil en todas partes adquiere, incomprensiblemente, un carácter irreal, puesto que lo real sería una revuelta total o un enfrentamiento abierto a sangre y fuego. Y la incertidumbre que producen, cada hora, la subida de las bolsas, las quitas soberanas, la alteración de las calificaciones de las agencias de rating, la teatralizacion de cumbres, mini cumbres, reuniones bilaterales y soliloquios de toda geometría y condición.
¿Estamos ante nuevas formas de esclavitud, que justifican una nueva forma de Guerra civil europea, entre el norte rico y el sur pobre? ¿Entre los que tienen trabajo fijo y los que han perdido toda esperanza de tener, al menos, uno precario? ¿Entre los que gustan del trabajo bien hecho y organizado y los que trabajan en plan chapuza y a trompicones? ¿Entre los ahorradores y los despilfarradores? ¿Entre los de herencia protestante y los de herencia católica? ¿Entre los que llegan ahora y los que ya están aquí, pero que, igualmente, llegaron en otros ahoras pasados de los que parece no quieren acordarse? Desde el Cromañon todos somos irreductiblemente emigrantes. En fin, ¿entre los partidarios de la Unión y los que no, al menos, así unidos?
No se hacia donde vamos. Y si lo hacemos en busca del bien común, del interés publico o del interés general, que no son lo mismo, o, sin mas, vamos a la deriva. Ni si seguimos creyendo, o no, que la utilidad para la mayoría haga las decisiones mas adecuadas. O que el bien del individuo deba coincidir siempre con el de los estados. O que la mayoría, por el mero hecho de serlo, tenga siempre la razón. O que la razón haya de constituir el único argumento para la toma de decisiones. Pero si se que nuestro futuro, como ciudadanos europeos, depende de como resolvamos todos estos entuertos, que representan las líneas visibles e invisibles que cruzan toda Europa como recuerdo y rastro de nuestros sueños incompatibles.
Y también se, lo que paso hace 150 años en el continente norteamericano, igualmente sometido a las tensiones atávicas de siempre, pero de difícil control con métodos que no fuesen, igualmente, los de siempre. Le dejo algunas muestras, que pueden ser de interés para nuestra actualidad continental, del primer discurso de investidura del presidente Abraham Lincoln, pronunciado delante del Capitolio de Washington, el 4 de marzo de 1861. Conviene no olvidar que sobre la convivencia de los ciudadanos europeos actuales pesa como una losa, aunque no siempre nos demos cuenta, el fantasma de la mas horrible de las guerras habidas en nuestro continente: la Segunda Guerra Mundial. Y que en su discurso el presidente Lincoln ya advirtió del probable advenimiento de la peor guerra que ha sufrido el continente norteamericano: la Guerra de Secesión Americana.
Ciudadanos de los Estados Unidos:
Cumpliendo con una costumbre tan antigua como el gobierno mismo, me presento a vosotros para dirigidos la palabra y prestar el juramento prescrito por la Constitución de los Estados Unidos antes de tomar posesión del cargo de presidente (...).
Al prestar el juramento que me impone mi cargo, es mi animo observar estrictamente la Constitución y las leyes, y mientras yo no recomiende otras nuevas al Congreso, creo que será mejor para todos conformarnos y regirnos por aquellas normas legales que no han sido anuladas.
Setenta y dos años hace que tomo posesión el primer presidente bajo nuestra Constitución nacional; durante este periodo, quince presidentes distintos, todos ciudadanos tan distinguidos como ilustres, han representado al poder ejecutivo del Gobierno a través de muchos peligros, pero siempre con feliz éxito; y a pesar de esto, y con tales precedentes, entro en el desempeño de mis elevadas funciones con tanta desconfianza como temor de que me falten las fuerzas necesarias en la situación presente.
La separación con que sueñan algunos estados de la Unión, que no era hasta hace algún tiempo mas que una simple amenaza, es ahora, según parece, un plan resuelto (...).
Que haya personas en un punto u otro que tratan de disolver la Unión a toda costa y que buscan un pretexto para hacerlo, es cosa que ni afirmo ni niego; si existen en realidad esas personas, no es necesario que yo les dirija la palabra. Pero esto no quita que hable a los verdaderos amantes de la Unión.
