jueves, 22 de septiembre de 2011

VISIONES SOBRE LO QUE HAY ENTRE LOBOS Y ANDROIDES

Richard Brautigan, novelista norteamericano, lider de la cultura underground de los años sesenta, poeta, dejó escrito antes de morir: Me gusta pensar/ ¡tiene que pasar! / en una ecología cibernética / en la que libres de nuestros trabajos / y unidos de nuevo a la naturaleza, / de vuelta con nuestros hermanos y hermanas mamíferos / todos prometidos / por máquinas de amante belleza.

Juana de la Cal, 39 años, vendedora de periódicos, dice que llegue hasta donde llegue la última frontera de la vida digital, sus aparatos no podrán nunca quitarle a la inocencia su ambiguedad ni a la injusticia su misterio.

Elisenda Serrano, 52 años, investigadora sobre inteligencia artificial en una fundación, ligada a uno de los mas importantes bancos del mundo. No niega que la manipulación genética podría llegar hasta la fabricación de individuos programados, en detrimento, dice, de la pérdida, en la inteligencia resultante, de su dimensión de perplejidad e imprevisibilidad, que ve como algo irrenunciable para la subsistencia de la especie humana.

Celestino Araujo, 47 años, naturalista. Vivimos una época y una atmósfera social, dice, que está marcada por la ancestral lucha entre hombres y lobos. Exhautas la fuerzas y estancado el enfrentamiento, todo apunta a una mejora de la estrategia del combate, apoyada en un buen conocimiento del enemigo. Nuestro destino robótico tiene que ver, sin duda, con la asunción inevitable, por parte de los combatientes, de este nuevo plan de ataque.

Efigenia Armengol, 54 años, pastora de ovejas en las montañas leonesas desde que era niña. Ve en los lobos que acechan permanentemente su rebaño una forma de venganza que tiene la naturaleza por el robo que ella y su familia le hacen para su subsistencia.

Felipe de la Morena, 68 años, ferroviario jubilado, pasa muchas horas en el parque cercano a su casa. La emergencia de una sociedad de androides, dice, privados de la risa, el llanto y el sentido del humor empezó cuando el amor por los perros, llevado hasta el extremo de querer pertener a dicha especie, fue seguido de querer tener con los otros humanos una comunicación estrictamente virtual.

Sofía Altamirano, 48 años, creadora de páginas web. Piensa que únicamente el hermanamiento de burócratas e iluminados, poseidos por una inteligencia puramente funcional y soberanamente indiferentes a lo que tiene de singular y precario el destino humano, ha hecho posible la progresiva dilución de la fronteras que lo separan del animal.

Hashiro Mori, teórico japonés, que ha estudiado, en el mundo de la robótica, como se refleja la impresión de familiaridad en función de la semejanza. Cuanto mas se acentuan los rasgos humanizadores en los robots tendemos a esperar mas de lo que razonablemente cabe tratándose de una máquina.

Rodney Brooks, 57 años, Licenciado en Matemáticas por la Universidad de Flinders y Doctor en Informática por la Universidad de Stanford. Dice que lo díficil no es fabricar una máquina que gane a Kasparov, sino que un robot reconozca una silla a la manera como lo hace un niño de dos años. Mas difícil es, al parecer, conseguir que un robot tenga esa sensibilidad táctil que le permitiera mantener un ser vivo entre sus brazos sin lesionarlo.

Rudolf Hoss, comandante del campo de concentración de Auschwitz, en un pasaje de sus memorias, escritas mientras esperaba el veredicto de su juicio, dice: durante la primavera de 1942, miles encontraron la muerte en las cámaras de gas. Su salud era perfecta; los arboles que rodearon la instalación estaban en flor. Ese cuadro en que la vida se codea con la muerte ha quedado en mi memoria.

Catalina Tablada, 50 años, gerentóloga. Ante el crecimiento exponencial de la población de personas mayores en los próximos años, y ante la seguridad de que muchos de ellos acabarán padeciendo problemas mentales como la demencia senil o el alzheimer, es una firme defensora de que los robots sean la solución al cuidado de los mayores. Cada vez mas parecidos a los humanos, transmiten la suficente dosis de familiaridad que aquellos enfermos sabran como agradecerlo, perdidos como están en la ausencia de sus recuerdos.

Salomon, tercer y último rey del Israel unificado, entre 970 a.C. y el 930 a.C. Harto de la disputas entre sus súbditos pidió a Dios un corazón inteligente que le mantuviera el don de la perspectiva afectiva, y le permitiera acertar siempre en la impartición de la justicia. La Biblia lo considera el hombre más sabio que existió en la Tierra.

Ana Rodero, 10 años, padece el síndrome Down, siempre me sonrie y me da un beso cuando me encuentro con ella en el barrio.