lunes, 7 de octubre de 2024

EL 47

 UN AUTOBÚS QUE NO ES UN AUTOBÚS

No está demás hacerse unas cuentas preguntas previas como forma de abordaje del autobús, el 47, protagonista de la película junto con Manolo Vital al volante, así como Bavieca acompañó al mio Cid en su poema épico o Rocinante a Don Quijote en su epopeya literaria. 

1 ¿Trasciende la película más allá de la actualidad de su contexto histórico? Si es afirmativa la respuesta, ¿donde se aloja y cómo se aloja donde se aloja?

2 ¿O somos nosotros, los espectadores, quienes creemos viajar al pasado y relacionarnos con Manolo Vital y su autobús, de tu a tu, como si fuera un colega de los nuestros? ¿Cómo hacemos ese viaje y donde nos alojamos? 

Si no tenemos respuesta para 1 ni para 2, pero aún queremos relacionarnos con Manolo Vital y su autobús:

3 ¿Qué nos falta que ellos tienen? ¿como sabemos que nos falta lo que nos falta, para esta ocasión de ser espectadores de esta película? 


Manolo Vital quiere unir con su autobús, el 47 (y su pipa, no olvidemos el papel de su pipa), no solo Torre Baró con Barcelona, sino la conciencia de la dignidad de los de un lado de la montaña con los del otro. Es una acto político referido a la polis y ético referido a los ciudadanos de la polis, no es un acto ideológico ni de profesionales del poder mandan o quieren mandar en la polis y manipular la ética de los ciudadanos. La forma de aparición de los profesionales del poder, Pascual Maragall incluido, es perfectamente irrelevante para los propósitos de Manolo Vital. Podían perfectamente no haber ocurrido en la película. Cumple con este planteamiento la manera de narrar del protagonista. Ese Más Allá de la Actualidad en que sitúan al espectador las andanzas de Manolo Vital y su autobús - como hace el mío Cid y Bavieca  o Don Quijote y Rocinante - que es el lugar que debe aprender a habitar todo oyente, espectador y lector para poder ver y escuchar lo que le dicen y desde donde se lo dicen las novelas, los cuentos, las películas, los cuadros y la música. En fin, para seguir las andanzas e industrias de Manolo Vital y el 47. Creer que el espectador puede ver la película como una crónica política y social de vigente actualidad, no vale nada más que para actualizar, valga la redundancia, sus prejuicios y complejos que hacen más impenetrable la zona de confort donde vive.


Conviven en la película, con un inestable equilibrio, la visión mas social e impersonal del momento histórico que representa, con la más íntima e individual, la dignidad humana más universal, que afecta a todo tiempo y lugar. Un inestable equilibrio que permite desenfocar, a su pesar, el punto de vista de la película de un espectador no demasiado atento o demasiado determinado por su visión ideológica de aquel momento histórico. Por ejemplo, no se trata de un desafío entre el policía y Manolo Vital, en los diferentes momentos en que aparecen cara a cara, sino de un duelo de inteligencias del uno y el otro, y, como no, la del espectador mediante. Teniendo en cuenta que de semejante desafío deben salir los tres sin que ninguno pierda un ápice de dignidad inteligencia. Muy al contrario de lo que nos señala la ideología de. los profesionales del poder, deben salir con la dignidad y la inteligencia más lúcidas y renovadas. Para eso es el arte de la emoción creativa.


¿Como pensar nuestra experiencia al ver esta película? Dicho de otra manera, ¿cómo nos llega a esa intimidad que es el tiempo común del alma nuestra y la de Manolo Vital y del resto de los protagonistas? Pensando la experiencia, no el cine. Pensando nuestra experiencia fuera del espacio propio de la película (el argumento) que es distinto al nuestro, ya que dentro de ese espacio tendremos una relación historiográfica o sociológica o ideológica con la película, no narrativa. Estoy hablando de pensar la dignidad que nos hace humanos en cualquier tiempo y al margen del lugar donde se produzca. No pensar el cine solo como un mecanismo técnico, que es lo que nos cuenta el director, Marcel Barrrena, cuando le escuchamos en una charla de promoción al hablar de su película. Nos habla de su oficio. Pero nosotros tenemos en común, al hablar sobre una película, ser espectadores de cine con el alma en vilo, o con el alma perdida, no seguros aprendices de director de cine.