lunes, 10 de mayo de 2010

CINCO MINUTOS DE GLORIA, de Oliver Hirschbiegel


SOBRE LO DE MIRAR Y ADÓNDE

Salí de ver la peli tan desconcertado como en tantas otras ocasiones. ¿Qué hacer entonces? Antes, ante un situación así actuaba de dos maneras. Una, el director de la película se ha equivocado, lo que tenía que haber hecho era bla, bla, bla. Dos, no entiendo lo que ha hecho, pero este director es un genio, lo dicen los críticos y sobre todo, lo dice la historia, ergo, esta película ha de ser una obra maestra. Es, de hecho, una obra maestra. Punto pelota.

Un día me levanté, respiré diez veces seguidas y dije se acabó. Como Scarlett O'Hara, juré ante los dioses del Olimpo Cinematográfico que nunca más volvería a pasar hambre ni calamidades en una sala de cine. Solo sería fiel a lo que sintiera con lo que viera en la pantalla o lo que leyera sobre el papel. Por misérrimo que sea, es lo único que tengo, es, por tanto, el punto de partida mas honesto del que dispongo para poder decir o hacer algo con lo que lea o mire. Fiel a lo que sienta no quiere decir definitivo o incondicionado, quiere decir que ese día a esa hora es lo que me ha sucedido al ver tal peli o leer tal libro. Mañana vuelvo a empezar. No muy diferente es la vida misma, superados los mitos del pasado y el futuro, en que nos sumergieron sanginariamente todas las filosofías e ideologías concluyentes y finalistas, con lideres al frente. No es que menosprecie el saco de conocimientos que he ido acumulando a lo largo de mi vida, pero no quiero que me acaben produciendo cataratas en los ojos, evidente peligro siempre.

Yo creo que leer y mirar, mirar y leer, se ha de parecer mucho a lo que hace un bebé cada día delante de las palabras que escucha en su entorno familiar. Escucha y escucha y no sabe de lo que le hablan, pero es lo único que tiene para salir con vida del lío en que le han metido sus padres al echarle al mundo. Hay que entender la mirada y la lectura como una mirada y una lectura que de pronto se enfrenta a imágenes y palabras que no podemos entender. Pero tenemos que salir adelante, ya que sino perecemos como lectores y espectadores. Bien es verdad que siempre nos quedará el pesebre donde nos echan de comer palabras e imágenes a mansalva a lo largo de nuestra vida, pero esa es otra historia.

No he leido otra metáfora mas luminosa, por paradójica, que ésta para explicármelo y explicárselo. No he encontrado otra manera de garantizar mi honestidad espiritual e intelectual, es decir, la forma de que operen siempre juntas, evitando que cada una vaya por su lado.

No sé por qué pero el rostro de Liam Neeson abrió hueco en algún lugar de mi alma. Y la desazón incontrolable del hermano de su víctima propiciatoria me dejó descolocado. Veinte años después de su trágico primer encuentro no me podía imaginar a uno tan laxo y a otro tan histérico. Rasgado por dentro y descolocaco hacia afuera, no era la mejor manera de querer y poder hacer algo con la peli. Al menos, ahora si sé que ello fue mi flotador frente al desconcierto en el que estuve sumido unos cuantos días. Tampoco se por qué, pero fue lo único que tuve para tratar con esa peli. Como el niño con esas palabras familiares, no tenía otra cosa, pero era verdadera. Entonces puse toda mi atención, toda mi concentración a su servicio.

Volví a la convención aristótelica, al trayecto y la dirección donde apunta su forma de imaginar. Al final estaba el director Oliver Hirschbiegel que me esperaba: ¿sólo te mueves en esta dirección, solo si hay una resolución al final a lo que imaginas así?. A partir de los mismos datos de la peli, ¿imaginar en otra direción es posible?. ¿Y si estos datos son el único punto de luz del relato que vuelve mas oscura y espesa, si cabe, la negra conciencia de los protagonistas? ¿Y si sólo tienen eso? ¿Y si después de todo la vida de esta gente es únicamente eso, el punto de luz del fogonazo del disparo, un trozo de un pedazo, en medio de la nada? ¿Por qué te parece insuficiente esta imagen de lo que significa el terrorismo? De otra manera, espectador: no es que me haya equivocado, no por meter mas luz se puede entender mejor a estos personajes, ni si es posible ver como se arrepientan y se reconcilien. Con la luz del razonamineto empírico ya se, ya sabes a donde podemos llegar. Tu y yo sabemos de sus exigencias, y de sus servidumbres, y de sus límites. Lo mismo que dios ha desaprecido, pero queda la distancia, los fines concluyentes de la razón empírica pueden desaparecer, pero sigue quedando la distancia. Espectador te hago una propuesta: como Monet en sus cuadros, dejo la peli a medias y destartalada, pero te dejo la distancia del aparente despróposito. Fíjate en los rostros de los protagonistas. Sobre todo en el del terrorista. He elegido a este gigantón adrede, lo he dibujado a conciencia. Fíjate en la cantidad de primeros planos que le dedico. No te oculto de donde viene, ahí tienes todo el prológo. Ni te niego la frase de adulto, justo cuando va al encuentro del hermano de la víctima para arrepentirse y reconciliarse: hace veinte años lo tenía que haber matado. Fíjate cómo se encuentran y se pelean en el lugar del crimen de antaño, torpemente, sin haberse reconocido todavía. Fíjate cómo se separan para siempre, sin haberse matado. Si te fijas con intensidad y durante tiempo puede aparecer lo inimaginable, que es de lo que está hecho la imaginación, ese lugar a donde no llega nunca la racionalidad empírica. Alerta, no estoy hablando de fantasías desbocadas, o lo primero que se me ocurra, o que se nos ocurran. Hablo de la racionalidad poética primordial, que es anterior a la racionalidad empírica.

Más todavía. Espectador, ¿como imaginamos sin los mimbres de esa racionalidad empírica tan socorrida, y sin la ayuda de los conocimientos adquiridos? Supongamos que se arrepienten y que se reconcilian, eso tranquilizaría a la audiencia, al director del programa televisivo, tranquilizaría a dios o a su sustituta, la razón empírica, pero no nos enfrentaría con la distancia de su ausencia. ¿No eso de lo que está hecho el agujero negro del terrorismo? La ausencia de dios y de razón. ¿Qué es eso de arrepentirse y de reconciliarse? ¿Se puede atrapar con un par de palabras y con un golpe de ojo su run run, su música? Después de Auschwitch, ¿cómo nos encaramos al dolor extremo y al mal absoluto, las dos caras de la misma moneda de canto ancho, representada por los dos protagonistas? Yo creo que el arrepentimento y la reconciliación les interesa a la moral, es decir, a los epígonos de la convivencia humana, a que a pesar de todo hay que seguir adelante con una cierta dignidad maltrecha. No le interesa al dolor y al mal, ni a su representación. Ni al señor Hirschbiegel, que después de haber tratado con Hitler en su anterior peli, sabe que en el cine y la literatura lo único que queda es lo de mirar y leer, y adónde.

No sé si Cinco minutos de gloria es una obra maestra o no. Ya no convivo con ese tipo de preguntas. Lo que si creo es que es una experiencia artística. Le dejo a usted el adjetivo para cuendo la vea y la comparta. Si quiere.