Durante la Segunda Guerra Mundial, 131 ciudades y pueblos alemanes fueron tomados como rebaño trivial de las bombas de los Aliados, y buen numero de ellos resultaron arrasados casi por completo. No esta demostrado que tamaña decisión obedeciera a razones de estricta estrategia o táctica militar. A consecuencia de estos bombarderos murieron seiscientos mil civiles alemanes: una cifra que duplica el numero de las bajas de guerra sufridas en conjunto por los americanos. Durante ese conflicto conviene recordar también a las víctimas, que, igualmente, como rebaño trivial perecieron en el Holocausto nazi, en el bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki y, como no, en el gulag soviético.
Un informático cantamañanas, Jaron Lanier, ha escrito un libro, Contra el rebaño digital, donde dibuja un panorama y un futuro apocalíptico para todo ese mundo de Internet, que ya no es ese mundo, sino EL MUNDO.
En la era de los postbombardeos europeos que provisionalmente vivimos, también conocida por la era del consumo cibernético, bastaría con desenchufarse de todos los aparatos para dejar de ser rebaño trivial, yo mismo deberia hacerlo, transformandonos en ciudadanos anónimos, que es nuestra condición natural. La que nunca debimos abandonar, obsesionados como estamos en asomar el morro hasta en los entierros donde nunca nos dieron vela para acompañar al cadáver. Lo dejo escrito Pascal: el problema del mundo es que el ser humano que lo habita y domina, no es capaz de estarse quieto entre las cuatro paredes de la habitación de su casa.
Si no el hábitat físico y mental al que deberíamos limitar nuestros movimientos, esas líneas rojas de las que hablaba el otro día, ¿por que ocupa tan escaso espacio en nuestra memoria, y en nuestras reflexiones, el hecho de que el cielo lleve tanto tiempo sin escupir fuego directamente sobre nuestras vidas y haciendas? Lo dejo como propuesta de entretenimiento, que nos evite volver, una vez mas, a la monserga estéril de si somos, o debiéramos ser, mas apocalípticos que integrados, o al revés. Y tal y tal.