No
buscaba sorpresas biográficas del tipo que Lincoln no muriese asesinado a los
pocos días de acabar la Guerra de Secesión, o que no hubiese conseguido aprobar la decimotercera enmienda
que abolía definitivamente y en toda la unión la esclavitud. Los hechos están
ahí y son datos inalterables. Buscaba como el alma de Lincoln, llámela conciencia si se adapta mejor a su religión, de la mano de Spilberg y de Daniel
Day-Lewis se recomponía hoy ante aquellos mismos datos. Como una sinfonía del
siglo XIX, esperaba que se mostrase ante mí, liberada de los corsés espacio
temporales de la historia, totalmente diferente y renovada. Es la única razón
de ser que tiene volver la vista hacia el pasado, a cualquier pasado, otorgarle
sentido al presente, a cualquier
presente.
Lo
consigue. La película consigue, de la mano de sus dos enormes artífices,
instalarse desde el primer fotograma en el presente. Ese era el principal
desafío y donde se jugaba todo lo demás. Aunque los títulos de crédito no
ocultan desde el principio en que momento de la historia norteamericana se va a
desarrollar la acción narrativa, nada más aparecer la imponente y retorcida
figura de Abraham Lincoln el espectador siente y sabe que, aupado en el poder persuasivo
de la perspectiva que aquella proyecta sobre lo que mira, todo lo que venga a
continuación está ocurriendo en el ahora mismo. Y lo hace a cuenta de someter a
un justo escarnio a los dirigentes políticos actuales, que, éstos sí, parecen
que existen en tiempos que creíamos ya olvidados.
A la
figura de Lincoln hay que añadir la luz que lo ilumina que, lejos de mostrar lo
que tiene de aspaviento o ínfula técnica, como ocurre en tantas ocasiones,
aparece como una emanación propia de aquella figura. Es eso lo que nos permite
contemplar los diferentes pliegues de una personalidad proteica, que desde la
experiencia mas dolorosa de saberse vivo y con el máximo poder como un
inquilino en el infierno, como le confiesa a su mujer Mary hacia el final,
consigue alcanzar la gloria, casi al mismo tiempo que una bala asesina le siega
la vida para siempre.