Antes de entrar a discutir un tan grave asunto como lo es el de la destrucción de nuestro sistema, con todos sus beneficios, recuerdos y esperanzas, ¿no seria prudente averiguar por que lo hacemos? ¿Quien se atrevería a dar un paso tan osado mientras los males que nos aquejan no sean reales y verdaderos, mientras no tengamos la seguridad de que al huir de unos no nos afligirán otros peores? (...).
Una parte de nuestros país cree que la esclavitud es conveniente, y que es preciso extenderla, mientras que la otra opina que es un mal y debe suprimirse; y he aquí el gran caballo de batalla que da origen a tantas disensiones, a pesar de que la ley relativa a los esclavos fugitivos y la referente a la supresión del trafico de negros están hoy en vigor, como todos saben.
Físicamente hablando, no podemos separarnos; no podemos aislar nuestras respectivas partes sin levantar entre ellas una barrera inexpugnable; un marido y su mujer están en el derecho de divorciarse, alejandose después uno del otro, pero las diferentes partes de la Unión no pueden hacer esto; deben permanecer unidas y continuar sus relaciones, ya sean estas amistosas u hostiles. ¿Será posible que estas relaciones sean mas ventajosas o satisfactorias después de la separación que antes? ¿Podrán los extraños hacer tratados mejor que los amigos de las leyes? ¿Podrán observarse mejor aquellos que estas? Suponed que se va a la guerra; la lucha no ha de ser eterna, y cuando después de grandes perdidas por ambas partes sin conseguir beneficio alguno cese la contienda, todo serán dificultades respecto a la conducta que se deba observar (...).
En nuestras actuales disensiones, ¿queréis decirme si hay alguno que crea que no este de su parte la razón? Si el que rige los destinos del país favoreciese al Norte o al Sur, la razón y la justicia resplandecerían por el juicio de este gran tribunal que se llama pueblo americano.
Mientras que el pueblo vigile y sea virtuoso, ninguna administración, por mala que sea, podrá perjudicar gravemente al gobierno ni al país en el corto espacio de cuatros años.
Compatriotas: os recomiendo con el mayor encarecimiento que meditéis tranquilamente sobre este punto; nada se pierde por exceso de reflexión. Una resolución precipitada, que la mayor parte de las veces produce fatales consecuencias, no se hubiera tomado ciertamente pensando antes con serenidad; y si es preciso, nada se pierde con reflexionar dos veces, rectificando lo que pida el buen sentido.
Si se admitiera que vosotros los que estáis descontentos del gobierno tenéis toda la razón , aún en este caso no habría motivo fundado para precipitados.
La inteligencia, la religión y una firme confianza en ese Dios tan poderoso que siempre dispenso sus favores a este país, es todo cuanto necesitamos para resolver satisfactoriamente nuestras diferencias. Y a vosotros, los que estáis descontentos, permitidme que os diga que solo de vosotros depende la paz o la guerra civil.
No habrá conflictos sin que seáis vosotros los agresores; no existe ningún precepto divino ni humano que os autorice a destruir el gobierno, en tanto que yo soy estoy obligado por juramento solemne, según el cual debo preservarlo, protegerlo y defenderlo.
Voy a concluir: no somos enemigos ni debemos serlo; aunque algunos se hayan dejado dominar en un momento por la cólera, no por esto se deben desatar los amistosos lazos que nos unen para el bien común.
¿Estamos ante nuevas formas de esclavitud, que justifican una nueva forma de Guerra civil europea, entre el norte rico y el sur pobre? ¿Entre los que tienen trabajo fijo y los que han perdido toda esperanza de tener, al menos, uno precario? ¿Entre los que gustan del trabajo bien hecho y organizado y los que trabajan en plan chapuza y a trompicones? ¿Entre los ahorradores y los despilfarradores? ¿Entre los de herencia protestante y los de herencia católica? ¿Entre los que llegan ahora y los que ya están aquí, pero que, igualmente, llegaron en otros ahoras pasados de los que parece no quieren acordarse? Desde el Cromañon todos somos irreductiblemente emigrantes. En fin, ¿entre los partidarios de la Unión y los que no, al menos, así unidos?
No se hacia donde vamos. Y si lo hacemos en busca del bien común, del interés publico o del interés general, que no son lo mismo, o, sin mas, vamos a la deriva. Ni si seguimos creyendo, o no, que la utilidad para la mayoría haga las decisiones mas adecuadas. O que el bien del individuo deba coincidir siempre con el de los estados. O que la mayoría, por el mero hecho de serlo, tenga siempre la razón. O que la razón haya de constituir el único argumento para la toma de decisiones. Pero si se que nuestro futuro, como ciudadanos europeos, depende de como resolvamos todos estos entuertos, que representan las líneas visibles e invisibles que cruzan toda Europa como recuerdo y rastro de nuestros sueños incompatibles.
