Christian
Belaunde trabaja de experto en algo. Me lo dijo uno de esos días que tomamos café
juntos, pero ya se me ha olvidado. Con los expertos he tenido siempre malas
experiencias. Piensan que son lo únicos que tienen la realidad de frente. De los
que no somos expertos en nada, simplemente dicen que no tenemos realidad a que
acogernos, o que nos acoja. Vamos, que somos unos don nadie. Yo le respondo que
tiene una manera de ver las cosas muy poco sofisticada. Los expertos nada mas hacen
caso a los hechos, entendiendo por hechos aquellos que son susceptibles de ser
medidos con números. Para hacerme entender le pongo un ejemplo: le digo que pronto
llegaremos a un 27% de paro. Ciertamente es un dato, pero que en este caso no
se corresponde fielmente con los hechos, quiero decir que no hay un 27% de
ciudadanos que sean indigentes por no tener ningún tipo de ingreso. Ahora si me
acuerdo, Christian Belaunde trabaja en un departamento de inserción social y
laboral, y le llevan los demonios que en su presencia se hable de esta manera y
que se digan estas cosas. Yo lo invito a que me lo desmienta, y a que se
adentre en la complejidad e incertidumbre que aparecen al hablar de esta manera.
Entonces se pone más de los nervios y tenemos que cambiar de conversación.
No es
que solo atienda a los hechos como si fueran datos contantes y sonantes, sino
que presume con orgullo de tener la fe del carbonero en los conceptos abstractos
que según él los sustentan. Ve luz donde yo atisbo ceguera. Sin darse cuenta,
transmite a los valores que maneja la misma seguridad y exactitud que le
proporcionan cualquiera de los items con los que se encuentran tan familiarizado en sus reuniones de trabajo. “Tío, hay derechos y una cosa que se llama
capitalismo que no entiende de ellos”, me dice con énfasis, como dando por
hecho que todavía no me he enterado. Pago la ronda y me despido hasta la
próxima semana.