DARÍO AGUDELO, 49 años,
periodista. Sin ninguna experiencia cubrió algunos de los conflictos menos
conocidos de América Latina de la década de los años ochenta. Después de no
pocas penurias encontró un puesto de redactor en el Miami Herald, donde trabaja
actualmente. Siempre quiere ser responsable, pero pensando en sus hijos se
pregunta: ¿qué posibilidades tiene un hombre solo frente a cuatro mil millones
de gilipollas?
ARCADIO JARAMILLO, 47 años, profesor de un instituto de integración. Sigue
siendo un utopista. Lleva dando clase toda su vida profesional y está
convencido de que la educación es el único camino para conseguir la sociedad
ideal. Abomina de los ordenes espontáneos surgidos de la evolución humana y de
sus instituciones. Cree que los edificios que darán cobijo a las utopías son
mas sólidos y racionales.
PAZ BAENA, 46 años, directora de cine. Le da vueltas a que se puede hacer
cuando todo el mundo sabe que eso de la igualdad de oportunidades es un camelo.
A muchos artistas de su generación, dice, en lugar de ponerse delante de su
perplejidad a ver qué pasa, y que les sucede con lo que pasa, les ha dado por
desarrollar toda una filosofía de la ironía para desacreditar las propias ilusiones
en las que creyeron no hace tanto. Convirtiendo la ironía y el cinismo en un
fin en sí mismo, con el que llenan su desparpajo creativo.
AMORES WALLACE, 41 años,
conductora de autobuses municipales. Seguidora apasionada durante su juventud de
las andanzas gerrilleras del Che Guevara. Ahora cree, no por cinismo sino por
convicción, que la libertad no es posible. Por eso se sacó el carnet de
conducir y optó por una profesión que le obliga a tener una aptitud muy
estricta y articulada de todos y cada uno de sus movimientos profesionales,
teniendo en cuenta la densidad de tráfico en el que conduce cada día.
GEORGE ELLIS, 45 años, escritor de betsellers. Inteligente experimentador
del lenguaje nada mas salir de la universidad. Fundó una revista y una editorial
que le permitieron dar a conocer los aspectos mas importantes de sus
experimentos con las palabras. Sigue haciéndolo en privado. Pero se dio cuenta
de que si los lectores piensan que el mundo es estúpido, superficial y
mezquino, él tiene que escribir relatos que sean estúpidos, superficiales y
mezquinos.
VALERIA MAURI, 43 años, liberada sindical. Antes trabajó de camarera en un
bar de copas y de cajera en un supermercado, hasta que entró a forma parte de
los círculos sindicales a través de unos cursos de formación. Aun así siempre
está en guardia contra las temidas arbitrariedades de las certezas de sus
compañeros, que no pocos quebraderos de cabeza le han dado. Para la resolución
de conflictos prefiere una concepción procedimental, antes que la teleológica
de que los principios son inmutables y, por tanto, innegociables.
UNAI ALTABISCAR, 42 años, catedrático de historia de la filosofía. No
esconde su perpetuo malestar respecto a la cultura de la libertad en la que
vive. Mientras que no deja de ser un eterno abajofirmante en la defensa de
cualquier satrapia que ataque y ponga en jaque a los gobiernos democráticos de
los USA y la UE. Ni que decir tiene que abomina de la cita de Camus que dice:”por
qué la inteligencia europea, traicionando su herencia y su vocación, eligió la
desmesura por su amor al patetismo y la exaltación".
SALOMON ANTIBES, 50 AÑOS, cocinero en un restaurante de carretera. Sin
quererlo ni proponérselo estuvo en la frontera austro-húngara en los días que
se produjo el gran éxodo de alemanes del este, meses antes de la caída del muro
de Berlin. Habló con muchos de los que por allí pasaron. Todos coincidían en
que la revolución lejos de ser la solución a los problemas de la humanidad, se
había convertido en el problema. Hoy todavía piensa, mientras trabaja doce
horas entre sartenes, platos y fogones, que el problema actual no es la
crisis, sino ver como nos podemos todos
de acuerdo para superar al capitalismo.