jueves, 29 de abril de 2010

SYMPATHY FOR LADY VENGEANCE, de Park Chan Wook


EL OTRO ES LA SOLUCIÓN

Ahora que esta de moda la justicia en sus diferentes grados, ritmos e intensidades, cabría no olvidarse de que la justicia es, esencialmente, una de las formas que adquiere la venganza, y de una película, Sympathy for Lady Vengeance, del coreano Park Chan Wook, que intenta fijar en imágenes ese mundo torbo y difuso. La traigo a colación justamente por eso. Valga la redundancia.

Anote esto, de aquella época lejana cuando era cabalmente compatible creer y no creer en algo: lo cierto es que la poesía no sirve para nada, pero es debido a la descomunal importancia de aquellas cosas para las que sirve la poesía.

A mi gusto lo primero que llegó es la fuerza y luminosidad de las imágenes realmente impactantes del poemario visual de Park Chan Wook. Pero a mi interés, que me han enseñado a ponerlo siempre por delante del gusto, le costó más comprobar el sentido que toda esa profusión icónica pueda esconder. No estoy diciendo que no exista pensamiento visual, ni que si existe ha de ser necesariamente superficial. Lo que quiero decir es que pensar, lo que se dice pensar, se hace con palabras, aunque luego la representación de lo que se ha pensado se construya fundamentalmente a base de imágenes. Dedíquele unos minutos a deducir como han escrito el guión Chan-wook y su colega. Quiero decir, imagíneselos escribiendo. Y a continuación imagínese usted mismo viendo la pelí. Ese ejercicio tan recomendable, a la hora de mirar, del desdoblamiento. Verse mirando.

Las imágenes son estupendas, pero no puedo ver con claridad el perfil de la venganza que todas juntas intentaron proponerme. Bien es verdad, se me puede objetar, qué importancia tiene eso – al fin y al cabo, todo el mundo sabe lo que es la venganza (¿?) – lo importante es el trazo poético del poema, la estela que deja en el espectador una vez enunciado de esa manera tan contundente. Nada que oponer en contra, únicamente si eso es compatible con un metraje tan largo. Lo que tienen de hermosas las imágenes, se debe en parte a su contundencia. Ese tipo de belleza es así por que no es ambigua, diría mas, por que no se puede rebatir.

La venganza no es un capricho, es una pasión que, como las demás pasiones, ayuda a vivir y a morir. Como todas las pasiones es trasversal a todas las culturas. Imagine conmigo que el coreano ha querido filmar una peli que se salga de lo corriente, que haga mucho ruido, y que siga resonando sobre la tierra cuando ya haya muerto. Todo poeta y creador aspira a este grado de excelencia. ¿Es este el mejor camino? Justamente era eso lo que pensaba el general napoleónico, conocido por su famosa frase: la venganza es un plato que se sirve frío. ¿Por que piensa Chan-wook que la venganza ha de entrar mejor si se adereza con mucha sal y pimienta visual? Dejo de lado si la sal es fina o gorda, ¿no es la venganza una pasión a la que le va mas una planificación de trazo mas sencillo, sin perder por elllo un ápice de su complejidad? ¿No es eso lo que pide la personalidad frágil y sin psicología de la protagonista principal, que va y viene con ese rostro atónito ante lo que le ha pasado, que no hace saber que entiende? También puede ser, ahora que caigo, que esta peli no vaya de la venganza, sino de la justicia. En este caso el error es mío por poner la carreta delante de los bueyes.

Como habrá podido comprobar estoy intentando hacer algo con eso tan antiguo como es la justicia y la venganza, a partir de una peli que contiene aspectos del nuevo cine que se nos echa encima. Cuando el cine tenia un fuerte peso argumental, hablar de la peli que habías visto era eso, repetir de la pe a la pa el argumento, no lo que uno había hecho con el argumento. En ese intercambio de cromos los espectadores clásicos daban por satisfecho su juicio estético sobre los que habían visto. Ahora que el cine ha perdido densidad dramática y se ha abierto sin miramiento hacia la disgresión, la deriva de la imagen digital y las nuevas formas de percibir el tiempo, ¿como seguir satisfechos al conformarnos con los adjetivos más tópicos de siempre, mumurados al oído del colega de toda la vida? Si el cine esta cambiando hacia un espacio de creación abierto a diferentes tendencias y múltiples formas de circulación, ¿hasta cuando vamos a seguir instalados, como espectadores, en la lógica del chascarrillo audiovisual generalista? ¿De que valen todas estas propuestas de los nuevos creadores, si no hay ganas de levantar la voz, verbal o escrita, de lo que suponen en el ámbito de las profundas mutaciones que se están produciendo en la cultura contemporánea? Para el nuevo espectador la solución ha dejado de ser con su ombligo. El otro ha pasado a ser la solución.

Como decía al principio, es tan cierto que la justicia es esencialmente venganza (pero una venganza que persigue detener la sucesión interminable de venganzas, o de justicias totales como decian los griegos), que le propongo volver a ver “Doce hombres sin piedad”, de Sidney Lumet. No es mala pedagogia visitar de nuevo a esta cuadrilla de vengativos-justicieros, para entender la ceremonia de la justicia total que nos propone Chan-wook. Lo cual debe ser otro síntoma de la cultura contemporánea, que un coreano nos recuerde la forma de pensar y de escribir de los griegos.