Y también se, lo que paso hace 150 años en el continente norteamericano, igualmente sometido a las tensiones atávicas de siempre, pero de difícil control con métodos que no fuesen, igualmente, los de siempre. Le dejo algunas muestras, que pueden ser de interés para nuestra actualidad continental, del primer discurso de investidura del presidente Abraham Lincoln, pronunciado delante del Capitolio de Washington, el 4 de marzo de 1861. Conviene no olvidar que sobre la convivencia de los ciudadanos europeos actuales pesa como una losa, aunque no siempre nos demos cuenta, el fantasma de la mas horrible de las guerras habidas en nuestro continente: la Segunda Guerra Mundial. Y que en su discurso el presidente Lincoln ya advirtió del probable advenimiento de la peor guerra que ha sufrido el continente norteamericano: la Guerra de Secesión Americana.
Ciudadanos de los Estados Unidos:
Cumpliendo con una costumbre tan antigua como el gobierno mismo, me presento a vosotros para dirigidos la palabra y prestar el juramento prescrito por la Constitución de los Estados Unidos antes de tomar posesión del cargo de presidente (...).
Al prestar el juramento que me impone mi cargo, es mi animo observar estrictamente la Constitución y las leyes, y mientras yo no recomiende otras nuevas al Congreso, creo que será mejor para todos conformarnos y regirnos por aquellas normas legales que no han sido anuladas.
Setenta y dos años hace que tomo posesión el primer presidente bajo nuestra Constitución nacional; durante este periodo, quince presidentes distintos, todos ciudadanos tan distinguidos como ilustres, han representado al poder ejecutivo del Gobierno a través de muchos peligros, pero siempre con feliz éxito; y a pesar de esto, y con tales precedentes, entro en el desempeño de mis elevadas funciones con tanta desconfianza como temor de que me falten las fuerzas necesarias en la situación presente.
La separación con que sueñan algunos estados de la Unión, que no era hasta hace algún tiempo mas que una simple amenaza, es ahora, según parece, un plan resuelto (...).
Que haya personas en un punto u otro que tratan de disolver la Unión a toda costa y que buscan un pretexto para hacerlo, es cosa que ni afirmo ni niego; si existen en realidad esas personas, no es necesario que yo les dirija la palabra. Pero esto no quita que hable a los verdaderos amantes de la Unión.
Antes de entrar a discutir un tan grave asunto como lo es el de la destrucción de nuestro sistema, con todos sus beneficios, recuerdos y esperanzas, ¿no seria prudente averiguar por que lo hacemos? ¿Quien se atrevería a dar un paso tan osado mientras los males que nos aquejan no sean reales y verdaderos, mientras no tengamos la seguridad de que al huir de unos no nos afligirán otros peores? (...).
Una parte de nuestros país cree que la esclavitud es conveniente, y que es preciso extenderla, mientras que la otra opina que es un mal y debe suprimirse; y he aquí el gran caballo de batalla que da origen a tantas disensiones, a pesar de que la ley relativa a los esclavos fugitivos y la referente a la supresión del trafico de negros están hoy en vigor, como todos saben.
Físicamente hablando, no podemos separarnos; no podemos aislar nuestras respectivas partes sin levantar entre ellas una barrera inexpugnable; un marido y su mujer están en el derecho de divorciarse, alejandose después uno del otro, pero las diferentes partes de la Unión no pueden hacer esto; deben permanecer unidas y continuar sus relaciones, ya sean estas amistosas u hostiles. ¿Será posible que estas relaciones sean mas ventajosas o satisfactorias después de la separación que antes? ¿Podrán los extraños hacer tratados mejor que los amigos de las leyes? ¿Podrán observarse mejor aquellos que estas? Suponed que se va a la guerra; la lucha no ha de ser eterna, y cuando después de grandes perdidas por ambas partes sin conseguir beneficio alguno cese la contienda, todo serán dificultades respecto a la conducta que se deba observar (...).
En nuestras actuales disensiones, ¿queréis decirme si hay alguno que crea que no este de su parte la razón? Si el que rige los destinos del país favoreciese al Norte o al Sur, la razón y la justicia resplandecerían por el juicio de este gran tribunal que se llama pueblo americano.
