UN CAMINO Y UN CÓMPLICE
A cada uno le corresponde elegir (o descubrir) qué tipo de lector quiere ser, y si esto le preocupa. Luego vendrá cuánto quiere profundizar en su afición (o amor) a la literatura, y cómo y con quien desea hacerlo. Hasta aquí la libertad de la persona es el única protagonista. Si es que eso es posible dentro de la confusión endémica de nuestra mente. Lo que yo os propongo es un posible camino a recorrer juntos, fruto de mi propia experiencia ante el dilema planteado al principio.
El amor a la literatura debe ser algo parecido a lo siguiente: uno se enamora de un mundo, es decir, de una manera de habitar la extrañeza para llegar a la Verdad. Esa visión se encarna en la forma de participar en el club de lectores. Luego en el camino hacia esa visión uno reconoce a los semejantes. Y entonces echan a andar juntos, no porque pensemos lo mismo, sino para tratar de cumplir, en la medida de lo posible, con esa misión que emana de aquella visión.