VENECIA
Nunca podré olvidar
aquella ciudad de agua de Occidente,
un símbolo del mundo,
de una infinidad de soledades colectivas.
Una soledad es una isla
y todas las islas se hacen amigas.
Cuando me tomas de la mano,
es como un puente sobre el agua.
Cuando me sonríes,
es como si en la isla de enfrente
se hubiera abierto, de pronto, una ventana.
En medio de la tranquilidad de la noche,
sólo se ven las ventanas cerradas
y la gente apostada sobre los puentes.