Mientras que el pueblo vigile y sea virtuoso, ninguna administración, por mala que sea, podrá perjudicar gravemente al gobierno ni al país en el corto espacio de cuatros años.
Compatriotas: os recomiendo con el mayor encarecimiento que meditéis tranquilamente sobre este punto; nada se pierde por exceso de reflexión. Una resolución precipitada, que la mayor parte de las veces produce fatales consecuencias, no se hubiera tomado ciertamente pensando antes con serenidad; y si es preciso, nada se pierde con reflexionar dos veces, rectificando lo que pida el buen sentido.
Si se admitiera que vosotros los que estáis descontentos del gobierno tenéis toda la razón , aún en este caso no habría motivo fundado para precipitados.
La inteligencia, la religión y una firme confianza en ese Dios tan poderoso que siempre dispenso sus favores a este país, es todo cuanto necesitamos para resolver satisfactoriamente nuestras diferencias. Y a vosotros, los que estáis descontentos, permitidme que os diga que solo de vosotros depende la paz o la guerra civil.
No habrá conflictos sin que seáis vosotros los agresores; no existe ningún precepto divino ni humano que os autorice a destruir el gobierno, en tanto que yo soy estoy obligado por juramento solemne, según el cual debo preservarlo, protegerlo y defenderlo.
Voy a concluir: no somos enemigos ni debemos serlo; aunque algunos se hayan dejado dominar en un momento por la cólera, no por esto se deben desatar los amistosos lazos que nos unen para el bien común.
jueves, 1 de diciembre de 2011
LO ARTESANAL Y LO ARTÍSTICO
La distancia que hay entre saber hacer algo con mas habilidad y salero que los otros y tener muy buenas ideas, es la que separa el mundo artístico clásico del moderno. En su momento se hizo un gran esfuerzo para crear esa distancia, supongo que espoleados y fascinados por el eslogan que rezaba, como una gran pancarta, en la raya de salida de la modernidad: pienso luego existo. Desde entonces el mundo no ha parado de de tener ideas. Olvidando o dejando en un rincon, mientras no moleste, lo de las destrezas con gracia y todo eso. Así nació la estrafalaria división entre artistas y artesanos, que, no acabo de entender, como es que dura hasta hoy en día.
Lo que no llegaron a darse cuenta quienes así actuaron, tan entusiasmados debieron encontrarse delante del hallazgo, fue que la expresión contraria también es cierta: si no pienso también existo. Cualquier ser vivo que, no sea de esa especie que se caracteriza por ser la única que tiene capacidad de hablar, da fe de lo que digo. Yo mismo si me comporto como un animal, sigo existiendo en la cárcel o como primer ministro, dependiendo de la legislación vigente.
¿Cómo es que esta rareza ha durado tanto tiempo? Yo creo que ha tenido que ver, paradojicamente, con los criterios de valor y de medida, que nunca se han aplicado. Y digo paradojicamente, porque el arte moderno nace y se desarrolla de la mano de la otra gran revolución de aquel entonces, la científica, partera y juez de todos los cálculos, pesos y medidas que pueden tener lugar en la sociedad. Nada ha ocurrido ni se mueve todavía, desde antaño, sin que ella se entere y otorgue su beneplácito. ¿Cómo es que miró para otro lado a la hora de sacar la vara de medir una obra de arte moderno? Sobre todo durante los últimos cien años, cuando la revolución científica y tecnológica han dado pasos de gigante, al mismo tiempo que la modernidad artística se hizo extrema como jamas se habia conocido antes: ya sabe, todo eso de la mecánica cuántica, las vanguardias artísticas, y tal.
O sea, que todo es pensable y mesurable, segun el precepto de eso que se conoce como la implacable matematización de la vida cotidiana, menos una exposición, por ejemplo, de artistas conceptuales o de perfomances, en la que es imposible saber qué obra de un mismo artista es mejor que otra, y cual lo es entre dos o tres obras de diferentes artistas. ¿Por qué todas ellas se aguantan sobre las ideas de aquellos, y, por tanto, esas piezas no tienen ni huesos ni músculos ni nervios ni ninguno de esos fluidos que nos bullen por el cuerpo? Es decir, ¿ni están sometidas al paso del tiempo ni al roce con la vida? ¿Ni sienten ni respiran? Eso si, las ideas son hermosísimas, como lo son todas las ideas, faltaría más. No queda mas remedio, entonces, que tomarlas o dejarlas en su conjunto, como un gran paquete de producción industrial.
