No conviene conformarnos con lo que escupen cada dia los medios de adoctrinamiento de masas. Ya sabemos que según quien los unten sus lapos tendrán unas irisaciones u otras. Lo que nos esta pasando, lo de la burbuja financiera y todo eso y todo lo demás, ya está suficientemente descrito y argumentado desde un punto de vista informativo en libros como el de Taibbi o documentales y películas como "Inside Job", "Los últimos días de Lehman Brothers", "The Corporation" o "The Flaw". Y tal y tal. Aparentemente lo han dejado claro. Pero aun así, la mentira permanece. Y la culpa se disuelve y, de paso, se reparte entre el personal. Al fin y al cabo, la avaricia, la soberbia, la lujuria, el egoismo, el individualismo, el consumismo son pecados de la condición humana, se alojen en las oficinas de la City, de Wall Street o en un piso de veinte metros cuadrados sin calefacción de los suburbios de la ciudad. Resumiendo, esto no hubiera pasado si no hubiéramos comprado lo que sabiámos que no íbamos a poder pagar. Sin embargo, yo creo que hay gorrinos y gorrinos, y no todas las pocilgas son iguales.
Sabemos que todos esos pecados los mueven impulsos callados, lo cual hace que a primera vista tiendan a hacerse ininteligibles. La luz de la razón informativa se muestra insuficiente. Cuando uno ve o lee aquellos documentos acaba siempre con un regusto inevitable de insatisfación. Sabe que la justicia no ha sido saldada y, lo peor, que no lo será nunca. Superado el primer efecto de la perplejidad, el segundo abre ante en el lector o el espectador la posibilidad de otras lineas de investigación o de aprendizaje. Sin embargo, las preguntas que acompañan a tal descubrimiento son, así mismo, desalentadoras, ¿tradíamente investigables? ¿inúltimente aprendidas?
Hay que intentarlo de otra manera. Tenemos la antropología a la antigua usanza, o de mesa camilla: las estructuras familiares y de parentesco, los ritos de paso (por ejemplo, de la juventud a la madurez, que, por cierto, alguien se lo ha comido, ya que nadie quiere ser adulto porque esta mal visto), los dioses de la tribu, las instituciones de transmisión de valores, la legitimidad y justificación de las estructuras de poder, doméstico y del estado, con todas sus razones apabullantes. Así a lo mejor nos podemos enterar de que el problema arranca de la familia, o de la escuela, o del sexo, o de la muerte, o de que la peña está mas colgada que las polillas por todo lo anterior.
Tenemos, también, la experiencia personal, que, en verdad, es lo único que tenemos. Así nos daremos cuenta de que llamamos amigo a alguien con el complejo de Scarlett O’Hara. O a ese otro que antes de la vida a todo tren que lleva ahora, tuvo otra en el Tibet de la que dice es consecuencia por transubstantación. O a ese que lleva seis divorcios a los cuarenta, y sigue diciendo como mola en las fiestas de cumpleaños. Todos envueltos, eso sí, en esa propension al riesgo y al liderazgo tan propio de los emprendedores actuales. Entonces, como las agencias de calificacion financiera, podremos decidir rebajar su estatus al de simplemente conocidos, con tendencia a la baja.
Intentemos lo que sea con tal de evitar caer, otra vez, en la tentación explicativa del pecado original o en la de que Dios juega a los dados. Vale que la cosa esta muy jodida, pero no nos dejemos abrazar por el aburrimiento en nuestra forma de pensar y de conversar. Y si, para ello, hay que cambiar de amigos, se hace.