LA LENTITUD DE LA SED
La llegada de los bueyes
al abrevadero
me enseña a esperar,
el tiempo del agua
en el cuerpo de la tierra.
El buey
no necesita que lo sueñen.
El buey bebe
y los ojos se le llenan de cielo.
La tarde, terrestre,
se justa los lazos,
mujer ofreciéndose
al trenzar de los cabellos.
Un día me realizaré,
acabado y definitivo,
como se acercan del abrevadero los bueyes.
Un día,
seré bebido por el cielo.