martes, 26 de abril de 2011

EL CASO MORO, de Leonardo Sciascia










CUESTIÓN DE CONFIANZA

Han vuelto a reeditar un libro importante, "El caso Moro", de Leonardo Sciascia. Al decir importante me refiero, claro esta, importante para nuestro presente. Ocurran cuando hayan ocurrido, los sucesos y las personas que los han producido son importantes en tanto en cuanto interpelan al presente en que vivimos. No son importantes, por tanto, porque hayan sucedido sino porque continuan sucediendo.

En marzo de 1978, un comando de las Brigadas Rojas secuestró al político democristiano italiano Aldo Moro. En mayo de ese mismo año lo asesinó, dejando su cadáver abandonado dentro del maletero de un Renault 4 de color rojo, lo que produjo una conmoción generalizada en toda Italia y gran parte de Europa. Leonardo Sciascia, diputado por entonces del Partido Radical, participó en la comisión parlamentaria que investigó los hechos, y en agosto de 1978 escribió el libro que le comento.

Durante los casi dos meses que duró el cautiverio Aldo Moro escribió una serie de cartas, que fueron publicadas con el consentimiento de los secuestradores en diferentes periódicos. En ellas pedía que el gobierno aceptara la demanda de las Brigadas Rojas de liberarlo, a cambio de diferentes presos políticos pertenecientes a la organización. Intercambio de prisioneros en época de guerra, según la jerga brigadista. Al mismo tiempo los secuestradores emitieron otra tanda de comunicados donde explicaban las razones por las que se había producido el secuestro y el fatal desenlace final en que acabaría, sino se aceptaban al pie de la letra sus peticiones. A partir de esta documentación y de las subsiguientes réplicas y contrarréplicas de los diferentes estamentos de la vida social y política italiana, Santa Sede incluida, Sciascia elabora un itinerario, con vitola detectivesca, de los pensamientos, sentimientos y hechos de los diferentes protagonistas que, al cruzarse entre ellos fuera del marco habitual de la corrección y la diplomacia política, producen un chisporreteo que ilumina, como si fueran bengalas en un campo de batalla, la cara oculta y sucia del poder, esa donde hinca sus raíces y chapotea lo que algunos siguen llamando, con la fe del carbonero, la honorabilidad del servicio público, y tal y tal. Sin pararse a pensar que difícilmente puede haber servicio público sino hay servidores. Y que no puede haber servidores públicos sino hay respeto a los que se sirve, porque tampoco lo hay a su manera de elegir y de controlar.

Cuando no hay respeto entramos en ese ambiente dominado por el asco que produce la confianza. Es el ámbito donde se encierran todo lo que dan de si los sentimientos enconados de las familias. A esta conclusión llega Sciascia sobre la politica italiana, mientras fija su atención en las maneras que se ha desarrollado el secuestro de Moro. Efectivamente, todo en la península itálica es una cuestión de familias, y de la repugnacia que produce el saber que nadie se respeta pero que todos se temen, a sabiendas que todo lo sella "la confianza" que tienen de que nada quedará fuera del radio de su influencia. Enrocada así la confianza, la familia se puede asegurar que lo es todo. Pero es, entonces, cuando empieza a ver alucinaciones de todo tipo.

Llegados aquí lo mismo daban las Brigadas Rojas, la Democracia Cristiana, el Partido Comunista, los Sindicatos, la Santa Sede, etc...La lucha que había entre ellos ya no era por asuntos de ideología ni de visión de mundo, ese traje con que vestir dignamente el puñado de ideas que antaño los inspiraron, sino por operaciones de poder, de desplazamientos de las relaciones de fuerza, que ya vivían cómodamente al abrigo de tales vientos idealistas.

Quince años mas tarde compró los derechos de explotación de todo ese basural, en que se habia convertido la familia política italiana, un tal Silvio Berlusconi. Hasta hoy. ¿Le suena la música?