miércoles, 23 de noviembre de 2016

ALEGRIAS

Mañana el mundo los olvidará sin hacer ruido, me susurró al oído mi hermano. Luego se hizo el silencio absoluto y el cura comenzó su discurso delante de los dos ataúdes, en la pequeña iglesia a la entrada del cementerio. Según caminábamos hacia las tumbas, detrás de los coches fúnebres, me volvió a decir: disfrutamos de dos tipos de alegrías, la que tuvimos antes de la pérdida de nuestra inocencia, y la que nos inventamos después de que ellos nos abandonaron; hoy, cuando los enterremos, ya no nos quedará ninguna. Al salir del cementerio, antes de despedirse, concluyó: no sé si deberíamos evitar dejarnos arrastrar por el rencor.