NUEVAS NAVES
¿Que es aquello que una vez perdido nos pierde para siempre? Pienso que la pregunta anida en el corazón de Ifemelu y del relato que construye, Americanah, de la mano del narrador que “alquila” y del blog que ella misma escribe (con un seguimiento creciente de lectores) como un taladro de hierro que se abre paso en el cemento que se ha depositado sobre su alma, tal y como ella misma confiesa nada más comenzar el relato. Pienso que cualquier posibilidad de respuesta como lectores no la podemos obtener sentados en el butacón desde el que normalmente respondemos a lo que se nos echa encima. Pienso también que la pregunta no tiene respuesta, porque no es de este mundo, la pregunta, e Ifemelu esta muy apegada a las cosas de este mundo, por eso viaja a Estados Unidos, porque allí piensa que hay más mundo que en Nigeria del mundo que ella desea, ese donde se puede elegir todo. Así las cosas, ¿quiere ello decir que como lector no me tengo que levantar del butacón y esperar a ver qué pasa en el próximo capítulo, tal y como me dicen que tengo que hacer en las series. Las respuestas son las únicas que son de este mundo, pues el mundo es, en sí mismo, una respuesta en forma de conocimiento a ese engrudo de que esta hecha la ambigüedad que nos constituye. Sin embargo, la pregunta del principio aunque no es de este mundo tampoco lo es de ese engrudo ambiguo y primordial. El viaje de Ifemelu es una respuesta a lo que ha perdido para siempre cuando abandonó Nigeria, quince años antes. Pues la Ifemelu que pronuncia las últimas palabras del viaje, a saber, “Techo - dijo por fin - entra”, ya no es la misma que lo inició hace quince años. ¿Qué naves ha quemado en el viaje, que ya no podrá usar jamás? Las raíces se consideran algo sobrevalorado a estas alturas del siglo XXI. Ifemelu lo sabe, al igual que las más nobles raíces siempre arraigan en algún fango. Sin embargo, la añoranza por la tierra amada ha sido la que ha fundido en cemento los ambiguos presagios e ilusiones que imaginó cumplir en su viaje. Ha perdido lo que hay detrás de esa añoranza en el mismo instante que decide volver a Nigeria. Y, a cambio, ha ganado dos naves que serán su medio de transporte de ahora en adelante. Un pasaporte norteamericano, que le permite cruzar el charco entre Nigeria y Estados Unidos, y un blog que la mantiene en contacto con el universo. Como nave ocasional, el descubrimiento que hace de negritud en Estados Unidos, que también la acompañará para siempre, después de perder su neutralidad cutánea. Por todo ello recomendaría a Ifemelu incluir en su blog el siguiente párrafo de “Las variedades de la experiencia religiosa”, de Willian James. Además de dar satisfacción a su madre, mujer de fuertes convicciones religiosas, pienso que puede dar una respuesta acertada a la pregunta inicial de este escrito. También será una buena manera de iniciar el regreso a casa. El párrafo de James dice así: "La brillantez de la hora presente siempre es prestataria del fondo de posibilidades con las que va ligada; dejemos que nuestras experiencias comunes se envuelvan en un orden moral eterno, dejemos que nuestro sufrimiento alcance un significado inmortal, dejemos que el cielo sonría sobre la tierra y que las deidades nos visiten, dejemos que la fe y la esperanza sean la atmósfera donde el hombre respira y sus días transcurrirán con entusiasmo, interesados con perspectivas nuevas, se estremecerán con esperanzas remotas. Situar, por el contrario, a su alrededor, el frío, la tristeza y la ausencia de todo significado permanente, como pretende el naturalismo puro y el evolucionismo popular de nuestro tiempo, y el entusiasmo se detendrá o se convertirá en un temblor ansioso".
¿Que es aquello que una vez perdido nos pierde para siempre? Pienso que la pregunta anida en el corazón de Ifemelu y del relato que construye, Americanah, de la mano del narrador que “alquila” y del blog que ella misma escribe (con un seguimiento creciente de lectores) como un taladro de hierro que se abre paso en el cemento que se ha depositado sobre su alma, tal y como ella misma confiesa nada más comenzar el relato. Pienso que cualquier posibilidad de respuesta como lectores no la podemos obtener sentados en el butacón desde el que normalmente respondemos a lo que se nos echa encima. Pienso también que la pregunta no tiene respuesta, porque no es de este mundo, la pregunta, e Ifemelu esta muy apegada a las cosas de este mundo, por eso viaja a Estados Unidos, porque allí piensa que hay más mundo que en Nigeria del mundo que ella desea, ese donde se puede elegir todo. Así las cosas, ¿quiere ello decir que como lector no me tengo que levantar del butacón y esperar a ver qué pasa en el próximo capítulo, tal y como me dicen que tengo que hacer en las series. Las respuestas son las únicas que son de este mundo, pues el mundo es, en sí mismo, una respuesta en forma de conocimiento a ese engrudo de que esta hecha la ambigüedad que nos constituye. Sin embargo, la pregunta del principio aunque no es de este mundo tampoco lo es de ese engrudo ambiguo y primordial. El viaje de Ifemelu es una respuesta a lo que ha perdido para siempre cuando abandonó Nigeria, quince años antes. Pues la Ifemelu que pronuncia las últimas palabras del viaje, a saber, “Techo - dijo por fin - entra”, ya no es la misma que lo inició hace quince años. ¿Qué naves ha quemado en el viaje, que ya no podrá usar jamás? Las raíces se consideran algo sobrevalorado a estas alturas del siglo XXI. Ifemelu lo sabe, al igual que las más nobles raíces siempre arraigan en algún fango. Sin embargo, la añoranza por la tierra amada ha sido la que ha fundido en cemento los ambiguos presagios e ilusiones que imaginó cumplir en su viaje. Ha perdido lo que hay detrás de esa añoranza en el mismo instante que decide volver a Nigeria. Y, a cambio, ha ganado dos naves que serán su medio de transporte de ahora en adelante. Un pasaporte norteamericano, que le permite cruzar el charco entre Nigeria y Estados Unidos, y un blog que la mantiene en contacto con el universo. Como nave ocasional, el descubrimiento que hace de negritud en Estados Unidos, que también la acompañará para siempre, después de perder su neutralidad cutánea. Por todo ello recomendaría a Ifemelu incluir en su blog el siguiente párrafo de “Las variedades de la experiencia religiosa”, de Willian James. Además de dar satisfacción a su madre, mujer de fuertes convicciones religiosas, pienso que puede dar una respuesta acertada a la pregunta inicial de este escrito. También será una buena manera de iniciar el regreso a casa. El párrafo de James dice así: "La brillantez de la hora presente siempre es prestataria del fondo de posibilidades con las que va ligada; dejemos que nuestras experiencias comunes se envuelvan en un orden moral eterno, dejemos que nuestro sufrimiento alcance un significado inmortal, dejemos que el cielo sonría sobre la tierra y que las deidades nos visiten, dejemos que la fe y la esperanza sean la atmósfera donde el hombre respira y sus días transcurrirán con entusiasmo, interesados con perspectivas nuevas, se estremecerán con esperanzas remotas. Situar, por el contrario, a su alrededor, el frío, la tristeza y la ausencia de todo significado permanente, como pretende el naturalismo puro y el evolucionismo popular de nuestro tiempo, y el entusiasmo se detendrá o se convertirá en un temblor ansioso".