El otro dia le dije a una lectora, que sigue convenciada de lo acertado de la cita del filósofo francés, que Descartes se habia equivocado. Y que estamos como estamos porque lo seguimos creyendo todavía. Debió decir: me comunico luego existo, si hay alguien ahí y me escucha. Pero ante la probabilidad, mas que razonable, de que no sea así, de que no haya nadie, como a tanta gente le pasa tantas veces cada día, no dejaré de intentarlo de nuevo. Pensar solamente, y solo, me acabaría conduciendo a la locura, sino hago transitar lo que he pensado hacia quien por ahí haya, buscando igual que yo.
La vida es densa y obscura, hecha por artesanos desconocidos y eternamente pacientes. Está llena de recovecos y detalles, emboscadas sin sentido, amores, amistades y traiciones. Pero, después de todo, no te acaba de mostrar su verdadero propósito. Por esto caminar por ella resulta tan pesado. La levedad y hermosura de las ideas que se nos ocurren, con sus héroes y hazañas maravillosas, nos alivian de semejante carga. No es poco, pero es sólo eso.
Lo que no llegaron a darse cuenta quienes así actuaron, tan entusiasmados debieron encontrarse delante del hallazgo, fue que la expresión contraria también es cierta: si no pienso también existo. Cualquier ser vivo que, no sea de esa especie que se caracteriza por ser la única que tiene capacidad de hablar, da fe de lo que digo. Yo mismo si me comporto como un animal, sigo existiendo en la cárcel o como primer ministro, dependiendo de la legislación vigente.
¿Cómo es que esta rareza ha durado tanto tiempo? Yo creo que ha tenido que ver, paradojicamente, con los criterios de valor y de medida, que nunca se han aplicado. Y digo paradojicamente, porque el arte moderno nace y se desarrolla de la mano de la otra gran revolución de aquel entonces, la científica, partera y juez de todos los cálculos, pesos y medidas que pueden tener lugar en la sociedad. Nada ha ocurrido ni se mueve todavía, desde antaño, sin que ella se entere y otorgue su beneplácito. ¿Cómo es que miró para otro lado a la hora de sacar la vara de medir una obra de arte moderno? Sobre todo durante los últimos cien años, cuando la revolución científica y tecnológica han dado pasos de gigante, al mismo tiempo que la modernidad artística se hizo extrema como jamas se habia conocido antes: ya sabe, todo eso de la mecánica cuántica, las vanguardias artísticas, y tal.
O sea, que todo es pensable y mesurable, segun el precepto de eso que se conoce como la implacable matematización de la vida cotidiana, menos una exposición, por ejemplo, de artistas conceptuales o de perfomances, en la que es imposible saber qué obra de un mismo artista es mejor que otra, y cual lo es entre dos o tres obras de diferentes artistas. ¿Por qué todas ellas se aguantan sobre las ideas de aquellos, y, por tanto, esas piezas no tienen ni huesos ni músculos ni nervios ni ninguno de esos fluidos que nos bullen por el cuerpo? Es decir, ¿ni están sometidas al paso del tiempo ni al roce con la vida? ¿Ni sienten ni respiran? Eso si, las ideas son hermosísimas, como lo son todas las ideas, faltaría más. No queda mas remedio, entonces, que tomarlas o dejarlas en su conjunto, como un gran paquete de producción industrial.
El otro dia le dije a una lectora, que sigue convenciada de lo acertado de la cita del filósofo francés, que Descartes se habia equivocado. Y que estamos como estamos porque lo seguimos creyendo todavía. Debió decir: me comunico luego existo, si hay alguien ahí y me escucha. Pero ante la probabilidad, mas que razonable, de que no sea así, de que no haya nadie, como a tanta gente le pasa tantas veces cada día, no dejaré de intentarlo de nuevo. Pensar solamente, y solo, me acabaría conduciendo a la locura, sino hago transitar lo que he pensado hacia quien por ahí haya, buscando igual que yo.
La vida es densa y obscura, hecha por artesanos desconocidos y eternamente pacientes. Está llena de recovecos y detalles, emboscadas sin sentido, amores, amistades y traiciones. Pero, después de todo, no te acaba de mostrar su verdadero propósito. Por esto caminar por ella resulta tan pesado. La levedad y hermosura de las ideas que se nos ocurren, con sus héroes y hazañas maravillosas, nos alivian de semejante carga. No es poco, pero es sólo eso.
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